27.

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Jade







Estuve esperando a Lyra hasta altas horas de la madrugada, claro que fue inútil, puesto que el sueño llegó antes que ella.
Pero ahora, con los rayos del sol entrando por mi ventana, no podía dejar de preguntarme si había llegado o había pasado la noche con su compañero.

Hoy seria el día, hoy por fin me diría todo acerca del misterioso chico.
¿Qué podía ser tan grave, como para intentar esconderlo bajo siete candados?

Ella solo me había dicho su nombre y aunque ese día no estaba en todos mis sentidos, aún lo recuerdo, era :  Iván.
También me habló de que era peligroso y poco confiable, pero no tenía idea de cuánto y eso estaba volviéndome loca de preocupación.

¿Y sí era un prófugo de la justicia? Esa era una opción, pero con Lyra podríamos vencerlo en caso de que enloquezca. Bueno, eso a menos... a menos de que sea un lobo como nosotras.
¿Y sí era un lobo, asesino y prófugo? Esa era una excelente razón para no querer presentárselo a nadie. Ciertamente no la imaginó presentándoselo a Jack. 

Cansada de las teorías locas que mi cabeza no dejaba de formular, me levanté y comencé a caminar hacia su habitación.
Antes de exigir respuestas, debía comprobar que estuviera en su cuarto. Sin embargo al abrir la puerta, su cama estaba tendida, dejándome saber que no había dormido aquí anoche.

—¿Lyra, dónde estás? — pregunté a la nada, cerrando la puerta de su habitación.

Mientras caminaba por el pasillo hacia la cocina, no dejaba de pensar en ella. ¿Estaría bien? ¿Acaso le habría sucedido algo malo?.
Pensar en que le hubiera sucedido cualquier cosa, anudaba mis entrañas. ¿Qué le diría a Megan y a Jack? Iba a meterme en millones de problemas.

Luego de poner el agua a calentar, para hacerme un te, me apresuré de regreso a mi habitación en busca de mi teléfono, necesitaba saber si había llamado o dejado un maldito mensaje siquiera.
Pero al encender la pantalla, ningún mensaje de Lyra se encontraba a la vista.

Esto no fue parte del trato, se suponía que solo serían unas horas, pero esto era demasiado.
Marqué su número y esperé a que respondiera. El tono sonaba y sonaba, pero no había respuesta. Cuando el contestador me saludo, volví a marcar y lo hice otras tres veces, todas para recibir la misma respuesta de la máquina.

Me sentía nerviosa, preocupada y completamente fuera de mí. ¿Qué tenía que hacer? ¿Debería llamar a mis padres y contarles o acaso debería llamar a Jack?
¡Demonios! No podía exponerla, provocando que si nada le hubiese sucedido, debiera enfrentar un huracán al regresar. Pero si al menos me respondiera las llamadas, si solo me dijera que se encontraba bien, pero no.

Mientras preparaba mi te, me dije que si en dos horas no tenía una respuesta, llamaría a alguien.
Solo deseaba que en esas dos horas apareciera.

El tiempo pasaba tan rápido o quizás a mí se me hacía, pero luego de limpiar un poco y tomar otros dos te, las dos horas habían pasado y Lyra seguía sin dar noticias. Quería darle más tiempo, pero mis nervios aumentaban y eso no era bueno en mi estado. Por lo que luego de dos respiraciones profundas, marqué el primer número que vi.
A diferencia del número de mi amiga, mi hermano no tardó sino dos tonos en responder.

—¿Qué pasa Jade, ya nos extrañas? —ojalá fuera eso, pero esta vez era algo un poco más importante.

—No es eso. —no tenía idea de cómo decírselo. —¿Crees que puedas venir y no decírselo a nadie?

—Jade, ¿Qué está sucediendo? —el anterior tono tranquilo, había desaparecido de su voz y ahora solo se escuchaba molesto.

—No lo sé y ese es el problema. ¿Puedes venir o no?

—Estoy saliendo para allá. —dijo antes de colgar.

Comencé a caminar de un lado a otro, preguntándome qué le diría, qué explicación razonable podría decirle, pero no tenía idea.
Volví a marcar el número de Lyra tres veces más, volviendo a recibir el saludo automático.

A este punto, era una masa de nerviosismo, sintiendo como dentro de mí una bola de fuego subía y bajaba por mi garganta, amenazando con sacar fuera el poco desayuno que ingerí.
Nunca debí acceder a ayudarla, pero cómo iba a saber que ahora estaría así, las anteriores veces había regresado a casa o mínimo atendido mis llamadas.

Cuando la puerta sonó, corrí, consciente de que se trataba de Gael.

—Dime ¿Qué demonios está sucediendo? —dijo apenas abrí la puerta.

Me hice a un lado, dejándolo que ingresará a la casa.

—No lo sé, es que, bueno yo…

—¿Tú qué? ¿Puedes hablar de una vez? Estás empezando a asustarme. — ¿Y me lo decía a mí? Estaba a nada de escalar las paredes.

—Anoche les mentí.

—¿Nos mentiste? No creo estar siguiéndote hermanita, ¿Podrías ser más clara?

—Les dije que Lyra había ido a buscar un antojo, pero no era verdad. —me quedé en silencio y mordí mi labio, esperando una respuesta que no llegó. — Ella me pidió que la cubriera y eso hice, pero estoy preocupada porque nunca volvió y no responde mis llamadas, me estoy volviendo loca.

—Tal vez esta en casa de alguna amiga o en la universidad.

—Tú no lo entiendes Gael, ella iba a encontrarse con su compañero, compañero del que no se nada a excepción de lo que ella me dijo y no es nada bueno.

—Ven aquí. —nos dirigió hasta el sillón, dónde se sentó junto a mí. — ¿Por qué no es nada bueno?

—Me dijo que era peligroso, incluso anoche me dijo que no quería traerlo aquí para no exponernos. —entonces sentí una lluvia de miedo caer sobre mí y empaparme hasta los huesos.  — ¿Y si ella sabía que algo malo pasaría? ¿Qué hago Gael?

—Decirme qué más sabes de su compañero.

—No sé nada, absolutamente nada. Ella fue muy reservada con respecto a él.

—Voy a llamar a Cédric. — sabía que lo haría y ya no podía detenerlo. — Si algo te sucediera, me gustaría que él me lo dijera.

—Estaba pensando en llamarlo, ya no sé que hacer. — ya no podía dejar de llorar, me sentía tan culpable de lo sucedido.

Si algo había pasado nunca podría perdonármelo.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora