C.5

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Lyra





Sabía que esto me ocasionaría muchos más problemas de los que ya tenía, sin embargo preferí hacer lo que mis instintos me alentaban a hacer, de todos modos ya tenía muchas personas molestas conmigo.
Iván estaba totalmente en contra de que me comunique con mi familia, pero necesito hacerlo, necesito tranquilizarlos y darles una mínima explicación, aunque no sirviera de nada. Era consciente de que cuando me volvieran a ver, sería castigada, así tenga más de cuarenta años.

Jade me preocupaba demasiado, no creía que pudiera seguirme cubriendo, ella en las situaciones límite, tiende a reaccionar caóticamente.
Podía imaginarla corriendo de aquí para allá, tratando de pensar en mentiras que sean creíbles, antes de terminar colapsando y abrir la boca soltando todo lo que guardaba.

Ahora mientras caminaba buscando un teléfono por el cual llamarla, empezaba a extrañar sus locuras y sus payasadas. Comprobaba la veracidad de decir que no valoramos las cosas hasta que ya no las tenemos y yo quería tener a mi amiga conmigo, contarle lo que sucedía, buscar un consejo de que hacer con mi compañero, pero estaba sola.

Cuando finalmente llegué a un viejo locutorio, creí que no podría recordar el número, pero para mi sorpresa, mi mente había memorizado a la perfección esa información.
Al marcar, no debí esperar demasiado para escuchar su voz. Voz que antes era cantarina y alegre, ahora era apagada.

—Hola.

—Hola Jade, soy Lyra, por favor no te desesperes. —le pedí, aún sabiendo que eso sería algo totalmente imposible, ya que Jade amaba hacer escenas dramáticas.

Desde pequeña, ella había tenido la habilidad de engañar a todos, aumentando la culpa en sus corazones luego de regañarla. Era increíble ver como luego de un par de lágrimas, terminaban disculpándose y dándole un chocolate.

—¿Dónde demonios estás? ¿Tienes idea de lo preocupada… —no deje que terminará de decir la frase, ya que estaba muy segura del grado de preocupación que sentía ahora mismo, ya que si ella estuviera en mi lugar, me volvería loca.

—Si Jade, tengo idea de lo preocupada que estás, pero créeme que no podía hacer otra cosa. Me metí en problemas serios, problemas que no creí tener y de los que debo hacerme cargo. —no sabía cómo decirle todo, no sabía si estaba alguien más con ella, pero si se sentía mal y no había nadie, no soportaría la culpa. —Creí que podría destruir la manada del tío de Azul, pero me descubrieron y de no ser por Iván, bueno, ahora podría estar muerta. Por ese motivo debimos irnos de esta manera, si volvía a la casa, podría haberlos expuesto a todos y no quiero que nadie salga lastimado por mis tontas ideas.

—¿De quién es este número?  —su voz estaba comenzando a sonar más molesta y la entendía.

—Eso no importa ahora, Jade yo…

—No Lyra, no me importa, solo responde.

—Estoy en un locutorio, perdí mi teléfono mientras huía. Jade, por favor dime qué no llamaste a mis padres, ellos estarán furiosos y no tardarán en venir y buscarme, sin importarles el peligro.

—Tuve que llamarlos, ¿Qué esperabas?

—Ellos querrán respuestas y sé que tú también, pero no tengo tiempo a explicarme y no sé cuándo podré volver a llamar. Jade, trataré de hacerlo lo más pronto posible, por favor, diles que estoy bien y dales la carpeta que se encuentra detrás de mi cama. —Corté, luego de escucharla decir mí nombre.

Sabia que está llamada podría ocasionarle más preguntas de las que ya tenía, pero en esa carpeta encontrarían algunas respuestas.
Allí había dejado anotado los pasos que seguiría, el como comencé a idear esto y algún poco de información sobre Joaquín Torres y los suyos.

Mientras salía del lugar, dispuesta a regresar a la habitación del hotel, solo podía pedirle a la Diosa que no permitiera que nadie se aventurase a buscarme allí. Si ponían un pie en el lugar, Joaquín no tardaría en matarlos.
¿Cómo pude cometer un error? No había hecho nada que pudiera delatarme, o eso creía, porque ahora veía que mi sentido de supervivencia es un mierda.

Todo el camino lo recorrí como una persona paranoica, mirando sobre mi hombro, cada dos segundos.
Nunca viví una situación como está, nunca me sentí tan asustada, pero tampoco me había sentido con tantas ganas de luchar por sobrevivir.

Cuando cerré la puerta, la habitación estaba a oscuras, como la había dejado, por lo que suspiré, relajándome al darme cuenta de que Iván no había regresado.
Pero cuando prendí la luz, allí estaba, apoyado en la pared cercana, luciendo tan molesto como de costumbre, con la mirada clavada directamente en mí. Era como si sus ojos quisieran matarme ahora mismo, allí había tanto fuego que podría incinerarme, sin ponerme un solo dedo encima.

—¿Dónde estabas? — preguntó con demasiada calma.

—Afuera, la última vez que lo comprobé no era una prisionera. —no quería sonar así, pero cada vez que hablábamos, tendía a ponerme a la defensiva, ya que aunque quería, no terminaba de confiar en él.

—No, pero si sigues saliendo como si nada no solo serás eso, sino que estarás malditamente tiesa. ¡¿En qué demonios estabas pensando, acaso estás mal de la cabeza?!

—No me grites. — advertí acercándome a él.

Lo siguiente paso tan rápido que no tuve tiempo a reaccionar, un minuto estaba caminando hacia él y al siguiente mi espalda chocaba contra la pared en la que antes estaba apoyado él.

—Volveré a preguntar Lyra, porque mi curiosidad es mayor. ¿Dónde estabas?

—Ya te dije que estaba afuera.

—¿Haciendo qué? —Él lo sabía, no sé como, pero el desgraciado sabía que llame a mi familia.

—Llamé a Jade, debía decirle que me encontraba bien. —lo desafíe a decirme algo, estaba lista para ello, o quería pensar que lo estaba.

Fue cuando sus puños golpearon la pared a ambos lados de mi cabeza, haciendo que mi corazón golpeara con fuerza en mi pecho y mi garganta ahogara un gritó.

—Te dije que era peligroso y no te importa. Lo único que trato de hacer es mantenerte segura y a ti no te importa. ¿Cómo no puedes verlo?

—Iván…

—¿Cómo podrías verlo?, si eres una maldita egoísta.

—¿Qué demonios no veo? —  pregunté cansada de escuchar sus reclamos.

Solo hice una llamada, ni siquiera di mucha información…

—Que todo lo que hago es preocuparme por ti. Puedo luchar con mi familia, arriesgar mi vida e incluso conseguir que me odies, pero solo quiero que estés bien y tú haces todo para que te atrapen. ¿De qué sirve lo que hago si no te importa? ¿De qué sirve sacrificarme por quién no valora nada?

Se alejo de mí con ambas manos arriba, pareciendo una señal de rendición, antes de abrir la puerta e irse.
Me quedé parada allí, mirando el lugar donde hasta recién estaba regañándome y terminé sentándome en el suelo y comenzando a llorar.

Él me pedía que lo entendiera, pero él no me entendía tampoco.


Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora