Final

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Matías





El último mes había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Los primeros días me había encargado de tramitar los días de vacaciones que me debían, solo para poder acompañar a Christine a la manada. Los siguientes veinte días, los habíamos pasado en su hogar, en lo que creí sería un viejo pueblito, con casas pequeñas y calles de tierra. Claro que nunca antes había vivido en una manada, ya que mis padres desde antes de mi nacimiento se habían establecido en la ciudad.
Pero este lugar no era lo que esperaba, se veía igual a la ciudad, solo que sin el tráfico del infierno, sin los grandes edificios y sin el caos.

Habían calles bien asfaltadas, sin siquiera un hoyo, las casas eran grandes y bien edificadas. Sin ir más lejos, la casa de mis suegros tenía espacio para que todos viviéramos aquí, incluidos mis padres.
La escuela no tenía nada que envidiarle a la de la ciudad y la estación de policía, la cual se encontraba a cargo de Benjamín, estaba mucho mejor organizada que en la que estaba trabajando. No me molestaría trasladarme a un lugar así, pero mi compañera solo parecía querer quedarse unos días.

Fue imposible no sentir ese aire de hogar, el deseo de sentirse parte del lugar.

—¿En qué piensas? —Beau se acercó a mi y sonrió hacia Laurie, quien bailaba junto a Ruby.

—En lo bien que se siente estar aquí.

—Tengo que estar de acuerdo contigo. Cuando vine por primera vez, las cosas no fueron sencillas, ya que Ryan me declaró la guerra por ser hijo del dueño de un bar de strippers. — alcé una ceja, sabiendo que en el lugar de Ryan tampoco estaría muy tranquilo. —Sin embargo con el tiempo me aceptó y luego de los muchos viajes hacia aquí, terminé por establecer un nuevo bar y mudarme.

—¿Nunca te has arrepentido?

—Para nada. —Dijo con una amplía sonrisa. —Aquí está Laurie, tengo buenos amigos, un establecimiento que solo crece y tranquilidad. No se ven muchos problemas por estos lados, lo que sin duda me alargará la vida.

—Con el tiempo me gustaría trasladarme aquí, pero es una decisión que no puedo tomar solo.

—¿Crees que Christine no lo querrá? —No podía asegurarlo. — Ella se volverá loca si se lo propones. En mi caso no tengo mucha familia, solo a mi padre y a veces se olvida que soy su hijo, por lo que ver la unidad familiar que ellos tienen, me hace desear que mis hijos se críen en un ambiente así.

—En mi caso es muy pronto para hablar de ello.

—En el mío no, solo faltan seis meses y que todos aquí se enteren.

Eso sin dudas llamó mi atención y volteé a mirarlo, alejando la mirada de todos los demás.

—¿Nadie lo sabe?

—¿Saber qué? —Ryan se acercó junto a Jack a nosotros, provocando que Beau tragara saliva.

Miré a los lados, tratando de conseguir ayuda en caso de que el infierno se desatará entre estos dos. En el momento que Benjamín atrapó mi mirada, le hice un gesto para que se acercara, algo que hizo luego de murmurarle algo a su esposa.

—¿Qué es lo que nadie sabe, Beau? —Insistió Ryan y Beau solo pudo cuadrar sus hombros y respirar profundamente.

—Lo diré, a la larga se sabrá y no tengo porque ocultarlo. Voy a ser padre y usted será abuelo, ya que en unos pocos meses Laurie tendrá a nuestro bebé.

Ryan al principio se quedó quieto, sin alejar la mirada de Beau, pero luego volteó a ver a Jack, antes de regresar su atención a su yerno.

—¿Lo quieres repetir?

La música había disminuido y Laurie junto a su madre caminaban directamente hacia nosotros. Por su parte mi compañera me interrogaba con la mirada y solo podía encogerme de hombros.

—¿Qué está pasando? —preguntó Abril, pero su esposo solo observó a su hija.

—¿Estás embarazada? —Laurie lanzó una mirada de enojo a Beau, quien se negaba a mirarla.

—¡Así no quería que se enteraran! Beau, eres un cotilla cómo mi papá.

—¿ Entonces lo estás?

—Lo estoy. —Se encogió de hombros y se puso entre su padre y su compañero. — ¿No estás contento? Serás abuelo.

Ryan, dio dos pasos hacia atrás, antes de acercar una silla y sentarse, llevando ambas manos hacia su cabeza.

—Papá tampoco es para tanto, llevamos años juntos y era hora de ser padres.

—Yo estoy feliz, será bueno tener un bebé en la casa.

Comencé a alejarme, seguro de que no discutirían, ya que Ryan parecía más resignado que molesto. No tardaría en sentirse feliz, lo había visto interactuar con Lúa y con Ágatha.

—¿Qué pasó allí? —Christine daba miradas en dirección a Laurie y los demás.

—Ryan se enteró que será abuelo.

—¿Enserio? ¿Laurie está embarazada?

—¿Polvorita está embarazada? —Michael caminó hacia nosotros. —¿Cómo no sabía algo tan importante? Fui el primero en cargarla, quien la llevo a su compañero, su cómplice, padrino y luz en su vida, ¿y no me lo contó? Me siento traicionado.

—Creo que todos acaban de enterarse. —Murmuré, pero él no me escuchaba.

—Es inaudito, no puedo tolerarlo. Pequitas, ¿Tú si me lo contarás? Exijo ser el primero en saberlo, incluso antes que Higgins.

—No creo que eso suceda pronto. —Christine me miró como con una disculpa, pero tampoco me sentía preparado para un bebé. — Es algo que ni siquiera hablamos con Matías.

—Aún tenemos muchas cosas más para hablar. —como el mudarnos a este lugar.

—¿Y que esperan para hacerlo? Quiero muchos niños a los cuales malcriar, yo les enseñaré lo bueno de la vida.

Creo que esas palabras no eran las adecuadas, no estaba muy seguro de querer que les pegue la locura a mis hijos.

—¿No felicitaras a Laurie, padrino? —preguntó Christine, regresando su atención a la nombrada.

—Si eso haré, aunque estoy molesto por ser el último en enterarme. —con eso empezó a alejarse en dirección a los demás. —¡Polvorita, ¿Por qué no me dijiste que serías mamá?!

Christine tomó mi brazo y comenzó a alejarme del tumulto familiar, en dirección al jardín.

—Nada mejor que una noticia así para pasar nuestra última noche aquí. ¿No crees?

—¿Segura que quieres irte?

Por unos momentos no respondió, solo se sentó en el pasto y observo el cielo.

—No quiero irme, este es mi hogar, pero tampoco quiero estar lejos de ti. Eres mi compañero y te quiero, sé que tu trabajo y familia están en la ciudad y no puedo pedirte seguirme aquí.

—¿Y si también quisiera venir a vivir aquí? — me senté a su lado.

—¿Lo quieres? Porque tengo que advertirte que esto siempre es así. Tengo una familia de metiches que siempre estarán detrás de nosotros.

—Quiero venir a vivir aquí, sobretodo por tu familia metiche.

Ella me observó en silencio unos segundos, antes de inclinarse y besarme.
Podría acostumbrarme a vivir así, rodeado de familia, sin preocuparme por ocultar a mi lobo y con mi compañera feliz.

—Me haces feliz, ¿Lo sabes?

—Lobita, es lo único que quiero en la vida, que seas feliz, junto a mí.

Y desde hoy, no permitiría que nadie volviera a atentar contra mi familia. Ella nunca volvería a estar en peligro , ni sola.














Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora