C.19

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Iván






Tenía la boca y la garganta resecas, como si hubiera comido varias cucharadas de sal. Traté de abrir los ojos, solo para volver a cerrarlos y repetir la acción varias veces, hasta que por fin pude adaptarme a la claridad que entraba por la ventana.
No tenía ni una maldita idea del lugar en el que me encontraba. No era un hospital, a pesar de las paredes pintadas de blanco y el olor a alcohol que se sentía por doquier.

Lo único que reconocía era el olor de mi compañera, el cual se encontraba por toda la habitación.
Pasee mi mirada por cada rincón, hasta que di con ella. Estaba sentada frente a un escritorio, con ambos brazos frente a ella, utilizándolos como almohada.

—Ni se te ocurra levantarte o se te puede abrir la herida. —Miré a la mujer rubia, quien estaba parada junto a la puerta, observándome.

Automáticamente llevé mi mano a mi cuello, el cual efectivamente se encontraba cubierto y bastante adolorido.

—¿Qué me pasó? —la pregunta a penas si se escuchó, ya que mi voz sonaba como si hubiera gritado durante un día entero sin parar.

—Tienes varias puntadas y al haber sido una herida bastante profunda no estás sanando correctamente. —ella hizo una mueca, antes de apuntar con su mentón a Lyra. —No se ha despegado de ti, está muy preocupada, así que prepárate para cuando despierte.

—¿ Dónde…?

—Esta es la casa de la familia de Lyra. No te preocupes, somos muchos por lo que no creo que se arriesguen a venir.

Ella no lo creía, pero yo sí. Muchos lobos en la manada son impulsivos y temerarios, no se asustarían fácilmente por un par de lobos desconocidos.
Nunca antes me preocupo eso a la hora de ir en busca de algún rebelde, por eso sabía que ellos tampoco lo harían.

Traté de levantarme, creyendo que lo mejor sería irme antes de que Lyra despertará, pero la mujer se acercó y puso una mano en mi pecho.

—No. Te dije que si lo intentas tu herida se volverá a abrir. — suspiré dejándome caer nuevamente sobre las almohadas. —Por cierto, mi nombre es Abigail, pero dime Abby.

—Iván. — murmuré.

—Lo sé, Lyra solo dice Iván esto, Iván lo otro. —ella tampoco parecía dejar de hablar, pero yo necesitaba tomar un poco de agua. — Sé que crees que aquí muchos están enojados contigo, pero verás que no es así, cuando puedas hablar con ellos, te darás cuenta de la verdad.

—Agua. —ya no lo soportaba más.

La vi salir y pocos minutos volver con un vaso de agua en sus manos.

—Muy bien, pero debes beber con cuidado, pequeños sorbos o de lo contrario te hará daño.

Resistí el impulso de poner los ojos en blanco y tomé dos sorbos, dolía, pero calmaba la resequedad.
¿Cuánto tiempo más estaría de esta manera? Estaba acostumbrado a sanar enseguida, por lo que no me gustaba sentirme de esta manera.

—¿Cuánto…? — pregunté tras tomar el último sorbo.

—¿Cuánto llevas así? — asentí. —Un día y medio. Al parecer necesitabas más descanso del que creímos.

¿Un día y medio? Eso era demasiado.
Había muchas cosas por hacer, muchos planes y mucha seguridad por establecer. No podía quedarme aquí.

—¡Iván! —la voz de Lyra resonó con fuerza por toda la habitación. —¡Al fin despiertas, no imaginas lo mucho que me asustaste!

Apenas tuve tiempo a girar la cabeza, antes de tenerla sentada a mi lado.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas, mientras ponía sus manos en mi rostro.

—¿Me perdonas? Sé que me pediste que corra, pero no pude y créeme que está vez no tuvo nada que ver con el heroísmo, eso ya no me importa, pero no podía dejar que te lastimaran. —comencé a abrir la boca, listo para pedirle que no apretara con fuerza mi rostro, pero no alcance a hacerlo, ya que volvió a hablar. — Pero mira, terminaste herido y fue grave. Con Sandra no sabíamos que hacer, por lo que tome la decisión de traerte aquí y no te dejaré marchar.

¿Sandra? ¿Ellas se habían encontrado? Eso no era bueno, porque cuando la preocupación por mi salud se terminará, estoy seguro de que Lyra será consumida por el enojo y los celos.
Pero su idea de qué me quedase aquí tampoco era apropiada, ella conocía los riesgos y si no estaba dispuesta a escucharme, seguro su familia si lo haría.

Ahora era momento para mantener un perfil bajo y para alejar a Lyra de este lugar.
Ella iba a negarse, claro que lo haría. Ella se encargaría de decirnos a todos que está lista para pelear, que puede hacerlo, pero lo mejor es que espere a que todo el humo se disipe y se pudiera ver todo con mejor claridad.

—Lyra…

—Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión. — busqué con la mirada a Abby, pero ya no estaba en la habitación, solo nosotros estábamos aquí. — Me cansé de pelear Iván y he decidido algo.

Una parte de mí sospechaba lo que quería decirme y ansiaba oírla, pero la otra se negaba a hacerlo, ya que esté no era el momento adecuado.

—Iván, no sé si me escuchaste antes, porque estabas dormido, pero lo repetiré, me rindo, estoy dejando al viento mi bandera blanca, ya no quiero volver a pelear contigo. El miedo que sentí al verte casi muerto es algo que me hizo comprender que solo perdía el tiempo, tiempo que puedo pasarlo reforzando nuestra relación. —no dije nada y esta vez no tenía nada que ver con mi garganta, sino con el hecho de escuchar aquello que hace tiempo quería oír. —¿Tú quieres? ¿Tú podrás aceptarme luego de todo lo que ha pasado?




Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora