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Leticia





No podía conseguir quedarme dormida, no después de escucharlo decirme que me amaba. Pudo haberlo dicho estando borracho, pero era la primera vez que utilizaba esas dos palabras y no un simple te quiero.
Me había levantado y lo había comprobado otras tres veces, encontrándolo en la misma posición en la que lo deje.

También había comprobado a Flavio, a quien debí ayudar a llegar a su habitación, luego de que lo encontrará dormido en el suelo del baño. Él a diferencia de Santiago, había rotado en varias posiciones a medida que lo comprobaba.
Drew, luego de ayudarme a llevar a Flavio se encerró y me pidió que no lo despertará, que suficiente debería tratar al día siguiente con la resaca de ambos imbéciles.

Su amistad era un poco extraña, pero no podía juzgarlos, no con el drama que los míos se cargaban.
Extrañaba a todos, principalmente a Uriel, quién debe estar preocupado por mí, pero aún no estaba lista para hablarle, primero quería resolver las cosas con mi compañero.

—Nunca bebas Leticia, es bueno al principio, pero es una mierda después. — levanté mi mirada y encontré a Flavio, quién salía del baño luciendo horrible. — Y tampoco uses el baño por ahora.

—Gracias por el consejo — respondí con una mueca.

Sin dudas eso era lo que me faltaba ahora mismo para terminar de sentirme bien.  Nada mejor que motivarme con un baño sucio y apestoso.
Sonreí sintiéndome una tonta. ¿Desde cuándo me dejaba ganar por la negatividad? Sin dudas está no era yo.

—Descansa Leti y gracias por arrastrar mi ebrio trasero a la cama.

—Cuando quieras. — aún tenía una sonrisa, mientras lo veía entrar a su habitación. Pero una cosa era segura, no volvería a ayudarlo, él pesaba una jodida tonelada.

Me puse de pie y caminé hacía la habitación de Santiago.  Él seguía ahí dormido, tan ajeno a los problemas, que lentamente y tratando de hacer el menor ruido posible, caminé hacía la cama, subiendo con cuidado y acomodándome a su lado.
Mañana recordaría los problemas y trataría de resolverlos, pero esta noche disfrutaría de un poco del calor de mí compañero.




                                                    (***)






Llevaba poco más de veinte minutos observando la tranquilidad con la que descansaba, parecía como si el día de ayer no hubiera hecho tantas cosas erradas, bueno no solo él, pero en mi defensa me tragué mi orgullo y vine a tratar de solucionar las cosas.
Pero a diferencia de mí, él comenzó a beber y luego solo dijo cosas que no eran las más adecuadas para una reconciliación. Bueno, todas excepto la frase te amo, la cual seguía aferrada a mí con fuerza.

No quería parecer débil, en serio quería hacer lo que Drew me pidió, pero no podía ignorar esas palabras, no podía no actuar como un cubo de hielo al sol y derretirme al recordar la manera en que lo dijo.
El amor nos vuelve tontos, no solo débiles, porque aunque sabes que el otro se porto mal, ahí estás listo para disculparlo. Claro, siempre y cuando muestre un cambio, porque mi amor por él termina dónde empieza mi amor propio.

—Sé que estás despierto, he notado el cambio en tu respiración, de nada sirve que trates de retrasar nuestra conversación, porque eventualmente la tendremos.  — pasé mi mano suavemente sobre su cabeza, sintiendo una enorme sensación de nervios. Esto podía salir bien o mal, pero debíamos conversar y aclarar todo de una vez.

—Antes de decirte cualquier otra cosa quiero disculparme, las palabras, anoche no quise decirte todas esas cosas — el nerviosismo que sentía, lo hacía trabarse entre sus palabras y aunque seguía sin mirarme, podía notar su arrepentimiento. — Sé que ocultaste todo por una razón y es que me veías incluso mejor que yo mismo. Veías al cobarde en mí.

—No es fácil enterarte de que tu novia es una mujer lobo, por eso quería prepararte antes de decirlo, pero ya ves, no tuve el tiempo necesario.

—Ni a alguien comprensivo al lado. —no dije nada, decir algo solo sería meter el dedo en su herida y decirle: “ sí fuiste muy egoísta”.

Debía recordar que vine a arreglar las cosas y no a seguir complicando todo.

Él comenzó a sentarse en la cama, mirándome directo a los ojos y tal vez quería ver eso, pero veía tanta amor transmitiendo a través de ellos, que dentro de mí, sentía un sube y baja de emociones.
Siempre de niña creí que si era buena la Diosa Luna se apiadaría de mí y me evitaría el drama de tratar con un compañero que me entendiera, claro que fue erróneo, ya que ahora, al verlo frente a mí, sabía que aún nos quedaba mucho por solucionar.

—No vine a pelear, en verdad quiero estar contigo y que esto que está dándose entre ambos siga creciendo. Pero la verdadera pregunta es: ¿Tú lo quieres?. — estaba tan nerviosa, que veía mi mano temblar al llevar un mechón de cabello, hacía detrás de mi oreja. — No quiero que esto sea a medias, si me quieres, me tendrás, pero vengo con una manada de lobos detrás de mí.

—Eso suena un poco intimidante. — sonreí, al darme cuenta de que tal vez no había elegido las palabras correctas, pero era solo la verdad.

—Pero es la verdad. Parte de mi familia y la gran mayoría de mis amigos lo son . Y sé que la idea resulta intimidante como dices, pero no es así, son personas que siempre están ahí para apoyarte y para compartir contigo tanto las cosas buenas, como las malas.

Cada uno de mis recuerdos estaba acompañando por alguien de la manada. Mis cumpleaños, siempre juntos, las navidades y años nuevos, siempre festejando como una familia unida. Como en cada decepción amorosa, una de mis tías estaba lista para levantar mi ánimo, principalmente Tracy y Sophie, quienes me habían enseñado el poder que tenía el chocolate a la hora de curar un corazón herido.
También estaban mis tíos, quienes en su nivel de sobreprotección, pasaron horas enseñándonos cosas valiosas y no podía dejar atrás a mis amigos, quienes eran cómplices de aventuras y secretos. Santiago podía pensar que eran intimidantes y temerles, pero si les daba una oportunidad, podría amarlos de la manera en que lo hago.

—Siento que a pesar de sentirme un poco asustado, me gustaría conocerlos.

—¿Lo dices en serio? —volví a sonreír, solo que esta vez las lágrimas formándose en mis ojos eran muchas más.

—Anoche te dije que te amo y esto no lo cambiará. Si ellos son tu familia, estoy listo para darles una oportunidad, o pelea, aunque salga perdiendo. Solo espero que no me reciban como tu padre.

—No lo harán. —dije antes de besarlo.

No podía creer que casi lo pierdo, no por un error, sino por el miedo de ambos. El mío a confiarle algo tan grande y el suyo  de enfrentarlo.
Ahora que habíamos aclarado lo nuestro, solo quedaba solucionar todo con mis padres. Estaba lista para la próxima batalla, mis energías renovadas y mi esperanza aumentando más y más.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora