Christine
El viaje de regreso había sido mucho más incómodo, ya que a Matías le importaba una mierda lo que mi compañero de trabajo podía pensar y no dejaba de tocarme. Leves roces, los cuales no eran ignorados por Elías, quien enviaba dagas con su mirada, cada vez que debíamos detenernos en algún semáforo.
Mientras yo, luchaba por mantener mi respiración a raya, algo un poco difícil de lograr, ya que su olor estaba volviéndome loca.Pero cuando finalmente llegamos al departamento de bomberos, fue cuando un nuevo round entre los dos hombres, surgió.
—Bueno ya puedes irte, Saucedo no está aquí y no regresará hasta mañana.
—Tengo tiempo libre, por lo que aún no me iré. —sonrió con suficiencia hacía mi amigo y luego volteó hacia mí. —¿Crees que podamos hablar?
Claro que eso era lo que quería, necesitaba saber muchas cosas de él. Empecé a asentir, lista para preguntarle hasta por sus antepasados, cuando Elías volvió a hablar.
—Christine, tienes trabajo por terminar, no tienes tiempo para distraerte en tonterías.
¿Por qué no me dejaba sola? ¿Acaso no veía que había algo surgiendo entre Matías y yo?
Esto ya estaba incomodándome de verdad y pronto dejaría de ser amable.—No son tonterías, Elías. Él está aquí para hablar sobre lo sucedido en el incendio, en el cual muchas personas pudieron morir. No soy tan egoísta como para no compartir la información que tengo si eso ayuda a arrestar al responsables de estos atentados. ¿Cómo crees que me sentiría si vuelve a atentar contra la ciudad y está vez alguien termina mal? No podría perdonarme algo así.
Claro que no solo quería hablar de esto con él, pero era una excusa a la que podría aferrarme para alejarlo.
—Eso es algo que no debe hablar con nosotros, sino con Saucedo.
—Pero él no está aquí y yo si.
—Ya estás en problemas, ¿Por qué buscas más?
—¿Qué te pasa esta noche? —entrecerré mis ojos hacia mi amigo, no entendiendo su comportamiento. —Estás comportándote como un idiota.
—Haz lo que quieras. —Negó y se alejó, por fin, de nosotros.
Me di vuelta y me concentre en Matías, ahora sí podía mirarlo bien, apreciando cada detalle. Lo primero que llamo mi atención fue su sonrisa, era contagiosa y estaba segura de que tenía la misma en mi rostro.
—Disculpa a mi amigo, él debe sentirse un poco molesto por tener que hacer guardia esta noche. —Empecé a justificar el comportamiento de Elías por alguna razón. — Casi resulta herido hoy, por lo que ambos estamos cumpliendo un castigo.
—No creo que eso, pero no me importa si es grosero o no, no deberé tratar con él.
—Entonces quieres información sobre lo sucedido en la tarde.
—Eso vine a buscar, pero ahora puede esperar, antes necesito otro tipo de información.
—¿Cuál? —cerré mis ojos cuando él dio dos pasos hacia mí, cerrando la distancia entre ambos.
No podía concentrarme cuando el dulzor de la vainilla quemaba en mis orificios nasales, deseando que acercara mi rostro a su cuello y me instalará allí.
Él tampoco parecía resistente, había visto el brillo oscuro en sus ojos, el deseo de avanzar a mí, de reclamarme.—Lo dijiste antes, sabes que somos compañeros. — asentí, tragando los nervios que quemaban en mi garganta. — ¿Cómo te sientes al respecto?
—Para serte sincera, me siento tranquila. En la tarde sentí tu olor durante unos minutos, antes de que el humo lo desvaneciera. Llegué a creer que podrías ser uno de los heridos, pero luego no pude encontrarte.
—También lo creí y estaba listo para entrar por ti, pero no podía golpear a tu maldito jefe, por detenerme, aunque lo quisiera.
