Leticia
Santiago no mentía, él se quedó junto a mí los siguientes dos días también, procurando que mi alimentación sea buena, aunque para ser sincera, no se le daba muy bien la cocina. Al instante en el que probé su spaghetti, comprendí porque el encargado de preparar las comidas era Drew.
No es que estuviera incomible, pero era una especie de mazacote, que estaba segura de que en caso de arrojárselo a alguien, lograría desmayarlo. Pero no podía decirle eso a Santiago, no después de que se tomará el tiempo para cocinar, por lo que solo mentí, diciendo que estaba delicioso.Los únicos momentos en los que estaba sola era cuando él iba a la universidad y solo pensaba en qué les diría a mis padres.
¿Me atrevería a decirle a mamá que su sueño no es el mío? ¿Cómo les presentaría a Santiago? Papá iba a querer matarlo, como a cada chico con el que salí en la manada.Él aún me consideraba una niña a la que proteger y nadie, absolutamente nadie, era lo suficientemente bueno para mí.
Una tontería, porque estoy segura de que la Diosa no podría haberme dado un mejor compañero del que me dio.-Leti, traje algo para que comamos, hoy no te torturare con alguna de mis preparaciones. -lo escuché decirme, mientras entraba a mi casa.
Fue imposible no levantarme y correr hacia él, saltando mientras envolvía mis piernas a su cintura. Lo había extrañado demasiado, mucho más de lo que me gustaría admitir.
Hoy no solo había ido a la universidad, sino que tuvo dos largas horas de entrenamiento, las cuales lo habían mantenido lejos de mí.-Me gusta ver qué me extrañaste. -su boca buscaba la mía, pero estaba alejandola de su alcance.
-Sí, por eso estás siendo amonestado. Diez minutos de suspensión para usted joven. -bromee, consiguiendo que sus manos presionaron con fuerza mi trasero -¡Oye, eso no está permitido durante su sanción!
-¿Y qué hará para castigarme? -fingí pensarlo, antes de tomar su barbilla con mis manos y unir nuestros labios.
Estaba más allá de cualquier cosa, no me importaba los problemas, no me importaba la universidad y definitivamente no me importaba que viniera cubierto de sudor luego de horas de entrenamiento.
Mi deseo por él era tanto, que debí recordarme respirar. Mi pecho podría explotar ahora mismo por la fuerza en que mi corazón latía.Por fin sucedería, me uniría a mi compañero, luego de tanta espera.
Sus labios, los cuales he llegado a conocer muy bien, me besan tan profundamente y tan suave a la vez, que siento que en cualquier momento podría comenzar a llorar.En medio de nuestro beso, creí escuchar un ruido, pero no le presté atención, no podía cuando él me besaba así. Me perdía, era una distracción que me encantaba y que no cambiaría por nada.
-¡Leticia! - Separé mí boca de la suya al escuchar el grito molesto de mí padre.
Ellos deberían haber llegado mañana y no hoy. ¿Cómo diablos llegaron tan rápido?
La respuesta, la verdad, ahora no me importaba, porque ya habían arruinado mi momento y por la mirada asesina en los ojos de mi padre, sabía que debía proteger a Santiago.Comencé a bajarme, desenrollando mis piernas de él y encaré a mis padres.
-Hola papá, hola mamá. -en cuánto lo dije, Santiago giró la cabeza con fuerza hacia mí.
-¿Qué mierda significa esto? Vinimos lo más rápido que pudimos, porque estabas enferma y al llegar te encuentro así - hizo un gesto con sus manos, señalando entre Santiago y yo.
-Señor yo puedo explicarle... - comenzó a decir esté, pero lo callé, lo mejor era que hablara yo.
-No Santiago, déjame a mí. Papá, te voy a presentar a Santiago, mi compañero... - le di unos segundos para comprender lo que quería decirle, antes de continuar. - de universidad y además es mí pareja.
El enojo de mi padre era palpable, no podría disimularlo aunque quisiera. En cuanto a mi madre, ella se veía tranquila, sabía bien lo que un compañero significaba para un lobo.
-Santiago, él es mi padre Nathan y ella es mi mamá Haley. -ninguno se movía, sin dudas está era la situación más incómoda que he vivido en toda mí vida.
-Mucho gusto Santiago, lamento que nos conozcamos en esta situación, pero es bueno saber que mi hija no se encontraba sola. -agradecí que mamá siempre se comportará de manera correcta frente a cada situación conflictiva.
-Iré a buscar las demás cosas al auto. - sabía que mi padre sería difícil y no me equivoqué.
Lo vi salir y pude escuchar cada palabra que decía en el camino y sabía que eran para mí, ya que solo yo podría oírlas.
-¿Un compañero, Leticia? Dime hija, ¿No creíste que era conveniente decírmelo antes de encontrarlo con sus malditas manos sobre ti? - cada palabra era dicha de manera lenta, resaltando la furia que sentía. - ¿Qué debo hacer ahora? Porque tengo ganas de entrar y despedazarlo.
No podía responder, no sin que mí madre y Santiago me escucharán.
Sentía como todo mí cuerpo temblaba, estaba asustada, pero yo me lo había buscado.-¿Y Román? - pregunté, desviando toda atención hacía la ausencia de mi pequeño hermano.
-Él se quedó con Michael y Abby, creímos que era un viaje muy largo para él. - asentí y tomé la mano de mi compañero, arrastrándolo hacía uno de los sofás.
-Es bueno saber que ahora Leticia no estará tan sola, estos días han sido un poco duros para ella. Mucha presión, mucho estrés y su cuerpo parece estar pasándole la cuenta. - apreté con más fuerza la mano de Santiago, él no debería estar diciendo esto.
-No es para tanto, solo fue una gripe.
-Hija, no minimices esto, ambas sabemos que no solo es eso. - miré a mi madre, suplicándole que no metiera la pata.
-¿Leticia tienes algo más? ¿Algo qué no me hayas contado? -Negué rotundamente, volviéndole a mentir.
-No...
-Sí. Parece que mi hija ha ocultado algo muy importante. - miré a mi padre y negué, pero era absurdo albergar alguna esperanza de que no lo dijera, no cuando su nivel de celos paternal llegaba hasta el cielo. -Pero mira y entenderás.
Miré a mi mamá y ella, al igual que yo, sabía que mí padre había perdido el control.
Cuando volteé hacía mí compañero, esté tenía la mirada clavada en el gran lobo frente a nosotros. Lobo, que ocupaba el lugar donde estaba mí padre.-¿Leticia? - empezó a decir y sabía que debía contarle mi secreto.
-Puedo explicarlo, te prometo que todo tiene una explicación.
Solo que la explicación no cambiaria el hecho de que acababa de ver a un hombre convertirse en un lobo.
Un hombre, que estaría en serios problemas con su hija luego de lo que acababa de hacer.

ESTÁS LEYENDO
Jugando limpio
Loup-garouLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...