C.9

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Iván






—Todos seguro deben estar pensando que soy igual de impulsiva que mi madre. —Lyra giraba la botella de cerveza sin apartar los ojos de allí. —Ella es humana y cuando papá la encontró, ella era perseguida por un ex novio psicópata. A pesar de todos los cuidados que él tenía hacía ella, mi madre quería demostrar que nadie podía limitarla y se exponía una y otra vez.

—Sin dudas te pareces a ella.

—Antes no la entendía, me preguntaba el porqué no podía simplemente quedarse en casa, pero ahora lo se, no es lindo sentirte atrapada, el sentir que todos tienen poder sobre tu vida, menos tú.

Di un sorbo a mi cerveza, sintiendo que ella jamás comprendería.

—Tienes que pensar que nadie manda sobre tu vida, pero en este momento hay que ser cuidadoso y la única manera de hacerlo es quedarte dentro de la habitación.

No quería decirle lo que tenia o no que hacer, no me gustaba la idea de tener un robot que cumpliera mis órdenes, pero tampoco era feliz con la idea de qué algo le sucediera.
Había momentos para comportarse rebelde y otros dónde se debía escuchar lo que te decían.

—Sí papá. — respondió rodando sus ojos.

—Cuéntame más sobre tu familia. —tal vez conociendo el círculo en el que creció, podría comprender mejor su personalidad.

—Bueno como te dije mi madre es la impulsiva, ella se siente aún como si tuviera veinte años, a diferencia de papá, quien es el responsable y siempre desea tener todo en orden. Luego está Cédric, mi hermano, él es como papá, súper analítico, aunque cuando quiere ser divertido, lo es. —mientras ella habla de su familia, no desaparecía la sonrisa de su rostro. —Aysel es la compañera de Cédric, ella es, bueno ella es algo difícil.

—¿A qué te refieres?

—Ella tiene un carácter un poco malhumorado. Cuando mi hermano la conoció, ella se negaba a aceptarlo, él tuvo que trabajar demasiado para conseguirlo.

Esta tal Aysel me recordaba a ella, tenía un humor del demonio y ciertamente no estaba aceptándome como su compañero, no aún al menos.
Por lo poco que estaba descubriendo, ellos eran una de esas típicas familias unidas, esas que eran capaces de luchar contra cualquier adversidad juntos.

—¿Por qué decidiste hacer esto Lyra? Por lo que me dices, tu familia parece ser un buen bloque.

—Ese es el problema, ellos lo son y yo quería demostrar que podía ser igual. Puede ser difícil de comprender, pero cuando vives escuchando las aventuras de otros, las ansias, pero lo que más ansias es el poder dejar de esconderte bajo la sombra de tu hermano. No me malentiendas, Cédric nunca ha hecho nada para que me sienta de ese modo, pero él es el Alfa, digno hijo de nuestro padre y yo solo soy…

—Eres tan digna como lo es él.

—No lo sé. Ahora mismo lo dudo, sino mira la situación en la que nos puse. —ambos observamos a la pareja que había decidido subir al escenario a cantar de manera totalmente desafinada. —Todos deben pensar que soy una irresponsable y tienen razón. Soy como esos dos, solo quise cantar una canción, creyendo que me saldría bien y salió todo terrible.

—Es que no logro entender cómo creíste que podrías tú sola contra una manada completa, es algo imposible.

—Tenía mucha fe en mi misma.

—Eso veo.

Ella en serio estaba loca. ¿Se enfrentó a una manada, solo porqué tenía fe en si misma? ¿Qué seguiría, nadar entre tiburones cubierta de sangre?
Una cosa era la confianza, pero esto ya era extremo, esto no estaba bien, ella era una suicida.

—No intentes juzgarme, tú habrías hecho lo mismo en mi lugar. —no hubiera hecho algo como esto jamás, a pesar de lo que ella creía.

—Es imposible no pensar en que estás completamente loca. Cualquiera en su sano juicio se daría cuenta de que una persona no puede luchar contra una manada consolidada.

—Me introdujiste allí y pude ver que no están tan consolidados como creen.

—Tienes razón y aunque muchos están en contra de como Joaquín los lidera, ninguno hará nada al respecto. No esperes una rebelión, las cosas no suceden así.

—¿Y qué hay de ti?

—¿Qué quieres saber?

—Todo, no te conozco y me gustaría comenzar a hacerlo.

Hablar de mi vida nunca era muy bueno, porque no había mucho por contar.
Sin embargo esto era un trato de dar y recibir, ella me contó parte de historia y yo le contaría algo también.

—Hace cuatro años escape de mi anterior manada, tenía pensado conseguir un trabajo y ser un lobo independiente, pero conocí a Henry y él me llevo a la manada. Con el tiempo, empecé a socializar con todos y cuando quise darme cuenta, ya los consideraba mi familia.

—Siento mucho que por mi culpa debiste enfrentarte a Henry.

También lo sentía, él había sido lo más parecido a un hermano para mí.
Ahora volvía a estar a solo, había decidido ir contra los míos por alguien que ni siquiera me toleraba.

—Creo que tarde o temprano hubiera sucedido. Hay muchas cosas que no me gustaban y ellos no las cambiarían.

—¿Y porqué no te ibas?

—¿Ir a dónde? Lyra, no tengo otro lugar, capaz con el tiempo hubiera juntado dinero y volvería a mi idea inicial de independizarme, pero por ahora solo podía continuar con ellos.

—Quizás mi familia puede ayudarte, ellos podrían mantenernos seguros.

—¿En verdad crees que me aceptarán? —me reí sin gracia, volviendo a tomar de mi cerveza, ahora caliente. —Ellos van a echarme la culpa, me odiarán y encima de eso puede que hasta mueran por mi culpa.

Ella debía recordar que la manada conocía bien mi olor, lo tenían familiarizado y no tardarían en dar con mi rastro si íbamos tan cerca.

—Es verdad que al principio pueden odiarte, pero no lo harán por siempre.

—No me interesa caerles bien, solo me importa que tú me aceptes, pero sé que me odiaras si algo malo les sucede.

—No sería tú culpa, sino la mía.

—Yo sería el constante recordatorio. No nos engañemos Lyra, si quieres ir con ellos, encontraré la manera, pero déjame planearlo.

—¿Pero tú no vendrás?

—No, pero al fin te libraras de mí. Solo dame un poco de tiempo y te llevaré con ellos.

—No quiero, estás en esto por mi culpa y si ellos te atrapan, te mataran.

—No lo harán, para eso deberán encontrarme.

Si ella deseaba tanto regresar con su familia, no podía retenerla, no era tan egoísta. Además, no podía ignorar que ellos podrían mantenerla a salvo, mucho mejor de lo que yo lo hacía.
Quizás al estar separados, les costaría encontrarnos. Sin embargo, me costaba encontrar las ganas de dejarla ir.


Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora