C.12

2.7K 451 12
                                    

Lyra






—¿Hola papá? ¿Eso es lo único que vas a decirme luego de estos días? No lo puedo creer Lyra. — empezó a gruñir con enojo. —¿Dónde estás ahora mismo? Dímelo, dilo así puedo ir por ti.

—Papá…

—No empieces, no quiero escuchar excusas, lo único que quiero ahora es que me digas dónde estas.

—No te lo diré. Si te lo digo, vendrás junto a Cédric y querrán hacerse los héroes y llevarme de regreso, sin importar lo que yo quiero.

Estaba nerviosa, yo solo esperaba una conversación tranquila con Jade, una dónde pudiera tranquilizarla y lograr que ella tranquilice a los demás, pero no pude conseguirlo y en su lugar estoy enfrentándome a mi padre, a quien poco le falta para traspasar el teléfono y golpearme.
Él siempre había sido paciente conmigo, claro que nunca estuve  en una situación como está, pero nunca habíamos discutido, ni siquiera me había levantado el tono de voz.

Está era una nueva experiencia para ambos y no me gustaba, odiaba la idea de preocuparlos, pero también odiaba el solo pensamiento de dejar solo a Iván.
Él solo me tenía a mí y ni siquiera me tenía completamente, estábamos en una especie de tira y afloja, luchando por ver cuál de los dos podía llevar el poder en la relación.

Ninguno de los dos estaba listo para ceder, ambos aferrados a la idea de mantener seguro al otro y eso, aunque sabía que nos exponía, no me desanima al punto de irme.

—Por hacer lo que querías estás metida en este problema, no me sigas haciendo enojar y dime dónde demonios estás.

—¡No!

—Deja de ser irresponsable, piensa en la preocupación que nos has hecho sentir, tu madre no está durmiendo, ¿Eso te hace sentir bien?

—No, pero tampoco quiero irme. Papá, aquí estoy con mi compañero y a pesar de que tenemos serios problemas, él se preocupa por mí y yo por él.

Era la verdad, aunque nos la pasaramos peleando, yo no podía irme, no quería. Me quería quedar junto a Iván y eso haría.
Nada de lo que me dijeran me haría cambiar de opinión, ni siquiera saber la preocupación que estaba dándoles. Era consciente de cómo se sentían, pero también de que ahora lo utilizaban como chantaje emocional.

—Somos tu familia y nosotros te protegeremos mejor que nadie.

—No lo quiero dejar.

—Ya, ya, ya, lo mejor es que nos calmemos. Jack, tienes razón, nosotros cuidaríamos a Pinki, luego de regañarla hasta el cansancio. Peeeero… —la voz de Michael se escuchó con fuerza, como si de repente se hubiera posicionado junto a mi padre. — ella también tiene razón y lo sabes. Si fuera caperucita quien estuviera en esa situación no querrías alejarte, ¿O si?

—Mantente fuera de esto, Michael.

—No me puedes mentir, nos conocemos muy bien y harías lo mismo que tu hija.

—¿Olvidas que tú viniste como loco al enterarte del embarazo de Jade?

—Vine a celebrar con mi hija y a torturar a su compañero, pero todos saben que soy muy feliz con la noticia. Tú no. —Negué, esto no me ayudaba y si Michael no se callaba de una vez, mis problemas aumentarían.

—No lo estoy porque no tengo motivos. —volvió a gruñir y me preparé para escuchar nuevamente el interrogatorio. —No creas que me olvidé de ti, sigo esperando la dirección Lyra.

—Solo llame para decirles que estoy bien. Te quiero papá y a ti también tío Mitch. —sin esperar un nuevo regaño, corté y apagué el teléfono, ya que sabía que volverían a marcar una y otra vez.

Sabía que esto iba a suceder, pero al menos ahora sabían que estaba bien.
Seguramente el enojo de mi padre no haría sino aumentar con el paso de las horas, pero esperaba que con el paso de los días se calmara y que la próxima vez que lo llamará, pudiésemos hablar tranquilamente.

—¿Estás bien?

Volteé y me encontré a Iván observándome, él siempre aparecía detrás de mí como un fantasma.

—Me asustaste.

—Estas tan distraída que no sientes mi olor. —siempre sucedía lo mismo, pero tenía tantas cosas en la cabeza, que algunas cosas pasaban desapercibidas.

—Tal vez un poco. —Extendí mi brazo, entregándole el teléfono. — Gracias, aunque creo que solo los hice enojar más.

—Puedo creerlo, tienes el mismo efecto en mí. —Entrecerré mis ojos hacia él y suspiré.

¿Es qué no podía mostrarse un poco más empático hacía mí?

—Lo que digas, al parecer cuando vuelva, me encerraran hasta nuevo aviso.

—Conociéndote encontraras la manera de escaparte y generar nuevos inconvenientes.

—Creí que dirías que me rescatarías.

—Pensé que no necesitabas que nadie te rescatará.

Caminé más allá de él, tratando de alejarme un poco.
Él parecía no entenderme, pero tampoco yo me entendía.

No quería depender de nadie, quería ser alguien fuerte, responsable y madura, pero esta vez me gustaría que él se ofreciera a estar conmigo cada día, apoyándome.

—Idiota insensible. —Pisotee, encerrándome en el baño.

¿Por qué no podía darse cuenta de que necesitaba su apoyo aunque lo niegue?
Quería sentir que aunque lo alejase mil veces, siempre se quedaría ahí conmigo.

—Lyra, ¿Tienes hambre? —Miré hacia la puerta con mucho odio.

—No.

—No seas terca, tienes que comer algo.

Ahora se preocupaba porque comiera, pero cuando debía entenderme, no lo hacía.

—Ahora salgo.

—No te tardes.

Me miré en el espejo y suspiré un par de veces.
Estaba volviéndome loca, estaba empezando a querer cosas que no debería. No era el momento para desarrollar sentimientos por Iván, no cuando nuestras vidas pendían de un hilo, sin embargo, mientras más trataba de mantenerme distante, más quería acercarme a él.

Podía ser que por fin la atracción entre nosotros estaba apoderándose de mí, de una manera acelerada, aunque también podía ser que el pasar tanto tiempo juntos me hiciera ver quién era él en verdad y lo que veía me gustaba.
Sea como sea, él parecía sentirse momentáneamente inmune. No me demostraba las mismas ganas de estar conmigo, que las que sentía yo.

Pero no me daría por vencida, ya me cansé de alejarlo y ahora haría todo lo posible por tenerlo conmigo.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora