Matías
Observaba cómo los paramédicos se ocupaban de Christine, mientras esperaba que mis hombres volvieran de recorrer la zona.
Necesito respuestas, necesito un indicio que me lleve a atrapar al miserable que se escondía detrás de los últimos acontecimientos. Necesito tanto un maldito nombre, o no tardaré en perder la poca cordura que aún conservo.Hoy había llegado a mi límite. Cuando llegue a encargarme de un llamado de emergencia, no esperé encontrar a mi compañera escondida, tratando de protegerse del ataque que estaba dándose en este maldito lugar.
Estuve a punto de convertirme, estuve a jodidos minutos de liberar a mi lobo y apartar al imbécil de Portillo y al arrogante de Saucedo, para ir en busca de quién trataba de herir a mi compañera. Pero eso no fue necesario en el momento en el que el bombero, que decía ser su amigo, se monto en el camión y fue a su rescate.Lo odiaba, pero está vez debía agradecerle lo que hizo, aún cuando sabía los problemas en los que iba a meterse.
Solo esperaba que esto no lo alentará a intentar algo con Christine, si lo hacía sería hombre muerto.—Amigo. —Volteé al oír la voz de Calderón . —Registramos todos los alrededores y encontramos algunas cosas.
—¿Importantes?
—Eso esperamos. Al parecer debieron huir del lugar porque fueron bastante desorganizados. — asentí, dándole lugar a continuar. —Pero no puedo asegurarte nada hasta que no sean analizadas.
—Entiendo, quiero el informe en cuanto lo termines. — comenzó a girar, listo para continuar con su trabajo y volví a llamarlo. —Solo me lo entregas a mí, a nadie más.
Asintió y se marchó sin más.
No confiaba en mis compañeros de trabajo, no después de todo lo que había sucedido, no cuando las cosas desaparecían y nadie podía darme una explicación convincente.Alejé los pensamientos molestos y me centré en mi compañera, quien se acercaba a mí.
—¿Cómo te sientes? — pregunté, colocando mi mano en su cintura.
—No muy bien, ¿Puedes llevarme a casa? Sé que necesitas mi declaración, pero prefiero hacerlo allí, donde tengo un calmante al alcance. —llevó su mano al golpe que tenía en su cabeza. — Siento que me está por explotar.
—Vamos, no te preocupes por eso ahora.
La maldita declaración podría esperar, ahora necesitaba descansar y estar tranquila.
Nos estábamos acercando a mi auto, cuando el imbécil de Portillo nos detuvo.—Prado, ella no puede irse, necesito su declaración.
—La tendrás, pero no ahora.
—Es una testigo.
—No ahora.
No era el momento para poner a prueba mis límites, no cuando aún conservaba la preocupación, la furia y cuando mi lobo estaba en la superficie.
—¿Qué anda mal contigo? Sabes bien como funciona esto, no puedo dejarla irse sin que me diga lo que sucedió.
—Yo la interrogare.
—Déjalo Matías. —Christine pasó su mano por mi brazo y volteó la cabeza hacia Portillo. —¿Qué quieres saber?
—Necesito los detalles de lo sucedido.
Pasamos los siguientes quince minutos, escuchando a Christine relatar los hechos, mientras hacíamos preguntas al respecto, antes de que volviera a llevar su mano a su frente e hiciera una mueca de dolor. Eso fue todo, el imbécil tenía suficiente información y mi compañera debía descansar.

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Jugando limpio
WeerwolfLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...