Matías
Llegué a casa de Christine al mismo tiempo que sus padres.
En el momento en el que Tracy, la madre de mi compañera, me vió, no dudó en dirigirse, a paso acelerado, hacía mí. Sabía que necesitaba escuchar noticias positivas, pero no las tenía y si estaba aquí ahora, era para conseguir algunas prendas de Christine y así poder rastrearla.—Dime que sabes algo, por favor, lo que sea. — ella apoyo sus manos en mis hombros y odiaba no poder darle la tranquilidad que buscaba. — Necesito saber que mi hija está bien.
—Tracy, debes calmarte.
—No me pidas que me calme, Robert. No puedo y no quiero, no lo haré hasta que Christine este frente a mí.
La entendía, ya que tampoco me lograría sentir tranquilo hasta ver a Christine segura.
—No he encontrado ninguna información sobre ella y no voy a esperar que las horas pasen para buscarla. —Conocía el protocolo e informar su desaparición no serviría de nada. —Voy a buscarla yo misma.
—Jack ha puesto a Johan a buscarla. —Asentí hacía Robert, recordando que Johan era uno de los tíos de Christine. Otro rastreador.
—Estoy seguro de que hará su mejor esfuerzo por encontrarla y no dudo de sus capacidades, pero no me quedaré esperando alguna noticia, la buscaré yo mismo.
Es mi culpa que ahora ella se encontrará en manos de esos malnacidos. Fui yo quien arresto a esos malditos mocosos, fui quien acepto el caso y fui quien se negó a besar sus malditos traseros y aceptar sus órdenes.
Debería ser yo a quien tendrían que haberse llevado y no ella, quien lo único que había hecho mal, es aceptarme.—¿Crees que podrás encontrarla? —Asentí, sin ninguna duda.
—Soy bueno en mi trabajo.
—No dudo sobre ello, pero esto es diferente.
—He rastreado personas sin dificultad, desde que desarrolle mis capacidades cambiaforma.
Él mismo día de mi transformación, había ayudado a mi padre con una desaparición. Aunque esperaba que está no acabará como aquella vez.
Varios móviles de policía llevaban días rastreando a una joven desaparecida, sin lograr dar con ella. Luego de mi transformación, me había unido a ellos, tardando solo dos horas en encontrarla. Y aunque había llegado tarde, aún había una estela del olor del asesino en el lugar, el cual tampoco había tardado en encontrar.—Iré contigo. —ambos dirigimos nuestras miradas hacia Tracy.
—Es peligroso.
—No me importa Robert, iré.
No iba a meterme en medio de la discusión entre ambos, por lo que los dejé allí afuera e ingresé a la casa, buscando una de las blusas de mi compañera.
Una vez con su olor grabado a fuego en mi nariz, aleje la tela y capte un ligero, demasiado ligero, rastro.Regresé al exterior, donde no solo encontré a mis futuros suegros, sino a varios miembros más de su familia.
—Robert nos informó que planeas rastrear a Christine, iremos contigo. —a diferencia de Tracy, a Gael podría llevarlo. Por lo que escuche él estaba entrenado para esto.
—Mi padre y Nathan han ido junto con Johan, también necesitarás apoyo. —Asentí hacía Cedric, antes de regresar la mirada a Tracy.
—La traeré, prometo que la traeré sana y salva.
Vi la lucha interior que estaba librando, pero aunque insistiera, no estaba en mis planes que ella nos acompañará.
Detrás de ellos, Benjamín hablaba con su esposa y si debía adivinar él también vendría.—Voy a enloquecer si me quedo aquí.
—No lo hará, estará rodeada de personas que no lo permitirán.
—También iré, ella es mi hija. —Asentí, viendo como el número aumentaba.
Volví a inspirar con fuerza, tratando de no perder el hilo del aroma de mi compañera.
—Muy bien, entonces andado.
—¡Alto ahí! —Gritó una voz y maldije. —¿Qué están planeando? ¿A dónde van? Robert, ¿Acaso planean ir a jugar sin mí? Me ofenden.
—No es momento para tus bromas.
—No son bromas, pero también quiero ir. —No me importaba si venía o no, solo quería irme cuánto antes. —Fosforito, es mi ahijada, diles que me lleven, quiero ir.
—Esto no es un juego fortachón, sé que quieres ir y estoy segura de que te llevarán, pero deja de comportarte como un niño.
—¿Un niño? ¿De qué lado estás mujer? ¿Acaso sabes con quien estás hablando?
—A esto me refiero, están todos muy asustados, no es momento para bromas.
—No bromeó con la seguridad de los míos.
No permitiría que continuarán con esto.
—Es momento de irnos, ya basta de discusiones. — de lo contrario me iría sin ninguno de ellos.
—Higgins tiene razón, debemos irnos, pero se equivocó en lo de la discusión. No era eso lo que hacíamos, con mi Fosforito solo dialogamos, jamás discutimos, tenemos un amor puro y sólido.
—¡Deja ya esa mierda papá!
Sin esperar más tiempo, comencé a avanzar, siguiendo su olor, concentrándome solo en ello, sin saber si venían detrás de mí o no.
Caminé durante veinticinco minutos, hasta que el rastro era intenso. Había acallado cualquier sonido, había olvidado cualquier otro olor, excepto el suyo y ahora estaba a pocos pasos.—Deténganse. — ordené, observando con detenimiento el lugar.
—¿Encontraste algo? — inquirió Benjamín y asentí.
—Christine está allí. — Señalé hacía una gasolinera.
—¿Estás seguro? —Volví a asentir. —Entonces, ¿Qué estamos esperando?
Entendía a Robert, por fin sabíamos dónde se encontraba Christine, pero no podíamos ir ahora.
—Estoy contando un total de diez hombres armados. Si vamos ahora no dudarán en disparan y si una de esas balas se desvía, podríamos provocar una explosión.
—Los demás están aquí. —Cedric hizo un gesto hacia el grupo de hombres que se acercaba a nosotros.
—Esto va a ser difícil, hay cinco hombre por cada lado. — informó Johan, aún cuando ya lo había descubierto. —Hemos rodeado el lugar y no hay entrada posible.
—Entonces debemos hacerla.
—Tú no. A ti te conocen, iré yo. Hace poco llegue y no me han visto.
—¿Estas seguro? — Johan sonrió de lado y se pusó de pie, alejándose de nosotros.
Pocos minutos después, lo vimos avanzar hasta la gasolinera, acercándose a uno de los hombres y mostrándole algo en su teléfono. Cuando el hombre empezó a hacerle señas, Johan lo atacó, para luego arrebatarle el arma de su espalda.
—Al diablo con esto, no me quedaré esperando. Querían darme una cálida bienvenida, pues espero que se luzcan. —gruñí, saliendo del lugar donde me escondía y corriendo hacia ellos.
Era hora de luchar como los lobos que somos y no de escondernos cómo perros asustados.
Si querían disparar, que lo hicieran. Al final del día, me encargaría yo mismo de hacer explotar este maldito lugar.

ESTÁS LEYENDO
Jugando limpio
Loup-garouLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...