25

3.7K 561 29
                                    

Leticia







No sabía a dónde ir, ya que en mi bolso solo traía un poco de dinero y volver a casa no era una opción, no cuando estaba furiosa con mis padres.
Ambos, desde su postura, sentían que tenían razón, pero no se daban cuenta del error en el que estaban.

Mi madre trataba de tapar el sol con un solo dedo, aún cuando era demasiado ridículo. Es decir, no era la primera vez que hablábamos sobre esto, pero ella no dejaría de verlo como algo pasajero. Mis sueños parecían ser nada junto a los suyos.
Y mi padre, con él es con quién estaba aún más molesta. ¿En qué demonios pensaba? Sabía que sería difícil que acepte a Santiago, pero convertirse y tratar de intimidarlo ya era demasiado incluso para él.

Pero ellos no eran los únicos, a pesar de estar triste, me sentía traicionada por él, por mi compañero.
¿Dónde quedó el chico tierno y comprensivo? Si él sentía que yo había mentido, ¿Qué había hecho él entonces?

Dijo que me apoyaría, que se quedaría conmigo a pesar de los fantasmas y a la primera aparición solo corrió y ni siquiera volteó, no le importó lastimarme.
Él era en realidad igual o más egoísta que mis padres y en cuanto lo tuviera frente a mí no dudaría en decírselo.

Pero ahora, aquí en mi auto, estacionada en medio de una calle completamente vacía, me negaba a responder las llamadas que no dejaban de llegar a mi teléfono.
Mi mamá, mi papá, Uriel, Michael, Logan, Jack, eran algunos de los que prefería abstenerme por ahora. No quería hablar, ni que intercedieran para que me tranquilizara. En estos momentos el enojo era bueno, porque dejaba salir afuera mi verdadero carácter, aquel que escondía para hacer bien a quienes amaba.

Los conocía muy bien a todos y como le respondiera a uno, incluso a Uriel, todos terminarían enterándose y en menos de lo que dura un estornudo, estaría volviendo a discutir, porque una cosa era segura, se les acabó la niña tierna, ahora sí vería por mí.
Mientras tomé mi teléfono con la clara intención de apagarlo, no pude evitar ver uno de los últimos mensajes que habían llegado.

No era un número que tuviera entre mis contactos, por esa razón lo abrí y al hacerlo sentí cómo podría encontrar una solución temporal a mí problema.

*Desconocido: Tal vez soy una de las personas de las que no quieres saber, pero me acabo de enterar lo que sucedió y me preocupas. Llámame, Drew.

Las llamadas no dejaban que pudiera tomar una decisión tranquila. Pero él quizás podría conseguirme un lugar en el cual quedarme, mientras decido que hacer.
Pulse ignorar, a la llamada entrante de Cedric y escribí un rápido mensaje para Drew. El cual por suerte pude terminar antes de que el nombre de Logan apareciera.

*Leticia: Búscame en la 5 frente al museo y por favor no le digas a Santiago.

No quería verlo, si él pudo alejarse de esa manera de mí, también podría hacerlo.
Su actitud me lastimó, solo necesitaba que me comprendiera, pero no lo hizo, por eso ahora debía calmarme y sola encontrar la solución a todos mis problemas.

*Drew: Voy en camino.

Apoyé mí cabeza contra el volante y observé los demás mensajes, todos me pedían que les respondiera, me preguntaban dónde estaba, preocupados ahora, después del huracán Fenn.
Como siempre sucedía, era el momento de buscar víctimas y por desgracia, esa era yo. Mi padre arrasó con todo a su paso en cuestión de segundos, dejándome sola y demasiado herida.

Cansada de pensar en cómo se sentirían ellos o si debería decirles que estaba bien, apagué el teléfono y lo guarde en el bolso. No le daría razones a nadie.
Lo que pareció una eternidad, en la cual lo único que hice fue centrarme en la enorme luna iluminando la calle, sirvió como distracción mientras Drew aparecía. Pero cuando él golpeó mi ventanilla, no tarde en bajar y abrazarlo.

-¿Alguna vez sentiste que tu mundo colapsa, viendo cómo todo se cae a pedazos frente a tus ojos y no puedes hacer nada para impedirlo? Bueno, justo así me siento ahora. - lo abrazaba tratando de encontrar algo a lo que aferrarme y no caer junto a todo lo demás.

- Tú no eres una persona negativa, trata de encontrarte. Además tienes que recordar que aunque a veces sientas que el cielo se cae a tu alrededor, no debes rendirte jamás. Para cada día, hay un nuevo día. - lo solté y fruncí el ceño hacía él.

-¿Se supone que levantarás mi ánimo con un frase de Chicken Little? -si él creía que eso funcionaria estaba en verdad equivocado.

-Claro que no, pero hace tiempo quería usarla y me diste el pie para hacerlo. -se encogió de hombros y una pequeña sonrisa se dibujo en mí rostro. -Ahora dime qué sucedió, porque tú estás aquí triste y en casa Santiago luce como si le hubiera robado la cosa que más quería.

-Mi papá se transformó frente a él. No fue la mejor manera de descubrir a los hombres lobos y a pesar de que intenté explicarle, él me dejó y se fue.

-Jodido imbécil. Lo siento, es mí amigo y lo apoyo, pero no actuó bien esta vez.

-Creí que intercederías por él.

-No lo haré, él lo jodió, él lo soluciona. No es un niño para que esté limpiando sus cagadas, es momento de que solo aprenda de sus errores. Ahora dime algo, ¿Cómo está tu salud?

-Mal, tengo constantes ganas de vomitar y un dolor de cabeza horrible.

-Creo que sé lo que tienes, sin embargo, me gustaría hacerte unos estudios.

-Ya te he dicho que eso es imposible, un análisis de sangre puede dejar al descubierto lo que soy.

Ya se lo había explicado, pero Drew parecía no prestarme atención.

-No te haré una prueba de sangre, confía un poco en mí. -lo observé y aunque aún dudaba, terminé asintiendo.

-¿Crees que podría quedarme contigo? No quiero volver a casa.

-¿Si recuerdas que vivo con Santiago? Porque no me parecías muy abierta a interactuar con él.

-No hablo de tu casa, sino del hospital. Efectivamente, no quiero ver por ahora a Santiago, pero tampoco quiero hablar con mis padres, por lo que volver a mi casa está descartado.

-Vamos a hacer los estudios y luego te llevaré a tu casa, al igual que Santiago no eres una niña y puede que tuvieras problemas con tus padres, pero escapar y esconderte no es la respuesta. Además, no puedo esconderte para siempre en la sala de esperas.

Yo sabía que tenía razón, pero aún así no quería hacerlo.

-Primero los estudios, luego veremos qué hago.

Aunque volver a mi casa no estaba entre mis opciones. Tenía muchas cosas por hacer y debería pensarlas bien antes de ponerlas en marcha.






Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora