Christine
Debería estar disfrutando este día, finalmente dos de mis amigos, primos y seres más queridos, estaban por unirse en matrimonio. Pero a pesar de saber esto, no podía ignorar la sensación de inseguridad que quemaba en mi pecho.
Matías había ido por mí a la despedida de soltera, me había traído a su casa y a pesar de tratar de que me dijera algo de lo sucedido con aquel hombre, él lograba evadirlo.Estaba cansada de las respuestas ambiguas que me daba, o de como me distraía con sexo, yo quería respuestas, quería saber que tan mala era la situación.
Pero no fue el único que no me dijo nada, mi padre había ignorado las llamadas y solo me había enviado mensajes disculpándose y prometiendo que hablaríamos en la boda.—Estás sería, lobita. ¿En qué estás pensando? — lo observé a través del espejo, arreglar su corbata.
¿Cómo podía forzarlo a decirme lo que sucedía? No era buena en los interrogatorios.
—Son muchas cosas en mi cabeza.
Matías terminó de acortar la distancia entre ambos y colocó sus manos en mi cintura, para luego inclinar su cabeza y besar mi cuello.
—Yo solo puedo pensar en lo hermosa que estás.
—Matías.
—Shuuu… no pienses en nada malo, no hoy. —Sus brazos terminaron de envolverme. —Sé que te preocupa lo que sucede, pero te prometo que te contaré todo cuando la fiesta termine.
—¿Lo prometes?
—Lobita, mantenerte segura es mi única prioridad, te diré todo lo sé, si eso significa que me permitirás cuidarte.
Sonreí y me relajé con su toque. Envolví mis manos alrededor de sus brazos y me permití disfrutar este momento.
Me sentía tan bien a su lado, me sentía contenida, protegida, apoyada y querida, por lo que a pesar de saber que aún me ocultaba la verdad de lo sucedido, no podía molestarme con él.—Me gusta estar así contigo.
—Cuando toda esta locura acabe, seremos nosotros quienes planearemos el siguiente casamiento.
No pude evitar soltar una carcajada y girar, aún entre sus brazos, para quedar cara a cara con él.
—Hace solo algunos días nos conocemos y aún no lo has pedido correctamente y ya estás pensando en organizar una boda. ¿Acaso estás loco?
—Te lo dije la noche que nos conocimos, sé lo que quiero y soy muy decidido. Eres mi compañera, —su mano abandonó mi cintura, para acariciar mi mejilla. — la mujer perfecta para mí y terminaré consiguiendo que aceptes. Además mi familia nunca me perdonará si no hago las cosas bien contigo desde el principio.
—Mi familia tampoco lo hará. Puede que te hayan recibido rápido, pero no dudarán en destrozarte si me lastimas.
—Creo que pude comprobar eso.
—Sin embargo vienes haciendo un excelente trabajo, así que no debes preocuparte. —bese su mejilla y me retiré con una sonrisa. —¿Qué hora es?
—Hora de ponernos en marcha, lobita. Andando. — salte y reí, cuando sentí su palmada en mi trasero.
Caminamos hasta su auto y no tardamos en subirnos y ponernos en marcha. Seguramente mis padres ya se encontrarían en la vieja capilla, esperando a que llegáramos.
Me recosté en el asiento y giré mi cabeza para observar a Matías. Él se veía tan relajado, al punto de que me hacía pensar que todo estaría bien, que no había un peligro acechándonos y que pronto volveríamos a nuestras rutinas.—Me encanta que me mires, pero debemos llegar al casamiento de tus primos.
—Solo espero que Samara no sufra una crisis. Aunque tengo la esperanza de que al ver a Aryeh esperándola en el altar, todos sus nervios se evaporen.
—Todo saldrá bien, cuando quieras acordar todos estaremos bailando y celebrando.
—Eso espero, es solo que tengo como un pequeño mal presentimiento. —Sonreí y giré mi cabeza, centrándome ahora en el camino que atravesamos. —Tal vez solo me contagie de la paranoia que ustedes tienen.
—Eso debe ser, porque no hay nada por lo que debas preocuparte.
Asentí, pero dentro de mi la sensación no se iba, estaba instalada en lo más profundo de mi pecho.
Pasamos los siguientes treinta y cinco minutos conversando de cosas sin sentido, hasta que llegamos a la capilla decorada de flores blancas.—Allí están mis padres. —Tomé a Matías del brazo y nos encaminé hasta donde ellos se encontraban.
Algo parecía estar mal, ya que ambos discutían el desastre que sería.
Compartí una mirada con mi compañero y aclaré mi garganta llamando su atención.—Cariño, por fin estás aquí. —Mi madre no tardó en abrazarme.
—¿Qué sucede? ¿Sobre qué discutían?
—No es nada, solo que los niños se niegan a caminar arrojando los pétalos y no estoy muy convencida con la solución que se propuso.
—¿Cuál es la solución?
—No quiero ni decirla, es una locura.
—Tu padrino se ofreció a caminar con Ágatha, realizando ese trabajo. —Mi padre sonreía con maldad. —Aún está discutiendo con Drew al respecto.
—¿Cómo sobreviven a él? —Los tres observamos a Matías y nos reímos.
—Con el tiempo te acostumbras.
—Además Ken, fortalece tu paciencia te hace más fuerte. —mi madre tenía sus momentos de amor y odio con Michael, aunque eran más lo de amor.
—Aryeh no está de acuerdo.
—Papá, todos sabemos que eso no detendrá al tío Mich, él ya tomó una decisión y lo hará, le moleste a quien le moleste.
—Mejor entremos, la ceremonia no tardará en comenzar.
Los cuatro caminamos hasta el interior de la capilla, saludando a algunos amigos en el camino y observando a Abby discutir con Michael.
Para cuando me senté en mi lugar, sosteniendo la mano de mi compañero, Abby caminó, bastante molesta hasta su lugar, donde no tardó en mirar hacía atrás.Poco tiempo después la música comenzó a sonar y todos nos pusimos de pie, volteando para encontrarnos a un Michael, solo, sin su nieta, dando vueltas y arrojando pétalos como si fuera un bailarín.
Todo hubiera resultado bien, si al llegar junto a Benjamín no le hubiera arrojado un puñado con fuerza, provocando que esté se molestará y quisiera ir en su búsqueda.Lo bueno es que su impertinencia quedó opacada en el instante en el que Samara ingresó, vestida con un hermosos vestido princesa, aferrada al brazo de Logan.
Los ojos de ella viajaron automáticamente hacia Aryeh, quien la observaba con una mezcla de emoción y asombro.—Tenías razón— murmuré hacía Matías— ellos estarán bien.
3.

ESTÁS LEYENDO
Jugando limpio
Hombres LoboLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...