4.

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Jade





Miré al chico a mi lado, tratando de ubicarme. Su olor era delicioso, lo que solo significaba una cosa: él era mi compañero.
Ahora lo malo es que aunque trataba de recordar su nombre, esté no llegaba. ¿Sería que en medio de mi emoción se lo pregunté? ¡Chispas, no lo recordaba!

Para ser sincera conmigo misma, habían muchas cosas que no recordaba, pero que con darnos una mirada a ambos, podía sumar dos más dos.
Tenía ganas de lanzarme sobre él, despertarlo y que me hiciera recordar cada detalle de la noche anterior, pero ahora tenía otra cosa por hacer, una muy importante. La necesidad de orinar estaba volviéndome loca, por lo que en lugar de abrazarlo, comencé a levantarme y buscar mi vestido.

Me vestí con cuidado de no hacer ruido y despertarlo, queriendo ir al baño y regresar lo más rápido posible.
Salí de la habitación, aún escuchando un poco de música sonando con fuerza. No tenía idea de qué hora era, pero tampoco me importaba.

¿Cómo se me había olvidado preguntarle el nombre?
Siempre me habían dicho que era demasiado impulsiva, que actuaba sin medir las consecuencias y eso era verdad. Era la única razón para explicar que fuera tan tonta como para no preguntarle su nombre.

¿Le habría dicho el mío? Esperaba haberlo hecho.
Mis padres no estarían felices de escuchar la manera en la que conocí a mi compañero. En como había sido tan mal educada de no preguntarle su nombre, yo seguía sin creerlo, no podía dar crédito a mi insensatez.

—Aquí estás Jade, demonios, ¿Tienes una idea de cuánto tiempo llevo buscándote?

Apenas salí del baño, Lyra vino hacía mí y tomó mi brazo, comenzando a llevarme hacia el lado opuesto al que quería ir.

—Lyra espera, tengo que ir…

—Si Jade nos tenemos que ir. Sé que ahora no lo entiendes, pero créeme que es mejor que nos vayamos. —no entendía su insistencia, pero yo tenía que volver con el chico esperándome en la cama.

—Pero Lyra yo no puedo irme, necesito volver.

—Por favor Jade, te explicaré todo mañana, solo vayámonos.

Bufé un par de veces y eché un par de miradas hacia atrás, no queriendo dejarlo, sin embargo sabía que podría volver a encontrarlo.

—Me vas a deber una muy grande, gigante, ¿Me escuchaste? — hice un mohín, triste de que mis planes se vieran frustrados.

—Lo sé, gracias, ahora camina sin llamar mucho la atención.

—Olvida eso, solo mírame, llamó la atención sin buscarlo. —no mentía, ella era consciente de que tenía algo que provocaba que me mirarán.

—Tú solo camina, ahora lo importante es salir de aquí.

—¿Por qué?

—Te lo explicaré luego.

Continuamos caminando entre las pocas personas que aún estaban allí bailando de manera despreocupada. Me gustaría ser como ellos y no haberle insistido a la chica vestida de Caperucita de venir conmigo, de no haberlo hecho, ahora volvería a estar junto al chico sexy.
Una vez salimos de la casa, no tardó en subirse al auto, provocando que me subiera de mala gana en el asiento del acompañante.

—¿Qué pasó Lyra? —la observé con mis brazos cruzados , sintiendo que podría hacer un berrinche.

—Te lo explicaré mañana.

—No, ahora.

—Allí había alguien que no quería ver. —ella no conocía a muchas personas aquí, llevaba casi el mismo tiempo que yo en la ciudad.

—¿A quién?

—¿Puedes dejar de preguntarme cosas por un rato?

—No. No puedo Lyra, me lo debes. No solo interrumpiste un momento muuuuy importante para mí, sino que me alejaste de mi compañero, así que habla. —Ella piso el freno, pero estaba preparada para esa reacción, siempre fue algo exagerada.

—¿Encontraste a tu compañero? —asentí, mientras fingía revisar mis uñas. —Eso es genial Jade, ¿Cómo se llama?

Deje caer mi mano e hice una mueca.

—Bueno, verás, no lo recuerdo.

—¿ Cómo? —la malvada tuvo la osadía de reírse, cuando eso hubiera podido ser resuelto si no me hubiera sacado de allí, como si el lugar estuviera incendiándose.

—Estaba por preguntarlo cuando me arrastraste fuera de la casa. — entrecerré los ojos hacia ella al escucharla carcajearse.

—Lo siento, en serio no podía ni imaginarlo. Debiste decirme y hubiera venido sin ti.

—No me dejaste hablar, solo me arrastrabas, casi arrancándome el brazo. — expliqué, sonando un poco triste. — ¿Por qué tenías tanto apuro?

Ella volvió a encender el auto, fijando su mirada en el camino.

—Esto debe ser un secreto, nadie puede saberlo Jade.

—Probablemente ni lo recuerde en un rato, así que dilo de una vez.

—Allí se encontraban un par de chicos que conocí hace días, chicos no tan buenos. —voltee a mirarla, esperando un poco más desde detalles. —También encontré a mi compañero, pero aún no he decidido si lo aceptaré y si me veían allí, no tardarían en avisarle y se aparecería.

 —¿Por qué no lo aceptarías?

—Te lo dije, creo que no es alguien en quién confiar. Aún debo comprobar eso.

No había pensado en eso. ¿Y si mi compañero tampoco era confiable?
Tal vez estaba dejándome llevar por la ilusión de encontrarlo, pero la realidad es que no sabía nada de él, nada, ni siquiera su bendito nombre.

—¿Tú si sabes su nombre?

—Sí Jade. —la vi apretar los labios, conteniendo una sonrisa. —Fue lo primero que le pregunté, se llama Iván. ¿De qué hablaste con el tuyo?

—¡No lo recuerdo! —me quejé cubriendo mi rostro, completamente abochornada. — ¡Diosa, ¿por qué tuve que beber?!

Pero sabía la respuesta, siempre festejaba todo y seguramente esta no fue la excepción.

—Ya volverás a encontrarlo, si estaba en la fiesta, estará en el campus.

Ella tenía razón, en esa fiesta solo se encontraban compañeros de Santiago y Flavio, por lo que no sería tan difícil encontrarlo.
¿O sí?

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora