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Leticia





Los días junto a Santiago siguieron aumentando, las salidas juntos, las llamadas y los mensajes. Cada día estábamos más cerca el uno del otro, pero seguíamos en esa etapa donde solo eran histeriqueos constantes, leves coqueteos, que aún no llegaban a ningún lado.
Como por ejemplo ahora, que regresaba de tomar algo con él, había creído que estaba por besarme, sin embargo, esto no sucedió.

No sabía cuanto más podría soportar el hecho de que ninguno tomará el asunto entre sus manos, conociéndome, no tardaría en atacar su boca a besos.
Estaba pensando exactamente en ello, cuando mi teléfono comenzó a sonar, alertándome con una llamada entrante. Por unos momentos dudé, no quería perder mi buen humor escuchando a mi madre preguntarme cómo me estaba preparando para los exámenes. No sabía como hacía, pero parecía conocer mi calendario escolar, incluso mejor que yo.

Tentada a dejarlo sonar, no resistí y observe la pantalla, sonriendo al ver el nombre de la persona que llamaba.

—¡Uri! —grité, sin dudar al aceptar la llamada.

—¿Cómo estas Leti? ¿Cómo sigue todo por allí?

Él sabía solo lo básico, hasta ahora no le había hablado a nadie sobre Santiago. Quería sentirme segura, algo que ya comenzaba a suceder.

—Mejorando de a poco.

—Mmm… ¿A qué se debe este repentino cambio? Hace una semana solo querías huir a Alaska. —reí al recordar lo desbordada que me encontraba. Tenía tres trabajos atrasados, una presentación para el día siguiente y solo quería empezar de nuevo en un lugar alejado.

—No creas que he desistido de esa idea, es solo que, bueno algunas cosas han estado sucediendo.

—¿Qué cosas? —preguntó adquiriendo una seriedad que quizás él creía que me intimidaría, pero no lo hacía.

—Conocí a alguien.

—Lo imaginé.

—Es mi compañero.

—Eso no lo imaginé. ¿Cómo estas?

—No lo sé, es que él es perfecto, en todos los sentidos. Es hermoso, amable, simpático y parece preocuparse por mi. Es tan fácil hablar con él y pasar tiempo juntos.

—¿Pero?

—Pero no avanza, no se si esta esperando a que haga el primer movimiento o no esta seguro. Hay momentos en los que siento que sigue interesado en su ex. —ese era el verdadero problema, creía que aún no la había superado.

Él parecía resistirse a la idea de volver con ella, pero tampoco se soltaba a comenzar algo conmigo.
Era como no estuviera del todo dispuesto a soltar el pasado.

—No creas que todo es malo, a veces solo necesitamos tiempo. No es fácil saber si la otra persona esta en verdad interesada y no estamos confundiendo las señales. —En eso tenía razón, pero no podía seguir con esta incertidumbre. —Dale tiempo de aclarar sus pensamientos, pero si te lastima, lo destruiré.

Continuamos hablando durante más o menos una hora más, antes de que colgará.
Extrañaba hablar con él y además me contó sobre Lorenzo, Azul y como estaban adaptándose a la manada. También sobre como el bar de Beau sería inaugurado el próximo mes, lo que tenía a todos un poco eufóricos, trabajando en varios detalles.

Me hubiera gustado seguir escuchando cada locura que hacían, pero estaba muy cansada y mañana debería despertar muy temprano. Tendría que pasar por tres clases, largas, aburridas y agobiantes.
Mientras me acostaba solo pensaba en que una de esas tres las compartía con mi compañero, por lo que no pasaría por ese calvario sola. Eso era lo único que aliviaba un poco el malestar que solo crecía dentro en mi.

A mitad de la noche, desperté sintiéndome demasiado sedienta. Estaba cubierta de sudor, como si hubiera pasado las últimas tres horas corriendo sin parar. 
Al llevar una mano a mi frente, sentí como estaba demasiado caliente, pero no creía que fuera algo grave, ya que los lobos no tendíamos a enfermarnos. Era algo positivo sobre mi especie.

Tratando de ignorar mi malestar actual, tomé una ducha y volví a acostarme, con la esperanza de que el nuevo día mejoraría todo.
Pero dicha esperanza murió, cuando al despertar esta mañana, el malestar seguía en mi. Me sentía decaída, un poco mareada y sin dudas con un poco de fiebre.

Con todo esto, la hora pasaba y estaba llegando verdaderamente tarde, por lo que tomé una manzana, con intensión de tener algo en el estomago y salí rumbo a la universidad. 
Sentía el frio en el aire, mientras caminaba desde estacionamiento y temblaba, mientras me aferraba con fuerza a mi abrigo.

Esa sensación no disminuía mientras la primer clase paso, al contrario, los escalofríos solo crecían dentro de mi. 
No sabía si podría resistir otras dos clases, ya que lo único que necesitaba ahora era acurrucarme en la cama y dormir un poco.

Sin querer seguir pensando en ello, me senté en el suelo del pasillo, inclinándome ligeramente hacía adelante, poniendo mi cabeza entre mis manos.
No tenía a quien llamar para que venga por mi. Mis padres, cada familiar y cada amigo, se encontraba a más de tres días de distancia, por lo que debería valerme por mi misma, tratar de sobrellevar el día y terminar de cumplir las responsabilidades.

—Leticia ¿Te encuentras bien?

Levanté mi cabeza, encontrando a Santiago frente a mi. Él se encontraba de cuclillas, con una expresión bastante preocupada.
No lo había sentido, tendría que haber sentido su olor, pero ahora que lo pensaba, mi olfato parecía estar fallando nuevamente.

—No me siento muy bien.

—¿Qué es lo que te duele? ¿Qué sientes exactamente?

Sentía tanto frio y tanto sueño, pero a la vez mi cabeza ardía, dándome ganas de recostarme en el suelo y apoyar mi mejilla ahí, tratando de conseguir un poco de frescura.

—Todo. ¿Me puedes sacar de aquí? Por favor, Santiago, no creo poder soportar otras dos clases.

Él era el único a quien podía pedirle esto.
Necesitaba salir de aquí y necesitaba hacerlo ahora mismo.

—Claro, vamos. —me ayudó a ponerme de pie y  me guio hacia la salida.

No recordaba bien donde había estacionado, pero una vez allí, no tardaría en encontrar mi auto.
Pero para mi sorpresa, Santiago me llevó hasta su propio auto, dejándome sentarme en el asiento del pasajero. En algún otro momento diría algo listillo, pero ahora no, ahora solo podía hacerme una bolita en el asiento.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora