Matías
Estábamos atravesando o tratando de atravesar la multitud de personas, las cuales se habían agrupado tanto al frente, como en la parte trasera del hogar. Podía sentir la preocupación de los demás, la cual suponía era igual a la que estaba sintiendo desde el instante en el que la entrada colapso, dejando atrapada, dentro del infierno, a mi compañera.
No importaba que ahora supiéramos que se encontraba en la parte trasera, aún no sabíamos cómo se encontraba, si estaba lesionada o fuera de peligro.Me encontré empujando, a un par de cotillas que se negaban a moverse, avanzando poco, antes de que alguien volviera a bloquear el maldito paso.
A esta altura llegaría dentro de horas.La sirena de la ambulancia comenzó a sonar y vi como avanzaba entre la multitud, en dirección contraria a la que me dirigía.
¿Acaso Christine ya había conseguido ayuda para la niña y para ella misma?Eché una mirada hacia Robert, quien al igual que yo, empujaba a las personas, tratando de avanzar, pero a diferencia de mí, lo hacía gritando hacia el radio en su mano.
Cuando finalmente llegamos, casi diez minutos después, no encontramos ninguna señal de Christine. Empecé a preguntar a las personas que se encontraban agrupadas en el lugar, hasta que respondieron.—Acaban de irse en la ambulancia. —tres chicos señalaban el lugar, por el que efectivamente la había visto. —La niña está herida en la pierna.
—Si, sangraba mucho. — sumó el que se encontraba a su lado.
—Y la otra chica parecía que no respiraba bien. —los tres asintieron.
—¿La chica tenía puesto el uniforme de bomberos? —Les pregunté.
—Sí. Ellas salieron antes de que la parte de atrás de derrumbara.
Miré hacia el edificio en llamas, consciente de que en cualquier momento terminaría de ceder. Lo bueno es que ya no quedaba nadie en el interior, que a pesar de la complejidad, todos pudieron salir ilesos.
Les agradecí a los chicos y caminé hacia los demás, los cuales habían escuchado lo que me habían dicho.—Tardamos demasiado. — maldijo Uriel.
—Al menos sabemos que está rumbo al hospital.
—¿Pero a cuál? — no sabía que responderle, ya que no tenía idea de ello.
—Regresemos y ayudemos a terminar el trabajo, entonces les preguntaremos a los paramédicos a qué hospital están llevando a los heridos. —ambos asentimos hacía Robert, conscientes de que a pesar de la preocupación que sentía por su hija, quería regresar con Jack y los demás e intentar conseguir un imposible. Porque era algo obvio que no lo podrían extinguir.
Regresar fue igual de difícil que venir hasta aquí, los oficiales no eran suficientes, pero lograban que nadie se atreviera a acercarse más de lo debido.
Al llegar, enseguida observamos cómo Jack daba órdenes, por encima de las de Saucedo, el cual parecía más molesto que complacido por la ayuda.Al parecer el instinto de alfa que tenía Jack, no podía ser doblegado por el autoritarismo y la soberbia que el jefe de bomberos actual tenia.
Michael y Nathan, se encontraban apuntando la manguera en dirección a la parte inferior del edificio, a diferencia de los jóvenes que apuntaban hacia el segundo piso.Si tenía que suponer, esto no acabaría bien, ya que era una lucha de poderes.
Dejándolos atrás, caminé hasta una de las ambulancias y le pregunté lo que en verdad me interesaba.—¿Dónde están llevando a lao heridos?
—Al hospital central. —Respondió y asentí, un poco más tranquilo al saber dónde podría encontrarla.
Permanecí allí, observando el actuar de los demás, hasta que no pudo hacerse nada más por el lugar. Todo estaba bajo los escombros, el fuego casi extinto y el humo negro ya casi se había disipado.
Creo que esa fue la razón por la que luego de una pequeña discusión entre Jack y Saucedo, estos decidieran que era el momento para retirarse.—Jodido imbécil, no sabe cómo actuar en una maldita situación extrema, si no hubiéramos venido, estaría en medio de una desgracia. —La mirada de Jack se encontraba enfurecida y podía entenderlo, ya que con Saucedo la relación era chocante. — No entiendo cómo Christine puede trabajar con alguien como él.
—Pequitas se adapta fácil. —Michael se encogió de hombros, paseando los ojos alrededor. — Hablando de ello, ¿Dónde está ella ahora?
—Por lo que me informaron, están llevando a todos al hospital central, así que debe estar allí.
—Vayamos a ver cómo se encuentra. —por fin alguien decía algo bueno.
Avance hasta mi auto, seguido por los demás, aunque está vez la división entre los autos era diferente. Ahora, a diferencia de Logan y Benjamín, tenía conmigo a Michael.
—Fosforito ya se dio cuenta de que me escape. —Él negaba hacía el teléfono. —Diez llamadas perdidas, sin dudas esa mujer no puede vivir sin mí.
—Tal vez tiene miedo de que termines detenido por hacer alguna locura. — bromeó Uriel, consiguiendo una mirada de indignación de Michael.
—Ella sabe que eso nunca sucederá, soy demasiado responsable y precavido para permitir que me atrapen. Soy el súper agente secreto Michael Christian Doll, de regreso a la acción.
—¿Por qué no viajaste en el auto de Jack? — preguntó mi futuro suegro.
—Me lo prohibió, él no comprende mi asombrosa personalidad, su pérdida.
Continuamos escuchando sus tonterías, mientras se negaba a llamar a Abby, alegando que luego la sorprendería con su nueva anécdota. Pero según Robert y Uriel, solo trataba de evitar que está le gritará por no avisarle lo que haría.
Al llegar al hospital, no perdí tiempo en apresurarme a la recepción y preguntar por Christine Harrison.—Lo siento, pero nadie con ese nombre ha sido ingresado.
—¿Está segura? Me informaron que traían aquí a todos los heridos por el incendio del hogar de niños.
—Y es correcto.
—Ella vino aquí, junto a una niña con una herida en la pierna. —Ya estaba comenzando a asustarme.
¿A dónde demonios la habían llevado?
—Tenemos a una niña con una herida en la pantorrilla, pero nadie con el nombre que consulto.
Saqué mi teléfono y le mostré una fotografía de mi compañera, rogando que al verla la reconociera.
—Lo siento, pero como le he dicho, no la he visto por aquí.
—Gracias.
Regrese con los demás, mucho más preocupado de lo que había estado en los últimos años.
—No está aquí. — informé.
—Dijiste que la habían traído a este hospital. —Uriel tenía razón, pero era lo que me habían informado.
—Los trajeron, me acaban de decir que trajeron a los heridos del hogar aquí, pero Christine no está.
—¿Y si no está aquí, dónde mierda está mi hija?
Y no podía responder a esa pregunta, no podía aunque quisiera, porque no tenía idea de dónde se encontraba mi compañera y la sospecha formándose en mi cabeza, era una de mis peores pesadillas.
—No tengo idea, pero lo descubriré.
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Jugando limpio
WerewolfLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...