C.3

2.8K 487 23
                                    

Iván







¿Qué tan bien les hacían las compañeras a nuestras vidas?
Si tenía que contestar ahora mismo esa pregunta, mi respuesta, claramente, sería que ninguno.

Desde que Lyra apareció, creí que todo finalmente se pondría en su lugar, pero no, ahora había descubierto que está no era sino un engaño.
Esta chica, sentada junto a mí, no era sino una bolsa de mentiras y engaños.

¿ Cómo podía sonar tan sincera? No era alguien a quien pudieran engañar con facilidad y ella me enrollo sin dudarlo en su dedo.
¿Qué había conseguido con ello? Terminar desnudo, luego de haber luchado contra uno de mis hermanos, mientras trato de pensar en un lugar seguro al que llevarla.

Es que en realidad no sabía que demonios estaba pensando, se infiltró, utilizando algo tan valioso como nuestro lazo, dispuesta a derrumbar nuestra manada.
Al principio no podía creerlo, me negaba a hacerlo, pero cuando me di cuenta de que irían por ella, nada más importo. Aquí estaba, como un jodido imbécil, exponiéndome a mí mismo y a quienes consideré, hasta hace unas horas, mi familia.

—Iván, deberíamos detenernos en alguna tienda y comprar algunas cosas, entre ellas un poco de ropa para ti. No puedes andar desnudo de aquí para allá.

No mostré ninguna reacción ante sus palabras, en este momento era lo mejor, ya que ella se negaba a hablar de lo sucedido y yo necesitaba aclarar todos mis pensamientos.
Además, lo que menos me preocupaba era la ropa. Estábamos en grandes problemas, por lo que  centrarnos en algo tan básico, era una estupidez.

—¿Vas a seguir así? ¿Vas a seguir comportándote de manera indiferente? Porque si es así, te voy a sugerir que te detengas en algún lugar por aquí y dejes que siga mi camino sola. Sálvate tú y yo haré lo mismo por mi parte.

Ante esas palabras algo dentro de mí termino de desplomarse.
Pise el freno, deteniéndonos de golpe en el medio de la nada y clavando mi mirada en ella, tratando de comprender si ella era consciente de lo que estaba diciendo.

—Atrévete a repetir esas estupideces. —fue su turno de mantenerse callada y de evitar mis ojos. Ella solo podía centrarse en la ventanilla. — Abandone a todos y todo por ti. No me importo saber que eras una mentira andante y que lo único que hiciste fue utilizarme para lograr meterte en la manada.

—Sigues molesto y te entiendo, pero aunque te mantengas en silencio, las cosas no cambiarán.

—¿Acaso estás entendiendo lo que estoy diciendo?

—Sí, estás tratando de culparme por las decisiones que tomaste. —aunque trataba de comprenderla, simplemente no podía hacerlo. —Puedo haberme equivocado en algunas cosas, pero yo jamás te obligue a qué eligieras un bando, tú elegiste ayudarme porque quisiste.

—¿Te estás escuchando? — fruncí el ceño y negué, aferrándome al volante, intentando encontrar las palabras para hacerla ver la realidad de una vez por todas. —No solo estás actuando como alguien cínico, también eres una egoísta.

—¿Egoísta? Estoy dándote la posibilidad de salvarte, de no tener que lidiar conmigo.

¿Salvarme? No quería salvarme de nada. No iba a dejarla sola, no podía. Por mucho que la desgraciada hubiera jugado conmigo y ahora siguiera lastimándome, no podía, ni quería dejarla sola.
Si por alguna casualidad llegaba a manos de Joaquín o algún otro miembro de la manada, ella no duraría ni tres horas viva. Y aunque no era mucho refuerzo y ante los ojos de sus enemigos también era considerado un traidor, haría lo posible por evitar que la dañaran.

Estábamos atados, yo tenía a una orgullosa, cínica y mentirosa egoísta; y ella me tenía a mí, un don nadie, sin familia, amigos o un centavo, ya que todas mis pertenencias se quedaron en el lugar donde se dio la batalla contra Henry.

—Escúchame bien Lyra. ¿Quieres que te diga que tienes la razón?, de acuerdo, la tienes, yo fui quien eligió seguirte. ¿Feliz? — me sentía tan decepcionado de ella en estos instantes. — Solo quiero que pienses que estoy aquí porque eres mi compañera y que aún cuando supe la verdad, te puse en primer lugar a ti, aunque eso significase enfrentarme a mis amigos y familia. Te niegas a dar jodidas explicaciones, pero te quejas cuando te ignoro. Dime algo, ¿No te has puesto a pensar que puedo necesitar tiempo? Porque lo necesito, estoy aún absorbiendo todo.

—Una cosa es necesitar tiempo y otra contestar una simple pregunta.

Preferí dejar de responderle y volver a concentrarme en el conducir.
No teníamos que pensar en tonterías, lo que teníamos que hacer ahora era tratar de sobrevivir.

—Al menos puedes decirme a dónde estamos dirigiéndonos, porque lo único que haces es manejar sin rumbo.

No sabía a dónde ir, no tenía un plan, solo actúe por impulso y gracias a la Diosa que lo hice.

—No lo sé, no tengo dinero y lo único que puedo hacer es alejarnos más y más de aquí.

—Si quieres puedes detenerte en algún cajero, tengo mi bolso y mis tarjetas aquí.  —iba a tener que hacerlo, no podía dejarla dormir a la intemperie. —Además necesito pensar en todo y solo podré hacerlo una vez que tome un baño.

Y ahí estaba otra vez, volvía a centrarse en tonterías.

—Cómo quieras.

Estaba cansado de pelear, era inútil, ya que a ella no le importaba nada. Escuchaba, pero le importaba muy poco lo que le decías y solo trataba de darlo vuelta y ponerlo como un problema tuyo.
Una mimada, alguien que se creía invencible y aún no sabía en quien se enfrentaba.  Esto no era un juego, esto era la vida y si no se escondía bien, no tardaría en morir.

—Iván, una cosa más. — la mire de reojo, pensando en que locura diría ahora. —Gracias por venir a rescatarme, sé que fue un gran esfuerzo, pero quiero que sepas que te agradezco.


Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora