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Leticia






La clase parecía no acabar y mi cabeza estaba lejos de registrar cualquier cosa, excepto el dolor que aún no cesaba. Pasé la mayor cantidad de tiempo posible, tratando de disimular, para no preocupar a Santiago, pero ya no lo resistía, solo tenía que salir de aquí y tenía que hacerlo ahora mismo.
Comencé a guardar mis cosas y sabía que él estaba observándome, pero cuando acabe no me detuve, solo me levanté y salí.

Llegué a dar un par de pasos, antes de que mí compañero llegará a mi lado.

-¿Leti, estás bien? -me detuve y lo observé, su expresión era en verdad preocupada, por lo que tenía que decirle algo.

-Sí, nada grave, solo un pequeño problema que debo solucionar. Ahora hablaré con uno de mis primos y luego con mis padres. - tal vez, me faltaba decirle, ya que esperaba que Uriel me ayudará a tomar el valor necesario para llamarlos.

-¿Segura de que no es nada grave?

-Muy segura. -lo besé y traté de convencerlo de que nada malo me sucedía, algo que creo conseguí.

-Bueno entonces volveré a entrar y te diré cada cosa importante que suceda.

-Te espero en mi casa.

Me alejé y rogué porque no volviera a seguirme, ahora tenía que hacer algo que me daría muchos problemas.
En cuanto llegué a mí auto, subí y saqué mi teléfono, marcando el número Uriel, pero como era ya costumbre, solo recibí la voz del contestador.

Dejando el teléfono nuevamente en el bolso, comencé a conducir hasta la casa, pensando en que tal vez debería armarme de valor por mí misma.
Pero al llegar a la puerta de mí casa, la llamada de mi amigo fue devuelta y no tarde en atenderla.

-Creí que me dejarías sola en esto. -solté y tal vez sonó como un reclamo, pero solo fue un pedido de ayuda.

-Lo siento, estaba bañándome. ¿Qué está pasando Leticia? ¿En qué te has metido?

-Estoy muy asustada, Uriel no dejo de sentirme mal. Primero la fiebre, ahora los mareos y este horrible dolor de cabeza. He hablado con Abby y con Logan, pero ninguno tiene respuestas y solo me he asustado más al pensar que podría sucederme como a Runa, la hermana de Logan y morir. - Expuse mí mayor miedo. Yo no quería morir, no ahora que había encontrado a mí compañero.

-Leticia debes calmarte. -decirlo era sencillo, pero no hacerlo. -¿Hace cuánto viene sucediendo esto?

-Hace unas semanas.

-¿ Estás atravesando todo esto tú sola?

-He hablado con Abby y con Logan, de cierta forma, ellos están buscando respuestas allí.

-Sí, entendí eso, pero cuando te sientes mal estás sola.

-Cuando la fiebre atacó, Santiago se preocupó de cuidarme. Además un par de sus amigos estuvieron con él, pero ahora no quise molestarlos.

-¿Quién es Santiago? -cerré mis ojos y maldije interiormente por haber soltado su nombre.

Estaba tan concentrada en contarle lo que me sucedía, que no me di cuenta de que estaba dándole mucha más información de la que debería.
Sin embargo, ya hace tiempo le dije que había encontrado a mi compañero, solo que nunca le revele su nombre.

-Mí compañero.

-Así que debo suponer que las cosas entre los dos finalmente avanzaron.

- Sí, estamos juntos ahora, pero no nos vayamos del tema. Necesito que me ayudes, no se cómo hablar de esto con mis padres.

-¿Ellos no lo saben?

-Ellos no saben nada. Con mis padres solo he hablado de la universidad y de como estoy sobrellevando el cambio de hogar.

Cada vez que llamaban yo trataba de mostrarme feliz, no quería que supieran la mierda que era levantarme cada mañana y saber que debería asistir a un lugar al que no quiero ir, solo para no decepcionarlos. Ver a mí alrededor personas, como Santiago, que si quieren eso para ellos y lucharon mucho por obtenerlo. Soportaron que no creyeran en ellos, esforzándose en dar lo mejor y demostrarles que si se lo merecían. Pero luego estaba yo, ahí sin quererlo, sintiéndome un sapo de otro pozo entre ellos.
Eran tantas las veces que quería gritar o salir corriendo, pero de nada serviría.

-Solo debes decírselos, estás asustada Leti y los necesitas contigo.

-No quiero preocuparlos.

-¿Por una vez en tu vida puedes ser egoísta y pensar solo en ti? Siempre estás pensando lo que es mejor para los demás, incluso estás allí siendo miserable, solo para no decepcionar a tu madre.

-Lo intento, pero no puedo. No quiero lastimarlos.

-¿Quieres que se los diga yo?

-No. -No dudé en responder, consiguiendo un bufido de su parte.

-Escúchame, te quiero y estoy preocupado por ti. No quieres hablarlo con ellos y tampoco quieres que se los diga yo. Tardaste mucho en contarme las cosas y no entiendo porqué, sabes que estoy para ti y aún así te guardas algo tan importante.

-Estabas ocupado y no quería molestarte.

-¿Lo ves? Demonios Leticia, no me molestas, todo lo contrario.

Miré a mí alrededor, me sentía de golpe tan pequeña. Estaba sentada en el viejo sofá de gamuza, color negro, justo como años atrás, cuando era una niña viniendo de visita a la ciudad.

-Creí que podría solucionarlo por mí misma, creí que podría atravesar esto sin ayuda, pero no es así. Usé el no querer preocuparlos de excusa, pero ahora me doy cuenta que quería demostrarles que era capaz de cuidarme a mí misma y no. Siempre debo recurrir a ellos o a ti, tal vez por esa razón nunca tomaron en cuenta mis decisiones y confiaron en que las suyas eran las mejores para mí.

-Leticia...

-Siempre creí que era un poco madura para mi edad, pero ahora veo que no lo era, que solo imitaba lo que veía en mi mamá y lo hice tan bien, que ella me vio como su copia y por eso creyó que querría lo mismo que ella.

Comenzaba a comprender que no estaba actuando cómo debería, creía que mi decisión de ocultarles esto era maduro y no lo era. La realidad es que debí llamarlos desde un primer momento y decirles: pasa esto, no sé si es normal o no, pero me preocupa un poco. Pero no. ¿Qué hice en su lugar? Me quedé callada y dejé que esto siguiera creciendo y ahora no dejo de pensar en que podría morir.

-Leti, estás un poco nerviosa, debes calmarte. Somos tu familia y siempre te apoyaremos, pero debes entender que este tipo de cosas no puedes transitarlas tú sola. -No dije nada, porque él tenía razón. -Déjame que lo hable con tus padres, se los diré y les explicaré que estás asustada y por eso no los llamaste.

-De acuerdo. -estaba como pérdida en tantos pensamientos que no sabía que decirle. -Te llamó luego.

Colgué y dejé el teléfono a mi lado, mientras me concentraba en observar la mesa frente a mí.
No tenía nada que la hiciera sobresalir, sin embargo, ese parecía ser su lugar y no imaginaba que no estuviera allí.

Seguía con la mirada clavada en el viejo mueble cuando el timbre sonó. Debí imaginar que Santiago no tardaría en aparecerse, él no se quedaría tranquilo.
Pero al abrir la puerta me sorprendió no encontrarlo a él del otro lado, sino a Drew.

-Me dijo Santiago que volviste a sentirte mal. -quise reír al comprobar que efectivamente no había creído mí mentira.

-Hola, solo un poco, es solo un dolor de cabeza. -me hice a un lado, para que pudiera pasar, pero al hacerlo, la presión del día y mí reciente descubrimiento, me pasaron factura.

Lo último que escuché antes de caer fue la voz preocupada de Drew.

-¡ Mierda!

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora