Epílogo

3.6K 507 80
                                    

Lyra



El último año había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Ya solo quedaban los recuerdos de aquellos días, en los que Iván y yo debíamos escondernos, dónde solo discutíamos por tonterías y dónde en más de una ocasión, pudimos terminar heridos.
Ahora, nadie nos perseguía, éramos libres y no solo nosotros, Ruby, Lorenzo y Azul, ahora podían ir a dónde quisieran, sin sentir que estaba en alguien los estaba buscando.

La última vez que hablamos de esto con Sandra, ella nos había asegurado que la manada de Joaquín se disolvió luego de su muerte. Y aunque Henry había tratado de tomar el control, nadie lo veía como un líder y poco a poco, se alejaron, hasta que nadie se quedó.
Ella seguía negándose a venir a vivir a la manada, pero ahora sabíamos que estaría segura, ya que había encontrado a su compañero. Carlos, el cocinero en uno de los bares, al parecer era su pareja destinada y ambos estaban comenzando a planear un largo futuro juntos.

Sé que a Iván sigue preocupándole su bienestar, pero ante su negativa, no hay nada que podamos hacer. Si ella algún día quiere mudarse, la estaremos esperando felices de recibirla.
Por su parte, él había adoptado el mismo ritmo de trabajo que Michael, algo bueno para ambos, ya que mi compañero descubrió su amor por la carpintería y mi tío encontró a quien lo cubriera en sus escapadas a la ciudad.  

—¿Dónde está? ¿Está aquí?

Deje el álbum de fotos que estaba mirando y me concentré en Drew, quien parecía a punto de escupir fuego por la boca.
Él podría no ser un hombre lobo como nosotros, pero desde que Ágata nació, se volvió sobreprotector, celoso y posesivo. Y eso me daba una sospecha del porqué de su malhumor actual.

—Si buscas a quien yo creo, no está. La última vez que lo vi, fue en la mañana cuando vino a buscar a Iván. —no debía ser adivina para saber lo que sucedía.

—No puedo creer que siga haciendo este tipo de cosas, debería tener más conciencia.

—¿Qué hizo ahora?

—Volvió a llevarse a Ágata sin avisar.

—¿Han estado aquí una semana y aún no te acostumbras a su forma de actuar?

—Hablamos de mi hija, una bebé.

—Él es el abuelo, no le hará daño, si es la luz de sus ojos.

Y no mentía, para Michael, su nieta era lo más importante.
Cuando solo faltaban dos meses, él decidió instalarse junto a su hija y cuidar de ella, cosa que Jade sufrió bastante, más el día del parto, cuando Michael sufría el doble de dolores, poniéndola mucho más nerviosa.

Claro que luego fue aún peor, ya que se negaba a volver a la manada. Le costó mucho trabajo a Abby y a los demás convencerlo y solo lo lograron prometiéndole está visita, la cual dudaba que durará.
Con la niña y Jade aquí, cualquiera creería que él estaría calmado, pero no, lejos de eso, cada día se llevaba a la bebé, sin autorización, a dar largos paseos.

—Y yo soy el padre y estoy a poco de sufrir un ataque cardíaco. ¿Tanto le cuesta avisar?

—¿Acaso haría diferencia? —lo miré de reojo, ya conociendo su respuesta. —¿Lo dejarías llevársela si se los dice?

—No. Ella es muy pequeña y hay muchos peligros. ¿Qué pasa si molesta a alguien y esté se convierte? No quiero que mi hija presencié una pelea. —y ahí estaba la respuesta, Drew se había vuelto un completo loco.

—¿Quién podría querer hacerle daño a Michael? —todos aquí lo adoraban, nada pasaría.

—En estos momentos, yo. —Me reí, de lo enfurecido que estaba.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora