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Leticia





Luego de que Santiago se fuera, me había sentado y no había despegado la mirada, ni un solo instante del número de uno de los amigos más cercanos de mis padres, de uno de los hombres a los que veía como tíos.
Abby durante su llamada, me había dicho que no había conseguido mucha información, pero que si alguien podía ayudarme en eso, era Logan.

Logan North, en un primer momento lo había descartado, ya que él no lograba guardar un secreto, pero al parecer ahora tendría que confiar en él.
Siempre supe que tuvo una hermana, la cual había fallecido al sufrir problemas con sus transformaciones, pero quería creer que era algo diferente a lo que me estaba ocurriendo. Sin embargo, el miedo no dejaba de sentirse, hasta en mis huesos.

Luego de dos profundas respiraciones y de decirme que era lo mejor que podía hacer, apreté la tecla y comencé la llamada.

—Hola Leti, que sorpresa que me llamaras. —podía escucharlo tan animado como siempre, odiaba tener que arruinar eso, trayendo cosas tristes del pasado.

—Hola, lo siento por molestarte, sé que debes estar en el restaurante, pero necesitaba hablar contigo de algo en verdad importante. —de vida o muerte podría decir, pero quería creer que solo estaba exagerando.

—Te escuchó y claro que no molestas, siempre puedes acudir a mi. ¿Te has metido en algún problema? ¿Es eso Leti?

—No, bueno, por ahora no lo he hecho. —con mi suerte, esos nunca faltaban.

—¿Entonces? ¿Acaso necesitas una receta?

No podía seguir alargando todo, debía decir para que había llamado de una vez. Nunca fui una cobarde y no empezaría ahora.

—Logan, necesito hablar contigo sobre tu hermana.

—¿Sobre Runa? —escuché ruidos de utensilios, a través del teléfono, junto al cambio de animo en él.

—Abby me recomendó que hable contigo, es que, bueno necesito saber si los lobos pueden enfermarse luego de transformarse, pero no se a quien acudir por respuestas.

—Bueno, no es común que suceda, pero el médico que trató a Runa, también trataba a otros lobos. En el caso de mi hermana, nunca llego a transformarse, solo los dolores que esto le provocaba. —imaginaba lo horrible que debe haber sido, no solo para ella, sino para él al verla y no poder ayudarla. —Ella sufrió mucho, cada vez era más difícil, más fuerte, hasta que en una de sus crisis un hueso perforó uno de sus órganos, provocándole una fuerte hemorragia.

—Lo siento. —no sabía que más decir.

Me estaba sintiendo horrible por hacerlo recordar algo tan doloroso, pero necesitaba su ayuda.

—Tranquila, es algo que sucedió hace demasiado tiempo. —Suspiró y pude imaginarlo, secando las lágrimas que acababa de provocarle. —Sé que hay ocasiones en que los lobos se enfermaban, algo en su gen, pero no sabría decirte a ciencia cierta. Sin embargo podría consultarlo con el médico que atendía a mi hermana.

—¿Podrías hacer eso?

—Sí. Pero, ¿Por qué tienes tanta curiosidad en el tema?

Dudé mucho en decírselo o no, por un lado sabía que al enterarse, corría riesgo de que mis padres también lo hicieran. Pero por otro, él acababa de decirme algo muy privado y doloroso y lo mínimo que podía hacer era confiar en él.

—Hace días me enfermé, no fue algo simple, pasé un día con fiebre fuerte y delirando. Tuve suerte de que unos amigos me ayudaran y se preocuparan en darme medicamentos. Pero no puedo estar tranquila sabiendo que los lobos no nos enfermamos.

—¿Nathan y Haley saben esto?

—No. Por favor Logan no les digas nada al respecto, no quiero preocuparlos por algo que puede ser una tontería. Conoces a mis padres, no dudarían en aparecerse y no quiero que hagan un viaje tan largo, para que al llegar me encuentren saludable.

—Leticia, si esto termina siendo algo grave y tus padres se enteran que sabía y no les dije, no solo tú estarás en problemas.

—Lo sé, pero solo paso una vez, quizás estamos haciendo un mundo de algo pequeño. Por favor, solo quiero estar segura antes de hablar con ellos.

—Esta bien, no estoy de acuerdo, pero te daré tiempo para que estés segura, incluso te ayudaré a hablarlo con ellos.

—Gracias. Y volviendo al tema anterior, te agradecería mucho si pudieras hablar con el médico que atendió a tu hermana o conseguirme su teléfono y yo lo llamaría.

—No te preocupes, hablaré con él y te llamaré para avisarte. Ahora volveré a trabajar, pero escúchame, cualquier cosa que suceda, quiero que me llames, no importa que hora sea.

—Lo haré. Gracias de nuevo por escucharme y por ayudarme.

—Cuando quieras.

Cuando colgó, dejé el teléfono a un lado y abracé mis piernas, mientras sentía que todo parecía estar saliendo mal.
Estaba haciendo algo que no quería hacer, esforzándome día a día, para no defraudar a mi familia y ahora podía ser que este sacrificio no sirviera de nada.

¿Qué pasaría si moría al igual que Runa?
Mis padres se culparían, aunque no hubieran podido hacer nada para ayudarme, Abby y Logan, también sentirían culpa por no hablar antes. Pero yo, yo habré vivido una vida triste, una en la que no hice nada que quisiera realmente hacer. 

Todo esto era demasiado y sentía que lo único bueno que me había sucedido últimamente, fue encontrar a Santiago.
Él se preocupaba por mi, siempre parece estar cuando lo necesito y ahora sé que mis sentimientos son correspondidos.

Con ese pensamiento, me puse de pie y me encaminé al baño, lista para darme una ducha.
No iba a perder tiempo, existía la posibilidad de que algo grave pudiera estarme sucediendo, por lo que disfrutaría todo el tiempo que tuviera junto a mi compañero.

Podría estarme precipitando y estar equivocada al respecto, pero ahora mismo el miedo en mi interior, era incluso más fuerte que mi sentido común.
Una vez que estuve lista, preparé una pequeña bolsa con todo lo que necesitaría para pasar la noche allí y luego, comencé a encaminarme a mi auto.

Con el frío aire golpeando con fuerza mi rostro, trataba de convencerme de que debía pensar de manera positiva. No podía dejarme llevar por el miedo porque eso sería peor.
¡Diosa, solo había sido una gripe!

Al subir al auto, escribí un rápido mensaje a Santiago, avisándole que ya estaba en camino.
Por hoy me olvidaría de todo, pasaría un buen momento y me dejaría llevar, después de todo, nada ganaría con enloquecer.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora