Matías
—¡Quiero que los traigan ahora mismo! — grité, completamente frustrado con los oficiales a mi alrededor. — No me importa la cantidad de veces que deban recorrer este maldito hospital, ni la cantidad de habitaciones que deban revisar, no nos iremos hasta que los tengamos con nosotros.
—Pero no creo … — volteé hacía Robles, con una mirada molesta.
Estaba harto de sus excusas, habíamos pasado casi cuarenta y dos horas tratando de descubrir a los idiotas que habían ayudado a escapar a Tobías Montés Acuña.
Nos había costado encontrar las grabaciones, pero una vez que lo hicimos, debimos encontrar a las personas que se veían en las imágenes.La habitación del desgraciado se encontraba custodiada por tres oficiales, los cuales no se apartaron en ningún momento de su lugar de trabajo, pero si bebieron y comieron lo que les dieron, para tiempo después perder el conocimiento.
No eran novatos, por lo que sabían que no debieron cometer ese maldito error, pero quien iba a sospechar de un par de enfermeros.—No estoy pidiéndoles su opinión. No me importa si ustedes creen que será difícil o no, les estoy ordenando que los encuentren. —No iba a soportar que continuarán dando vueltas.
Los oficiales asintieron, antes de comenzar a perderse entre los pasillos.
Por mi parte, me quedé en la puerta del hospital, en compañía de otros cuatro oficiales, en caso de que se les ocurriera escapar.Me encontraba en el hospital junto a mi compañera, la cual estaba siendo dejada en observación, cuando la llamada de Portillo llegó.
No encontraban al principal sospechoso del maldito caso que estaba investigando, el cual había provocado que se atreviera a tocar a la persona más importante en mi vida.¿Cómo perdían a alguien que se encontraba custodiado?
Por los resultados de las pruebas que les hicieron a los oficiales a cargo, todo había sucedido luego de que los drogaran con una fuerte dosis de diazepam.—¿Crees que en serio se presentaron a trabajar hoy? — ni siquiera volteé a mirar a Belizan.
—Lo creo. —no tenía dudas de que se encontraban en algún lugar dentro de este hospital. —Si no lo hicieron, estarían declarando abiertamente su culpabilidad. Piénsalo, si no tienen nada que temer, no tendrían porque faltar a su trabajo.
—Si fuera ellos, no me presentaría y trataría de limpiar mi trasero.
—No debieron aceptar lo que sea que les ofrecieron.
Con Montes Acuña muerto, no tengo idea de quién puede estar detrás de la fuga de Tobías, pero no me detendré hasta descubrirlo y encerrarlo también.
Quería normalizar mi vida y ver a mi compañera, pero entre todos habíamos decidido que lo mejor sería que Christine no sé enterara de lo que estaba sucediendo. Ella acababa de ser rescatada de un secuestro y no quería ponerla más nerviosa. Ninguno de nosotros lo quería.Pero está decisión, me había llevado a ignorar sus llamadas, enviar pocos mensajes y evitar el teléfono, tratando de no caer en la tentación de contactarla.
No era nada sencillo, de hecho estás últimas horas se habían sentido como una verdadera tortura, pero era por su bien.Veinte minutos después y con mis nervios aumentando, vi acercarse a Rosas con uno de los enfermeros que buscaba.
—Estoy en horario laboral y no he hecho nada como para recibir un trato así de ustedes. —Alcé una ceja hacía él, resistiendo las ganas de golpearlo.
—¿Drogar a unos oficiales para ayudar a escapar a un detenido no es suficiente razón? —Inquirí, sabiendo que lo tenía.
—No he hecho eso.
—Si lo has hecho, tenemos pruebas. ¿Acaso olvidaron las cámaras? ¿Son tan tontos como para no recordar ese maldito detalle?
—Yo no, yo no, yo no he…
—El hecho de que te dé tartamudez, solo corrobora mi punto. Habla.
El idiota parecía no querer cooperar y de ser así, lo volvería a interrogar en la comisaría, lugar al que se está dirigiendo, hablé o no.
—No lo entienden.
—Explícalo.
—Yo no quería, puedo perder mi licencia por esto, pero necesito el dinero.
—Perderás la libertad por esto.
—Nosotros solo le dimos algo de beber a los oficiales, pero no fuimos quienes liberaron al chico que custodiaban.
—Es lo mismo, siguen siendo los culpables.
¿Acaso no comprendía que todo era resultado de sus acciones? Si ellos no hubieran medicado a los guardias, estos podrían haberlo detenido de escapar.
A lo lejos veía acercarse a los demás oficiales, forcejeando con una chica molesta.—No hace falta que trates de mentirnos, tu cómplice aquí, ya nos dijo todo.
Cuando terminé de decir esto, la cabeza de la chica giró y clavó una mirada molesta en el chico.
—Ellos tienen pruebas Virginia, de nada sirve hacernos los idiotas.
—¿Dónde está Montes Acuña? —Pregunté, sin ganas de escuchar una discusión entre ambos.
No me importaba lo que tendrían que decirse entre sí, solo quería que abrieran su boca para decirme dónde demonios se encontraba ese jodido imbécil.
Ambos intercambiaron una mirada, antes de finalmente suspirar.—No tenemos idea, a nosotros solo nos pagaron por deshacernos de los oficiales y eso hicimos al dejarlos inconscientes. Ni siquiera hablamos con el chico que se encontraba custodiado. —confesó finalmente la chica.
—¿Entonces quién los contrato?
—Otro hombre, uno mayor, pero no preguntamos su nombre, no nos importaba.
Rodé mis ojos, sintiendo que volvía a estar en cero.
—Tenemos fotografías de la familia de los demás sospechosos. —observe a Vélez y asentí, entendiendo a dónde se dirigía. — Podemos llevarlos y hacerlos reconocerlo, porque creo que esto fue obra de alguno de ellos.
—Creo lo mismo que tú. Encárgate de hacerlo y dame las respuestas que necesito.
Lo vi asentir, para luego comenzar a salir, llevándose con ellos a los dos enfermeros.
Solo había dado dos pasos fuera del hospital, cuando debí detenerme y responder la llamada, del hermano de mi compañera.—Aún no tengo novedades. —fue lo primero que dije al responder la llamada.
—Tienes que venir a la universidad de economía.
Esas palabras provocaron una enorme sensación de malestar en mi pecho. Me hicieron imaginar miles de escenarios en los cuales Christine se encontraba en peligro.
—¿Qué sucede?
—El imbécil que buscas tiene a mi hermana retenida dentro. —me informó y sentí como si no pudiera moverme. — Así que mueve tu maldito trasero y ven aquí.
En cuanto escuché que había colgado, guardé mi teléfono y corrí hacia mi auto, gritándoles a mis hombres que se apresuraran, ya que ahora conocía el lugar donde se encontraba Montes Acuña.
No debió hacer esto, debió escapar y alejarse, pero se atrevió a atrapar a mi compañera, un error que también había cometido su padre y el cual lo había llevado a la muerte. Cosa que también sucedería con él.
![](https://img.wattpad.com/cover/273708162-288-k755985.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Jugando limpio
Hombres LoboLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...