22.

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Jade







Unos brutos, eso eran mis hermanos y mi padre.
No importaba lo que hiciera, siempre que mi comportamiento interfiriera con sus planes, me volvería una completa irresponsable.

¿En serio tenían que golpear de esta manera a Drew?
Claro, para ellos era muy sencillo, ya que lo golpeaban, hasta hacerlo sangrar y luego simplemente se defendían alegando que si hubieran querido matarlo, lo hubieran hecho . Pero ya estaba cansada de esa mierda, no estábamos en la manada y como siguieran comportándose de esta forma, no dudaría en irme a un nuevo lugar y nunca volver a la manada.

Por un lado sabía que era una decisión muy difícil de cumplir, pero nunca se sabe lo que puede suceder y si vuelven a cagarla, deberé tomar medidas drásticas.
También era consciente de que si llegara a hacerlo, quien más sufriría sería mi padre, ya que está demasiado emocionado con la idea de tener un nieto, aunque odia pensar el proceso que realice para dárselo.

Drew por su parte seguía sin demostrarme lo que en realidad quería, había veces en las cuales parecía que quería al bebé, pero otras en las que parecía seguir viéndonos como una distracción y un obstáculo para alcanzar sus metas.

—Si estás pensando en todo lo que pasó allí, voy a volver a disculparme, no debí decirles la verdad de esa manera. —voltee a observarlo, notando que a pesar de sus palabras él parecía muy seguro de si mismo.

No podía siquiera mirarlo sin sentir pena de su rostro magullado.
Su ceja izquierda y la comisura de su labio aún sangraban, mientras parte de su mejilla se estaba inflamando.

—Te lo advertí porque sabía que sucedería, los conozco Drew, crecí con ellos. Si tan solo me hubieras dado la oportunidad de hablar con mi padre a solas, hubiese intentado hablarle bien de ti, intentar que no te odie tanto, pero ahí fuiste y gritaste: “Soy el padre” ¿acaso no amas tu vida?

—Claro que amo mi vida.

—No lo parece. — estacioné enfrente de su edificio y voltee a observarlo. —¿Puedes caminar o necesitas ayuda?

—No me vendría mal una mano, puedo caminar solo, pero de a ratos los mareos regresan.

Iba a matar a mis hermanos, pudieron lastimarlo gravemente y ellos encima querían parecer misericordiosos.  Misericordiosos mis calzones, porque esos dos idiotas se habían pasado.
Mientras ayudaba a Drew a llegar a su apartamento, solo podía pensar en lo bien que olía. Estar así tan cerca de él, solo mandaba mis hormonas a las nubes, pero no iba a ceder, no cuando también estaba molesta con él.

—Jade, una vez que entremos, voy a necesitar un favor.

—¿Qué?

—Tengo que desinfectar mis heridas y el botiquín está en el tercer cajón del mueble en el baño.

—Tranquilo, te lo alcanzaré. —era lo menos que podía hacer cuando estaba herido por mi culpa.

Pensándolo bien, tal vez debería hacerme cargo de esto, aprovechar y utilizarlo como excusa para no volver rápido a casa.
¿Qué me esperaría allí? Reclamos y peleas.

—Jade, no quiero que pienses que quiero aprovecharme de ti. —Cómo si pudiera pensarlo cuando siempre actúa de manera tan correcta conmigo.

—Lo sé Drew, tranquilo. Voy a curarte y luego volveré a casa.

Lo cual aún no era seguro, tal vez no volvería enseguida, sino que vagaría por ahí, tratando de evitar verles la cara.
Cuando entramos al apartamento, lo ayude a llegar al sillón, antes de dirigirme al baño.

No recordaba dónde me había dicho que se encontraba el botiquín, por lo que comencé a buscarlo, registrando cada lugar, hasta dar con él.
Sin embargo no pude evitar verme en el espejo y notar como todo este altercado dejo pequeñas imperfecciones en mí. El maquillaje de mis ojos estaba corrido, mi cabello era un desastre y toda mi apariencia en general también lo era.

Haciendo lo mejor que pude, pase mis dedos, arreglando el nido en mi cabeza y pase un poco de papel higiénico por debajo de mis ojos, una vez que me vi un poco más decente, caminé de regreso hacia el chico que necesitaba mi ayuda.

—Lo encontré, así que vamos doc, déjeme ver qué tan mal se encuentra. —me senté en la mesa frente a él y comencé a sacar las cosas que necesitaría.

—No tienes que ser amable conmigo, lobita.

—Tranquilo, no pienso serlo.

Mojé con alcohol un buen trozo de algodón y apreté con fuerza contra su labio, provocando un pequeño quejido de dolor.

—¿Cómo te has estado sintiendo estos días?

—Las nauseas matutinas son lo peor, luego solo he tenido un poco más de cansancio del habitual, pero es bastante tolerable.

—Me gustaría poder compartir este proceso contigo. —Detuve mis curaciones y me quedé mirándolo.

—¿Proceso?

—Sabes a lo que me refiero. Quiero estar contigo y ver cómo avanza el embarazo, quiero participar de cada cita médica, ver cada antojo o nuevo síntoma que surja y quiero que nos demos una oportunidad.

Eso era lo que más quería, pero ahora no era el momento para decírmelo. Acabábamos de pasar un rato familiar horrible y no tenía cabeza para concentrarme en sus cambios de humor.

—Me gustaría poder creerte Drew, pero sé que lo más importante para ti es terminar tus estudios. Vamos, tú mismo lo dijiste, no necesitas distracciones y yo no quiero convertirme en una.

—¿Es qué no entiendes que no eres una distracción para mí? Me importas, no solo por el bebé.

—Drew, tú también me importas pero…

—Sé que tarde o temprano encontraras a tu compañero y no me importa, te demostraré a ti y a él, que soy quien puede hacerte feliz, solo tienes que darme una oportunidad.

—Eso es todo lo que he querido escuchar, pero ahora siento que no puedo disfrutarlo. Son tantos los problemas que tengo y en vez de solucionarlos, solo sigo sumando más y más, lo siento Drew, no puedo darte una respuesta ahora, pero si me das un poco de tiempo…

—De acuerdo, es más, te ayudaré a solucionar todo esto, solo quiero que no me alejes.

Asentí, dejando a un lado el algodón sucio y besando suavemente sus labios.

—No te alejaré, pero tampoco puedo prometerte que todo saldrá bien.

No podía, solo podía desear que todo terminará bien y que pudiéramos estar juntos.




Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora