12

3.7K 578 40
                                    

Santiago



Cuatro días, hacía cuatro días que había dejado a Leticia en su casa y que no la había vuelto a ver.
No se había presentado en ninguna de las clases que compartíamos y por lo poco que logré investigar, tampoco se había presentado a las demás. Por lo que no podía evitar sentirme preocupado.

Había estado enferma y no tenía a nadie con ella, sin embargo en cada mensaje o llamada que le realizaba, ella solo me decía que se encontraba bien, pero era difícil créelo cuando había visto cuan mal se encontraba ese día.
Cansado de sentirme inmensamente preocupado por la castaña que no abandonaba ninguno de mis pensamientos, decidí ir a su casa. Era algo que debí hacer hace tiempo, sin embargo estaba retrasándolo, tratando de evaluar los nuevos sentimientos que ella me provocaba.

Era evidente que  me sentía atraído, que no era inmune a su encanto. Demonios, estaba cayendo. Error, yo mismo estaba lanzándome directamente a sus pies.
Quería decirle algo, quería hacer muchas cosas, pero siempre me detenía al no saber que es lo que ella quería.

Cuando llegué a su casa, baje del auto, al verla caminar con la mirada hacía abajo, directo a su puerta.
Estaba vestida como si una ola invernal nos hubiera atacado, incluso gorra y bufanda traía puesta. Sin dudas ella no era de estos lugares.

—¿Qué hace Blanca Nieves fuera del hogar? —Ella volteó y me observó con una gran sonrisa.

—¡Santiago! —dijo pareciendo feliz de verme.

—Vine a verte porque van varios días en los que no te presentas a la universidad y me preocupé de que algo malo hubiera podido pasarte.

—Solo esperaba sentirme del todo bien y acabar los medicamentos antes de volver, ya sabes, quería evitar una recaída. —Metió la llave en la cerradura y abrió su puerta, volteando hacia mi. —Ven, esta un poco fresco aquí afuera.

No iba a rechazar su oferta, quería pasar tiempo con ella. No la sacaba de su cabeza, no podía quitar la imagen de ella en mi cama, allí recostada como si ese hubiera sido siempre su lugar.
Estos días todo parecía girar a su alrededor, no dejando que me concentré en nada más. No prestaba atención en ninguna de las clases, ni en los entrenamientos, de los cuales había sido castigado más de una vez, teniendo que realizar el doble de ejercicios diarios. Pero no podía no preguntarme como se encontraba, deseaba verla y no lo había podido conseguir.

—¿Quieres beber algo? —preguntó, pero no espero a que respondiera, antes de encaminarse hacía la cocina.

Como si mis pies tuvieran vida propia, comenzaron a seguirla, entrando tras ella y acorralándola entre mis brazos y la isla.
Ya no lo resistía, la tenía tan cerca, que necesitaba atraerla aún más hacía mi.

—Te instalaste en mi cabeza y de allí no sales, no podía seguir sin verte, lo cual es ridículo ya que solo pasaron cuatro días. No se lo que provocas en mi, son demasiados sentimientos tan repentinos, que incluso temo que se convierta en una obsesión. —llevé una de mis manos a su mejilla, mientras la otra se instaló en su cintura. —Déjame intentarlo, tengo que hacer algo antes de perder la cordura.

Ella mantuvo el silencio entre ambos, uno que me decía que lo quería, que esperaba a que actuará de una vez.
Pero no fue hasta que vi como su lengua pasaba por su labio inferior que no resistí la urgencia de unir nuestros labios.

Nuestras bocas se movían hambrientas, la una de la otra. Sus labios eran como una droga, una que me volvía un desesperado, queriendo más y más.
Sus brazos rodearon mi cuello, mientras la alzaba, sentándola sobre la isla de granito, dejando que nuestro deseo actuará por fin a rienda suelta.

Cuando la necesidad de aire fue mayor, nos alejamos solo un poco, pudiendo así ver la sonrisa que surcaba su rostro, una que seguramente estaba tatuada en el mío, igual.
Era satisfactorio entender que la atracción que sentía por ella, era correspondida de igual manera.

—En serio me gustas. —Acaricié su nariz con la mía—Y me gustas mucho.

—Tú también. —respondió, sin dudarlo ni un segundo.

Estaba listo para volver a besarla, pero su teléfono comenzó a sonar y al ver el nombre de Abby allí, ella me empujó y respondió sin dudar.

—Abby, ¿Qué paso? —preguntó, mirándome con una mirada de disculpa, mientras caminaba hacía la sala.

Mientras estaba allí, parado solo, decidí terminar de preparar los cafés para ambos.
Cuando Leticia regresó, parecía preocupada y en su rostro se había instalado un ceño, un poco preocupante.

—¿Malas noticias?

—No, nada de eso. Es solo que debo llamar a uno de mis tíos, pero lo haré más tarde, ahora quiero pasar más tiempo contigo. —ella se acercó, envolviendo sus brazos en mi cintura y apoyando su cabeza en mi pecho.

Era extraño volver a estar así con alguien después de lo que paso con Rebeca. El verme abrazado a ella, frotando su cabello y no queriendo soltarla.
Claro que era alguien diferente, Leticia era mucho más cariñosa y mucho más humana, que mi ex. Es por eso que la idea de dejarla sola me disgustaba y casi sen pensar me oí preguntarle:

—¿Quieres ir a casa esta noche? —ante su mirada, no tarde en explicarme. —No pienses mal. Pero no quiero que estés sola aquí, cuando aún estas sintiéndote mal.

—No lo sé, además ya estoy mejor.

No estaba dispuesto a rendirme, no ahora que ya la consideraba mi chica.

—Por favor Leticia, solo cenaremos algo y veremos algo con los chicos. —Tenía que lograr convencerla.

—¿Seguro que no les molestará?

—Para nada. Flavio comenzará a hablarte de deportes y Drew tratará de volver a examinarte. Me ha preguntado cómo seguías.

—De acuerdo. Sin embargo iré luego, en mi auto. Tengo un par de llamadas que hacer y preparar algunas cosas. —Se separo un poco de mi y tomó la taza que le entregué.

Estaba bien con ello, al menos hoy podría estar tranquilo de saber que se encontraría bien.
Tomé su mano y nos guie a la sala, me quedaría un tiempo más a su lado.

—Por cierto, esta vez serás tú quien deba pasarme los apuntes, por lo que espero que anotaras bastantes cosas.

No tendría suerte, todo lo que hice en esas clases fue buscarla y pensar en ella.


Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora