C.27

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Lyra







Nunca había sido una persona muy paciente, pero ahora, mientras me encontraba a la espera de noticias sobre mi padrino y mi compañero, descubrí que era una persona que carecía, en verdad, de paciencia.
Los minutos pasaban y pasaban y nadie salía a decirnos nada, cuando una hora paso, sentía que podía trepar por las paredes, al igual que una araña, tratando de resguardarse en su tela.

Sabía que Abby se encontraba igual que yo, pero ella a diferencia de mí, no se quedaba quieta, sino que iba y venía a través del pasillo.
El tap, tap, tap, de sus zapatos chocando contra el suelo, eran lo único que rompía el silencio sepulcral en este lugar.

Tenía tantas ganas de gritar, pedir o exigir alguna información, pero era consciente de que nada lograría con ello, solo que me sacarán de aquí.
Ya había ocasionado muchos problemas y no quería seguir sumando cosas a mi historial, por lo que aunque me estaba costando horrores, me mantenía quieta, aferrada a la silla.

—Ya no lo soporto, necesito que me digan algo, necesito alguna noticia. —Abby se dejó caer en la silla vacía, aferrando sus manos a su cabello. Sin embargo esa acción no duro mucho, ya que enseguida volvió a retomar su caminar. —Debe ser algo grave, de lo contrario ya hubieran salido y nos hubieran dicho algo, pero no es así. Las horas pasan y nosotros seguimos aquí a la espera.

—Abby, tú mejor que nadie sabe cómo es todo esto, no hay que apresurarse con estas cosas. Michael es un hombre fuerte, además, ¿En serio crees que no luchara ahora que por fin será abuelo? — Abril se acercó a ella y la abrazó, realizando círculos en su espalda, tratando de calmarla.

— Sé que lo hará, sé que él no me dejara.

Quería creer que Iván tampoco me dejaría, pero no podía tener certeza de ello.
Había hecho las cosas tan mal, nuestra relación desde el principio fue tormentosa y ahora estábamos viendo las consecuencias. 

En una especie de promesa a la Diosa Luna, juré que si ambos salían de esto con bien, nunca volvería a arriesgarme y que haría lo posible por hacer feliz a Iván, por lograr que lo nuestro avance de forma perfecta.
Una promesa arriesgada, porque era difícil de cumplir y más con mi carácter, pero sin importar lo que me costase, lo lograría.

Fue en ese momento que un médico salió, pero a pesar de ver cómo sus labios se movían, no lograba escucharlo, solo lo observaba, como una tonta.
Pero en el instante en el que Abby cayó de rodillas, volví a la realidad y temí lo peor.

—¿Qué dijo? — pregunté, aún un poco aturdida.

Miraba hacia todos, sin embargo, solo Nika me había escuchado. Al parecer mi voz había salido como un susurro y no lo había notado.

—Dijo que están bien, que están fuera de peligro, a pesar de que habían perdido mucha sangre. —me sentía tan cansada y de repente parecía que mis ojos parpadeaba de manera quedada.

Si no hubiera estado consciente todo este tiempo, creería que alguien me había suministrado algún tipo de calmante.

—¿Y porqué Abby se cayó entonces? —seguía observándola, ella lloraba, abrazada a mi madre y a Gael.

—Por la emoción, estaba muy asustada, supongo que el escuchar que Michael está fuera de peligro, se sintió como si el alma le hubiera vuelto al cuerpo. —entonces él pareció percatarse de mi estado, por lo que se acercó y luego de tomar mi rostro en sus manos, comenzó a examinar mis ojos. —Lyra, ¿Tú estás bien?

—No lo sé, creo que al igual que Abby estaba demasiado asustada y ahora de repente siento paz. Me siento cansada, pero sé que cuando pueda verlo recuperaré mis fuerzas.

—Eso no se va a poder, al menos por un rato. Lo bueno es que al ser lobos, no creo que tarden mucho en despertar. —esperaba que eso fuera así y que ellos no tardasen en abrir sus ojos. —Voy a llamar a Dylan, ella debe estar preocupada y las demás también.

Lo vi irse, pero en el camino se encontró con Sandra, quien había salido a buscar un café para todas.
Los veía hablar, seguro también estaba informándole a ella acerca de las buenas noticias, pero ya no me importaba. En mi cabeza solo se repetía, una y otra vez, un: “Están bien, están bien, Iván cumplió su promesa”.

—¿Cómo te sientes? — giré mi cabeza, encontrando a Sandra observándome como si de repente me hubiera convertido en un cachorrito necesitado de ayuda.

—Tranquila. Me sentía tan asustada y creo que aún no asimilo todo, pero cuando lo haga, probablemente colapsare.

—También creo que lo harás.

—Él está bien. Iván está bien. —no podía dejar de repetirlo, aún cuando sabía que era así.

—Siempre supe que lo estaría, él es un luchador y ahora que te encontró, no te dejará tan fácilmente.

—No quiero que lo haga.

Mirando atrás, a pesar de todas nuestras peleas, de nuestras diferencias, nunca quise que Iván se alejara de mí. En muchas ocasiones pude haber huido, pero no quise hacerlo, quise quedarme a su lado.
Nuestra atracción era fuerte, impetuosa, solo bastaba vernos para darse cuenta que desde el primer día fuimos una pareja consolidada, con todo y la desconfianza.

—¿Qué piensas hacer ahora? —no sabía a qué se refería con esa pregunta, pero solo tenía una respuesta viniendo a mi boca.

—Pienso aferrarme a él. Sandra, esta vez lo haré feliz.

—Eso espero Lyra, de lo contrario te lo robaré. —eso me hizo volver en mí y mirarla con el ceño fruncido, haciéndola reír. —Solo estoy bromeando, nuestra relación es como la tuya con Gael.

Ese no era un buen ejemplo, ya que había estado enamorada de Gael cuando era una niña.

—Espero que así sea, porque te estaré vigilando. —le advertí, tratando de no dejar entrever el antiguo amor platónico de una niña.

—Lyra, ven. — levanté la mirada, encontrándome con la de mi madre.

—¿Ir? ¿A dónde?

—Ahora que sabemos que Michael e Iván están bien, vayamos a ver cómo se encuentran tu padre y Robert.

Quería quedarme y esperar a que me permitieran estar junto a Iván, pero sabía que para eso debería esperar un poco, por lo que asentí lentamente.

—Ve, yo me quedaré aquí y te informaré de cualquier cosa. — prometió Sandra y acepté.

No podía seguir dudando de ella, ya había demostrado ser de confianza.

—Gracias. —dije y no tarde en seguir a las demás.

Todo había terminado, todo el caos, las persecuciones y el miedo, ahora solo nos quedaba volver a adaptarnos a nuestra rutina.





Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora