Leticia
No era la primer escena de celos que vivía, tampoco sería la última, eso lo sabía con solo mirar a la chica.
Si las personas cuando están conociéndose ya son celosas, no quiero ponerme a pensar en los ex. Solo pensarían a través del resentimiento, de los sentimientos aún dentro de ellos y eso los llevaría a hacer locuras y decir cosas que no piensan en realidad.Solo se sienten intimidados, curiosos y a veces, quizás así me sentí hace mucho tiempo, un poco desanimados al comprobar que no siempre los cambian por alguien mejor. Puede que pensar eso fuera más para poner una especie de bálsamo a mi herido ego, pero la mayoría de las veces sucedía y estoy segura de que la ex de Santiago creía eso de mí ahora mismo.
Sin embargo, no podía culparla, me encontraba verdaderamente horrorosa, lo comprobaba mientras me miraba en el espejo.Cualquiera en mi lugar hubiera reaccionado de manera un poco más aguerrido, pero no hoy, no cuando el malestar atacaba nuevamente y con mayor fuerza. Aún no entiendo cómo logré salir tan rápido de allí, no cuando un mareo estaba a punto de dejarme k.o en medio del frío suelo. Pero eso tampoco sería nada, si no sintiera como si mi cabeza fuera a abrirse en dos pedazos por esta enorme jaqueca.
A penas salí de la habitación de mi compañero, corrí al baño, el cual se encontraba justo antes de llegar a la sala. Aún me encuentro aquí, con las manos apoyadas en el lavamanos, luego de echar una buena cantidad de agua fría a mi rostro.Dentro de mí, sabía que debería llamar a Abby y a Logan, para explicarles que esto, sea lo que sea que estaba ocurriendo conmigo, solo estaba empeorando. Imaginaba que volverían a insistir con la idea de que lo hablara con mis padres y esta vez aunque no quisiera hacerlo, debería llamarlos
Era consciente de que mi salud debería ser lo primero en mi lista de prioridades, pero no lo era. Mi preocupación se dirigía a lo que sentirían mis padres al saberme enferma, se volverían locos, principalmente mamá.¿Cómo podría decirles que he estado pasando por estás decaídas y no los llamé? Sí, lo hice por su bien, pero se los había ocultado y había arrastrado a dos de sus amigos más cercanos conmigo.
¿ Cuándo me había vuelto tan egoísta? ¿Cómo solucionaría esto, sin dejar daños colaterales?Con cada día me sentía más asustada, queriendo despertar y que todo sea un mal sueño. Bueno, no todo. El hecho de conocer a Santiago, era increíble, aún cuando cargaba con esa loca en su historial, pero debí imaginar que mi compañero no vendría con un prontuario impecable.
Cansada de esconderme dentro de este reducido lugar, salí, encontrándome a Flavio esperándome, apoyado en la pared frente a la puerta del baño.—Lo siento por lo que pasó, traté de detenerla ,sin embargo ,Rebeca es como una maldita topadora. —se disculpó, pero no era el momento para tener este tipo de conversación.
—Tranquilo estoy bien, solo un poco cansada. Creo que ese fue un muy mal despertar. — traté de minimizar las cosas.
—Escucha, sé que no es de mi incumbencia, pero Santiago es mi mejor amigo y me siento responsable por dejarla entrar. Por eso me siento en la obligación de asegurarte que entre ellos ya no hay nada, ella quiere creer que sí, que siempre lo tendrá cuando lo busque, pero desde que terminaron él no ha vuelto a buscarla.
Él no tenía que decirme esto, pero de igual manera lo valoraba, de cualquier manera, sentía una especie de confianza en Santiago que me hacía no dudar de él, al menos no en esto.
Quería decir que era a causa del lazo entre ambos, pero sabía que esto no ocurría en esos casos. Era algo más, quizás el hecho que desde el día en que lo conocí, no me ha mentido ni una sola vez.—Lo sé, él me ha hablado un poco sobre ella y digamos que no parecía muy interesado en regresar. — a él aún le dolía la manera en que ella lo subestimó. Un ego pisoteado por la mujer que amabas debe ser difícil de olvidar, siempre tendrás el miedo de que vuelva a dejarte por cualquier cosa que le disguste.
—Ufff gracias, puede ser un imbécil, pero le gustas.
—Y él a mí, en serio me gusta mucho.
—Entonces ya ve, debe estar asustado, pensando que te fuiste descalza y peor aún sin tu bolso.
Podría hacerlo, solo debería convertirme en loba y correr, aunque eso sería un poco peligroso.
Sonreí hacía Flavio y caminé hacia la habitación. Al entrar, me encontré a Santiago sólo, sentado en el borde de la cama, con una mano en su rostro y la otra sosteniendo lo que parecía ser uno de sus trofeos rotos.Sin pensarlo corrí y lo abracé por la espalda, sentándome detrás de él.
Se veía tan vulnerable, indefenso y tierno, que olvidé todo lo que me sucedía y me centre en él.—¿Estás bien? — froté mí mejilla contra su camiseta.
—No, no lo estoy. Me siento demasiado avergonzado por lo que sucedió, no puedo creer que haya hecho algo así. No, si lo puedo creer, solo esperaba que no lo hiciera. ¿Me perdonas Leti?
—No tengo nada que perdonar, tú no me has hecho nada. Además yo siempre imaginé que tarde o temprano tu ex se daría cuenta de lo increíble que eres y querría volver contigo.
—Pero ya no siento lo mismo por ella. Me preocupa que nada malo le suceda, siento cariño, pero solo porque compartimos buenos recuerdos, pero con quién quiero estar es contigo.
—Yo también, pero ahora no es momento de hablar de ello, debes ir a bañarte o llegaremos tarde.
Él se dio la vuelta y me observó, dejándome tan vulnerable ante su mirada. No podía disimular su molestia por lo sucedido y no sabía cómo solucionarlo.
—¿Estamos bien? —preguntó de golpe, provocando que una pequeña sonrisa se extendiera en mí rostro y mí mano derecha se acercara a su mejilla, acariciándolo.
—Estamos bien, hará falta mucho más que una escena de celos para alejarme de ti. —Me acerqué y deposité un pequeño beso en sus labios. —Pero no lo estaremos si no te apresuras. ¡Andando!
Me alegré al ver qué la sonrisa en su rostro había regresado. Al parecer yo le hacía tanto bien como él a mí.
—Eres un poco mandona, ¿Te lo han dicho?
—Solo un par de veces, acostúmbrate ya que me tendrás mucho tiempo alrededor.
—Eso espero. —se levantó y tomó varias prendas de su cómoda, antes de salir de la habitación.
Tras un gran suspiro, me acerqué a mi bolso y saqué mi teléfono, pero no sabía a quién acudir, necesitaba valor para hablar con mis padres.
Solo había una persona que me podría ayudar, pero sería otro de los que se molestaría al saberlo. Sin embargo, ahora ya no podía esperar, por lo que le escribí un rápido mensaje, rogando que tuviera tiempo para mí.*Leticia: Estoy en problemas y necesito hablar, pero no ahora. Por favor respóndeme cuando te marqué, en serio es grave.
Él iba a decirme que debí llamarlo antes y tenía razón, pero las cosas se dieron así y no había marcha atrás. Solo esperaba que Uriel me comprendiera y pudiera ayudarme.
Cuando su mensaje llegó, comprobé que no sería sencilla la conversación.*Uriel: ¿Qué pasó? Leticia llámame antes de que enloquezca.
¡Diosa ayúdame! Aunque iba a necesitar mucho más que ayuda, necesitaría un milagro.

ESTÁS LEYENDO
Jugando limpio
LobisomemLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...