—No, no podías. — no hubiera sido profesional de su parte. —Exceptuando esa tranquilidad, estás volviéndome loca. No puedo resistir tu olor, ni la adrenalina de haberte encontrado.
—Tampoco puedo resistirlo, sabía que la atracción sería fuerte, pero no imaginé que sería así. Estoy luchando contra el instinto de subirte a mi auto y sacarte de aquí.
—Eso sería ir muy rápido.
—Soy un hombre determinado, al cual no le gusta andar con vueltas. Ambos sabemos que somos compañeros y que tarde o temprano cederemos al deseo que ahora mismo estamos sintiendo. ¿Quieres que actúe como si no provocaras nada en mí? Porque es imposible que haga algo como eso.
Lo observé, sabiendo que tenía razón. ¡Demonios! Yo misma me encontraba deseando que siguiera su instinto y me alejara de aquí.
Pero debía controlarme, por muy difícil que sea.—Debo volver al trabajo, ¿Trabajas mañana?
—En la tarde.
—¿Crees que podrías ir por mí a la universidad de economía a eso de las diez de la mañana? — odiaba la idea de alejarme de él, pero debía terminar mis responsabilidades. —De ese modo podríamos hablar más tranquilos y podría entregarte una copia del informe que necesitas.
—¿Estás tratando de despacharme? — preguntó divertido, recuperando esa maldita sonrisa, la que no dejaba de volverme loca.
—No eres el único luchando contra lo que desea hacer.
—¿ Entonces porqué no cedes?
—¡Basta! — llevé mi mano a mi pecho, sintiendo como mi corazón golpeaba con fuerza. —Tengo responsabilidades, debo concentrarme y no puedo contigo diciéndome estas cosas.
—Acostúmbrate Christine, porque no me gusta mentir o fingir algo.
—¡Diosa! Debes dejarme hacer mi trabajo, Matías.
—Muy bien, me iré, pero antes necesito tu número de teléfono.
Le recite los números, siguiendo el movimiento de sus dedos, mientras los tecleaba en su teléfono.
Odiaba la idea de que se marchará, pero no podría resistir mucho tiempo más su intensidad.Al momento de despedirse, se acercó a mí, dándome la impresión de que iba a besarme, pero el muy desgraciado no lo hizo. No solo eso, sino que se acercó a mi oreja e inspiró con fuerza.
—Si te beso ahora, no me contendré. —Cerré mis ojos, disfrutando de estás nuevas sensaciones. — Deberemos esperar a mañana.
—Eres un poco cruel.
—No solo tú estás sufriendo, lobita. No podré dormir en toda la noche por pensar en ti.
—Hasta mañana. —le dije, alejándome de él , antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirme.
No escuché su respuesta, preferí bloquear el tono de su voz. Ahora debía concentrarme en detallar cada cosa en el informe.
Dentro encontré a Elías y Giménez, charlando, apoyados en el mostrador.—¿Ya se fue el policía? — me acerqué a ambos e iguale su postura.
—Si, ya se fue.
Ambos asintieron, antes de que mi amigo me tomará de el brazo y comenzara a alejarme hacía el segundo piso.
—No creo que esté bien darle más información de la que Saucedo les dio.
—No sé te ocurra exponerme , Elías. Eres mi amigo y confío en ti, nosotros nos cubrimos las espaldas.
—No pienso decir nada, solo siento que es incorrecto.
—No es mucho tampoco lo que tenemos.
Y no mentía, no teníamos el nombre, el apellido o la dirección del responsable, solo pequeñas pistas que tal vez ellos pudieran utilizar.
—No me agrado el tipo, se comportaba como un idiota.
—A mí me agrado. —y demasiado.
Me había puesto al límite y se había burlado de mí antes de irse, pero en lugar de sentirme molesta, estaba deseando volver a verlo.

ESTÁS LEYENDO
Jugando limpio
Hombres LoboLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...