19.

1.1K 173 12
                                    

Matías





—¿Por qué demonios no me dejan en paz? Tú, sobretodo. —Christine señaló al hombre rapado y me di cuenta que no era el mismo que había arrestado hace días atrás. — ¿Por qué demonios me persigues como un jodido perro rastrero?

A mi lado Robert río, seguramente eso lo había heredado de él.

—Solo hago mi trabajo.

—¿Trabajo? Lo único que haces es molestarme. —ella alzó las manos. — Ahora te vas a arrepentir.

—Somos muchos más y tú, eres muy pequeña. —uno de los hombres que acompañaban al tipo sonreía con confianza.

—¿Y quién les dijo que yo seré quien peleará? — giró lentamente su cabeza en mi dirección y sonrió. —Hola, mi amor.

A pesar de la furia que sentía hacía estos desgraciados, me encontré devolviéndole la sonrisa, sintiéndome feliz con su recibimiento.
Sin embargo, eso solo provocó que doce cabezas giraran a la par y nos observarán.

—¿Por qué no entras con las demás, lobita?

—¿Seguro estarán bien? —Ella sabía que lo estaríamos, ellos no eran contrincantes, pero quería hacerlos sentirse confiados.

—Lo estaremos, ahora iré contigo.

Christine nos observó a todos y sonrió. Ella sin dudas sabía que no tardaríamos en vencerlos.

—Los esperaré adentro. — ella comenzó a ingresar, pero antes de terminar de hacerlo volteó y señaló al hombre rapado. — Él es quien no deja de perseguirme, es quien trajo a los demás hoy. No lo dejen escapar.

—Escaparemos y te llevaremos con nosotros. —Entrecerré mis ojos hacia él y gruñí.

—Ni tú, ni ningún otro tocará a mi compañera.

Ellos avanzaron hacia nosotros, confiados al ser más. Pero donde ellos eran el doble en cantidad, nosotros teníamos el doble de su fuerza y velocidad.
Aún no lo sabían, pero estaban jodidos.

—Hace mucho no tengo una buena pelea, ¿Quién quiere empezar? — Jack se adelantó, con la mirada clavada en dos de los hombres frente a él.

—No te preocupes Jack, hay demasiados para entretenernos unos segundos. — Ryan tronaba sus dedos, mientras sonreía.

Mientras ellos se concentraban en el deseo de patearles el trasero a estos imbéciles, yo no podía alejar la mirada del desgraciado que estaba cumpliendo su “trabajo”.
Iba a darle una paliza, pero no lo dejaría ir, conseguiría las respuestas que necesito y estoy seguro de que la familia de Christine disfrutaría el ayudarme a torturarlo. 

Los primeros en acercarse fueron tres chicos que no podían tener más de veintidós años, los cuales fueron recibidos por Jack, Ryan y Nika.
Observé complacido, como estos no tardaron en reducirlos. Jack incluso se lo tomó personal y lo dejo inconsciente.

—¡Esto es patético, ¿ahora a esto le llaman matones?! — quitó su pie de la espalda del chico y miró al frente. —¿ Alguno de ustedes me durará más de 5 segundos?

—Espera Jack, también quiero divertirme y golpear cachorros. —Logan se acercó a ellos, seguido de Aryeh.

—No los dejaré ir, no cuando están amenazando a mi madre, mis tías y a mi compañera.

Esta vez se acercaron seis hombres dispuestos a atacar, pero como antes no durarían mucho.
Sin embargo, conscientes de ello, vi el momento en el que un par sacaron armas y apuntaron hacía Aryeh y Nika.

—¡Cuidado, están armados!. — avisé, pero no hizo falta, ya que Jonás y Benjamín, los habían desarmado. —Al parecer no nos necesitan Robert, iré por aquel bastardo.

Deje atrás a mi suegro y me encaminé con la mirada clavada en el hombre que parecía a segundos de echarse a correr.
No lo culpaba, si yo fuera él y estuviera amenazando la seguridad de la compañera de un hombre lobo, no me detendría hasta alejarme lo más posible.

—¿Así que quieres dañar a mi mujer? —Pregunté, con mucha calma.

No necesite apresurarme, caminé lentamente, hasta detenerme frente a él.

—No sabes con quien estás metiéndote.

—No, no lo sé, pero tú vas a decírmelo.

—No te diré una mierda.

Di un salto hacia atrás, cuando el cuchillo rozó mi abdomen.
No mentiré, no esperé que diera un golpe tan bajo. ¿Qué clase de cobarde era?

—¿Enserio acabas de intentar apuñalarme? — solté una carcajada, antes de clavar mis ojos en él. —Yo no necesito un cuchillo para hacerlo, sino observa.

Su expresión despreocupada cambio a una de horror al ver cómo en mis manos crecían las garras. 

—¿Qué eres? — Preguntó con voz entrecortada.

—Alguien con quién no debiste meterte. — golpeé su rostro unas cuatro veces, antes de que cayera al suelo, noqueado.

Volteé y comprobé que los demás ya habían acabado con el resto de los secuaces de este idiota, mientras Robert observaba con diversión la escena.

—No me dejaron ninguno.

—Esto ni siquiera era un reto, solo unos mocosos sin entrenamiento. —Jack pateó a uno y negó. — ¿Cómo se atreven a amenazar a nuestras mujeres?

—Unos idiotas. — tomé al hombre a mis pies y lo levanté, listo para encerrarlo en el auto. —¿Quién me abre el baúl?

—Al menos me divertiré al interrogar a este.  —Robert abrió el baúl para mí y lo cerró con fuerza, cuando deje caer al hombre dentro.

—Iré a avisarle a Christine que ya todo está bien. —Quería ver a mi lobita, al menos un poco más.

—También entraremos.

—Abril seguro se molestará cuando se entere. — Ryan palmeó mi espalda y comenzó a empujarme hasta el interior. —Mi conejita hubiera querido patearles el trasero ella misma y estoy seguro de que lo hubiera hecho sin problemas.

Observe el lugar donde Abril conversaba con Megan y Haley, dudando que pudiera golpear a esos hombres. Ella se veía algo indefensa, pero no pensaba contradecirlo.
Por mi parte, me alejé y avance hacía Christine, quien al verme vinó hacia mi y me abrazo.

—Sé que ibas a descansar, pero también sé que si no te llamaba te molestarías y preocuparías. —sus brazos rodearon mi cuello. —Gracias por venir.

—Afuera me llamaste “mi amor” —le recordé, viendo cómo su rostro se sonrojaba.

—Eso eres.

—Me gusto escucharlo. —no mentía, me había encantado que lo dijera y quería que lo repitiera.

—Lo sé, tus ojos brillaron cuando lo dije. — Su rostro se acercó al mío y apenas rozó mis labios antes de apartarse. —Gracias por no dejarme sola, mi amor.

Entonces unió nuestros labios y me beso, como si no lo hubiera hecho en mucho tiempo.
Para mi desgracia, esto no duraría mucho tiempo, ya que deberíamos llevar al idiota en mi baúl e interrogarlo, hasta conseguir un nombre.

—¿Qué pasó con los hombres allí afuera? — preguntó, aún con sus ojos cerrados.

—Ya no te preocupes por ellos, no las volverán a molestar.

—¿Te quedas conmigo?

—Quisiera lobita, no hay nada que quisiera más, pero no puedo. —Ante el mohín que me hizo, me reí. —Debo interrogar al hombre que te seguía.

—Esta bien, pero quiero un beso más antes de que te vayas.

Y eso hice, la bese, hasta que Aryeh vino a buscarme para regresar.










1.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora