C.23

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Iván




Con los días nos poníamos más y más alertas, habíamos empezado a tomar turnos para que no nos atacarán por sorpresa.
Mientras unos dormían, otros vigilábamos, lo que a pesar de parecer algo que les daría seguridad, mantenía a todos un poco nerviosos. Lyra era una de las que más paranoicas estaba, siempre mirando por la ventana, escondiéndose detrás de la cortina. Pero otros, como por ejemplo, Jade, Sophie y Dylan, se habían marchado y actualmente estaban quedándose en casa de Drew y Santiago.

No había sido sencillo convencerlas y estoy seguro de que si fuera por los demás, la mayoría de las mujeres se habrían ido, pero ellas fueron las únicas que cedieron.
Las demás, estaban aquí, aferrándose a sus compañeros hasta el último momento.

—Sigo pensando que tu madre y las demás deberían haberse ido. No es seguro estar aquí y nadie sospecharía de un grupo de mujeres. —Cédric me dio una expresión que claramente significaba un : ¿En serio?

—Ya las escuchaste, son más tercas que una mula. Todas, porque no hay ninguna que sea diferente.

Estos días nuestra relación había empezado a ceder, creo que por fin había visto que su hermana me preocupaba en verdad.
No había sido para nada sencillo, ya que nuestras primeras noches de vigilancia habíamos permanecido en completo silencio y solo hablábamos con Aryeh o Jonás.

—Sin embargo creí que tu padre lograría convencer a tu madre.

—Nunca ha logrado hacerlo, es demasiado parecida a Lyra. Ella puede prometerte algo, pero que no te sorprenda que llegado el momento haga lo que se le plazca.

Esa información no era muy buena, ya que ella me había prometido que no se involucraría en la batalla y ahora esto solo me preocupaba.

—¿Y Aysel?

—Ella es otra imprudente. Terca cómo ella sola, no le importa lo mucho que me preocupa, no es suficiente con que mi madre y hermana se expongan, ella se niega a escucharme. Pero no creas que es así desde ahora, no, desde el día en que la conocí no ha hecho otra cosa que llevarme la contraria. —Dio un largo suspiro y sacó su teléfono. — A este paso, no lograré sobrevivir mucho tiempo, mi familia no se cansa de exponerse.

—Lyra me prometió que no hará nada y que se mantendrá quieta.

—¿Y tú le creíste?

—Lo hice. —Confesé, sintiéndome un imbécil.

—Cuando vino a la ciudad también prometió cuidarse, pero ya nos ves ahora, estamos a la espera de que nos ataquen. Ella no creo que lo haga con maldad, pero es impulsiva e inmadura. Sigue siendo una niña, a pesar de su edad.

—He notado que su mayor motor es hacerlos sentirse orgullosos, pero no elije el camino correcto.

—Ahí te equivocas, ella misma nos confesó que lo hizo para vivir una aventura. Lo que Lyra quiere no es que estemos orgullosos de ella, porque ya lo estamos, ella quiere sentir orgullo propio. — ¿Lyra les había dicho esto? ¿Cuándo? — Mientras estabas inconsciente tuvimos una discusión y nos confesó ansiar las aventuras que nuestros padres tuvieron, sin embargo, como ellos le dijeron, muchas cosas no se contaron para no asustarnos de niños. Ahora creo que de haberlo hecho, nos hubiéramos ahorrado todo este problema.

—Pero ni tú, ni los demás sintieron jamás esa necesidad.

—Cada uno tuvo que sobrepasar sus propios problemas con sus compañeros, algunos más peligrosos que otros, pero todos tuvimos tiempos difíciles. ¿Crees que hubiera sido problemática su relación si no sucedía de esta manera?

—Creo que nos hubiese costado más lo que es el encuentro, pero la relación sin dudas hubiera sido mucho más sencilla. Ella se limitaba, no se permitía confiar en mí, creía que al enterarme lo que planeaba en verdad, le daría la espalda y aunque fue un poco decepcionante descubrirlo, llegue a quererla.

—Ella sola se complicó las cosas, si las hubiese dejado correr como debía, ahora quizás estaríamos todos juntos de otra forma.

—¿De qué hablan? —Aryeh volvió a sentarse junto a nosotros, tomando el café que había ido a preparar, casi una hora atrás.

—De lo tercas que son las mujeres. —respondí.

—Y la cantidad de problemas y preocupaciones que nos causan. — sumó Cédric.

—Yo sigo sin creer que Samy se negará a irse, ella siempre es tan pacífica y creí que acompañaría a su madre, pero se negó. —Aryeh no parecía ni un poco preocupado. —Sin embargo mañana lo hará, con Logan, logramos convencerla.

—¿Cómo lo lograron?

—No fue sencillo, pero le explicamos que Sophie estaría probablemente preocupada por todos y le hicimos ver, de manera tal vez un poco insistente, que si ella estaba a su lado, seguro sería una distracción agradable. —¿Y ella había caído con eso?

—Básicamente la manipularon. —Cédric negó, con una sonrisa de lado. — Intenté lo mismo con Aysel y con mi madre, pero no funcionó.

—¿Fue tan sencillo? —mi sorpresa pareció divertirlos a ambos.

—Samara y Leticia, son las únicas dos lobas que escucharán a los demás, ellas saben que si se los dices es por su bien. —Aryeh parecía feliz con esto y lo entendía, ya quisiera que Lyra me escuchará.

—Y si se niegan, al rato se sentirán demasiado culpables, al punto de que ellas mismas se disculparan y terminarán haciendo lo que se negaron a hacer antes.

—Mañana volveré a intentar hablar con Lyra. —Intentaría como sea que se vaya y sospechaba que podría conseguir que ella y su madre lo hicieran.

Ambos al escucharme estallaron en carcajadas, claramente no confiaban en mi poder de convencimiento, pero no podía culparlos, ya que ni yo lo hacía.

—Suerte con eso. —dijeron ambos al unísono, pero las risas de golpe murieron, cuando las ventanas comenzaron a estallar y los ladrillos golpeaban el suelo, junto a los vidrios.

—Están aquí. —anuncié y enseguida miré hacia el  pasillo. —Rápido, hay que asegurarnos de que ellas estén seguras.

Los tres corrimos y comenzamos a alertar a aquellos que aún seguían dormidos, aunque la mayoría ya estaba alerta.





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