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Jade

 


Estaba llegando tarde, excesivamente tarde, como siempre.  No entendía porque era así, cuando había comenzado a prepararme desde temprano.
Si hay algo que amo y siempre lo haría, eran las fiestas y más si eran de disfraces, ya que las tornaban más exitantes.

Tenía poco tiempo desde que llegué a la ciudad y lamentablemente, había ocupado estos días en instalarme en la vieja casa familiar de Jack.
Convencer a mi padre de dejarme venir sola fue la cosa más difícil que he hecho en mi vida, él tenía razones bastante sólidas que me hicieron dudar en varias oportunidades, pero yo quiero vivir la verdadera locura universitaria. Sin embargo, solo pude convencerlo, cuando accedí a mudarme junto a Lyra.

Me sentía cómoda junto a ella, pero últimamente se comportaba sería y pasaba bastante tiempo encerrada en su habitación.
Convencerla de venir a la fiesta fue difícil, pero junto a Leticia y Beatriz, logramos conseguirlo y ahora estaba parada frente a mí, con un disfraz de Caperucita roja, lo que era irónico en muchos sentidos y sabía que si mi padre estuviera aquí, haría muchas bromas al respecto.

Lo bueno es que nadie en la fiesta sospecharía que está Caperucita sexy, era en realidad una loba feroz.
Ese pensamiento me hizo soltar una risa tonta, llamando su atención.

—¿Y ahora qué es tan divertido? — preguntó tomando uno de los almohadones de mi cama y sentándose sobre está.

—Tú lo eres, ¿Por qué justo Caperucita?

—Cuando fui alquilar el disfraz, solo tenían este y uno de conejita y mientras los evaluaba no pude evitar pensar, que en caso de que alguna fotografía se filtre y llegué a ojos de mis padres, prefiero que mi papá me vea así y no con un micro short con un pompón en el trasero.

 —No tendría nada malo, te verías bastante bien.

—Lo sé, pero no quiero que venga a darme un sermón. Ya lo conoces, él cree que debo tener cuidado.

—Papá también lo cree y sé que si me viera así, enloquecería.

—Yo creo que es el indicado para ti, sin duda no habría un mejor disfraz.

Me había vestido como Tiffany Valentine, la novia de Chucky. Tenía un bonito vestido blanco, medias red, campera de cuero negro y un bonito cuchillo de carnicero, lleno de sangre. Me veía increíble y me encantaba.

—Lo sé, en cuanto lo vi dije: me en-can-taaaa y lo compre. Sin embargo este labial no me sienta bien, por lo que sí me pondré el antifaz, luciré sexy y misteriosa. — di una vuelta y chasquee mis dedos, dando por terminado mi trabajo.

—¿Por cierto de quién era la fiesta? —la observé, mientras quité un poquito de labial que se había corrido.

—Del otro amigo de Santiago, no recuerdo el nombre, ya sabes el que nunca quiere salir. Al parecer es su cumpleaños y Santiago y Flavio lo obligarán a salir de su cueva. — tomé mi teléfono y la observé. — Siento una mezcla de curiosidad y miedo al pensar en cómo se verá. Tal vez es un bicho raro y por eso no quiere salir al mundo.

—Ya cállate Jade, tú eres el bicho raro aquí. —Lyra puso los ojos en blanco y dejó el almohadón, levantándose.

 —Sí, pero convertido en mariposa. Andando caperuza. —golpee su trasero con mi cuchillo carnicero, consiguiendo una mirada molesta de ella. — La próxima conseguiré un látigo.

—Diosa, eres insoportable. —pero lo dijo con un sonrisa, por lo sabía que solo jugaba, ella no creía eso para nada.

Para cuando llegamos, no pude evitar asombrarme de cuan bien habían decorado la casa del tío Nath, aunque no estaba tan segura de que él estuviera de acuerdo con esto. Pero como él no estaba aquí para detenerlo, estaba lista para disfrutar.
Pocos minutos luego de ingresar, encontré a Leticia besándose, como siempre, con su compañero. No la culpaba, yo estaría haciendo lo mismo, pero sentía un poco de envidia, una no tiene y desea, pero son desconsiderados.

—Ya llegamos tortolitos. — los interrumpí y al darles una mirada a ambos no pude evitar aplaudir. —Son los mejores piratas que he visto.

Se veían completamente adorables habiendo combinado sus disfraces, ellos eran como lo que siempre desee llegar a ser con mi compañero. Claro que para verme así, primero debería encontrarlo, pero el canijo insistía en esconderse.
Tampoco es como si lo hubiera esperado demasiado, ya que hace poco había cumplido los dieciocho años, el cinco de febrero para ser más precisa y estando a veinticinco de marzo, se podría decir que mi ansiedad era quien me dominaba.

Muchos lobos pasaban años para encontrar a su otra mitad, mi padre por ejemplo, encontró a mi madre a sus veinticuatro años, pero para mí eso sería una eternidad.
Pero como siempre dicen las cosas llegan cuando deben, aunque el mío debería llegar ya. Nunca fui una chica paciente y dudo mucho que pudiera desarrollar esa virtud ahora.

—No lo planeamos, cuando llegó vi que era un pirata y que sin querer habíamos elegido lo mismo.

—Ya, ya , ya… dejen de darme envidia y díganme quién es el cumpleañero. — miré hacia los lados, pero no tenía idea de quién era.

—Debe estar perdido entre toda la gente divirtiéndose. Drew es así, difícil de sacar de la casa, pero cuando lo hace, se suelta. — explicó Santiago, mirando hacia los lados. — Está vestido de policía.

Sería sencillo encontrarlo, si no hubieran otras veinte personas vestidas con ese mismo disfraz.
Quería conocer al chico ermitaño, pero al parecer debería esperar a otra oportunidad.

Encogiéndome de hombros, les di una gran sonrisa. —Entonces otro día será, ahora iré a divertirme también.

—Solo no enloquezcas mucho. —Leticia no tenia idea.

—¿Yo? Nunca. — eché mi cabello hacia atrás y comencé a perderme entre la gente.

Mi primera opción era buscar a Lyra, quién se me perdió desde que llegamos, pero mi cuerpo tenía otros planes y antes de darme cuenta me encontraba en la cocina buscando una bebida.
Cuando la botella de tequila estuvo en mis manos, no tarde en beber un gran trago, directamente del pico, consiguiendo un silbido desde detrás de mi.

—Eso no es agua pequeña. —Yo le enseñaría a este imbécil quién era pequeña.

Pero cuando voltee, mi ceño fruncido se esfumó y estoy segura de que si no fuera por mi flequillo que las tapaba, mis cejas se verían hasta el comienzo de mi cabello.
No sabía si era el alcohol, aunque lo dudaba, pero este chico olía como el cielo. Dentro de mi todo se revolucionó al sentir el aroma a café recién molido y estaba segura que una pequeña Jade dentro de mi, sostenía un cartel luminoso con la palabra compañero.

—Si no lo bebes con moderación podría hacerte daño. — aww... Recién me conocía y ya estaba preocupándose por mi salud, él era perfecto.

—¿Y entonces porqué no bebes conmigo? — pregunté inclinando ligeramente mi cabeza hacia un lado.

—¿Por qué no? Después de todo hoy es mi día libre de responsabilidades.

Mordí mi labio inferior y sonreí, la noche recién comenzaba y ya tenía motivos para celebrar.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora