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Santiago






Tenía casi todo listo, había hablado con Flavio y con Drew para avisarles que Leticia vendría. No es que tuvieran algún problema, pude notar que les cayó bien, pero podía existir la posibilidad de que alguno de los dos, al no saberlo, comenzará a pasearse en bóxer por la casa.
Esta era la primera “relación sería” por así decirlo, desde Rebeca o la Hiedra, como a mis amigos les gustaba llamarla. Era por eso que quería que todo saliera bien y que ella se encontrará cómoda aquí.

Había limpiado el cuarto de arriba abajo, pero sobretodo el baño. Esta era una casa de tres chicos solos y nunca sabías lo que podrías encontrar allí dentro, por lo que cualquier precaución, parecía ser poca.
Estaba colocando las cajas de pizzas sobre la isla de la cocina , cuando la puerta sonó y supe que era ella.

—Que bueno que ya estas aquí —dije tomando su mano y atrayéndola a mi.

Era imposible resistir las ganas de besarla, ahora que lo había hecho, era como si cada vez que la tuviera enfrente, las ganas fueran más fuertes.
Pero al parecer no era el único con estos sentimientos, ya que ella devolvía con el mismo ímpetu y con la misma ansía cada uno de los besos.

—Te dije que no tardaría demasiado, solo hice algunas llamadas y tomé un baño.

Caminamos hacía la cocina, bromeando sobre lo poco que Flavio y yo cocinábamos, si no fuera por Drew, moriríamos de hambre.

—¿Y qué comeremos ahora? No me digas que pusiste a Drew a cocinar.

—Ya quisiera, pero anunció que hoy sería su día libre, por lo que tendremos pizzas.

—Me gusta la pizza.

—Entonces ayúdame, vamos a llevarla a sala y nos sentaremos junto a los otros dos.

Tomamos las pizzas y un par de cervezas, mientras Drew y Flavio, debatían sobre lo que veían.

—Me dijeron que los efectos son horribles y que es muy poco creíble. —se quejó Drew, consiguiendo que Flavio volteará a mirarlo con un ceño fruncido.

—Como te atrevas a decirme el final como la última vez, te meterás en serios problemas —advirtió, provocando una sonrisa de Leticia.

—Tú preguntaste y luego te quejaste cuando respondí. ¿Para qué preguntaste si no lo querías saber?

—Era una pregunta en general idiota, no para que la respondieras.

—Ya deja de quejarte, va a empezar.

Miré a Leticia, quien tenía una enorme sonrisa de diversión en su rostro.
Ella no sabía lo duró que era vivir con ambos, aguantando sus constantes peleas.

—A ver, muévanse, traemos la comida. —dije, haciendo que ambos volteen a vernos.

—Hola Leti. —dijeron al unísono.

—Hola, ¿Qué están por ver?

—Flavio quiere ver una película “supuestamente” de terror. Pero si nos guiamos por las últimas que ha querido ver, será más una comedía. —Respondió Drew, consiguiendo un golpe.

—No lo escuches Leticia, es solo que el imbécil las mira antes, solo para hacerse el superado.

—Lo que digas idiota.

—Vamos a verla y luego juzguémosla. —Dijo Leticia, acomodándose en el sillón y tomando una porción de pizza. —A mi me gustan, pero últimamente ninguna me parece tan de terror.

Mientras veíamos como un pueblo entero creía que la virgen había visitado a una pequeña, dándole a esta una especie de “poderes milagrosos”,  Leticia se dejo caer sobre mi, envolviendo sus brazos a mi alrededor.

—No se a ti, pero hasta ahora no esta asustándome ni un poco. —murmuré, haciéndola reír entre dientes.

—A mi tampoco, además ya me han contado el final, tal vez por eso no me aterra ni un poco.

—Y yo aquí creyendo que eras en verdad valiente.

—Para nada, soy demasiado cobarde. —tomé una de sus manos y entrelacé nuestros dedos.

Ni siquiera le prestaba atención en este momento a la película, toda mi atención estaba directamente en ella. En cada gesto, cada reacción y cada palabra que me decía.
Era tanta mi distracción, que no note que nuestra pequeña charla atrajo la atención de mis dos amigos.

—¿Entonces ahora están juntos o qué? —Preguntó, aún teniendo la respuesta.

Antes, cuando les había dicho de la visita de Leticia, les había contado que estábamos viendo que podía surgir entre ambos. Pero al parecer, Flavio necesitaba una confirmación más publica.
Leticia lo observó y solo se encogió de hombros, antes de cambiar su mirada hacía mi, esperando saber que diría, por lo que no tarde en responder.

—Estamos juntos. —confirmé, consiguiendo que la castaña sonrierá y suspirará, antes de volver a dejar caer su cabeza sobre mi pecho, pareciendo más relajada.
Nos quedamos así, hasta que la película acabó, sin embargo, luego nos pusimos de pie, no queriendo escuchar a Flavio y a Drew.

—Te dije que era muy poco creíble. —se quejó Drew, pareciendo aburrido.

—¿Y si era tan poco creíble para que continuaste mirándola?

—Porque quería pasar tiempo con mis amigos, idiota.

—¿Siempre son así? —preguntó Leticia, observándolos mientras caminábamos hacía la cocina a dejar las cajas y las latas.

—No, a veces son mucho peores. Flavio no puede evitar hacer todo lo que Drew detesta, no con mala intención, sino como una provocación entre ambos. Y no creas que Drew se queda atrás, si se quedó, fue porque un poco le gusto la película, de lo contrario se hubiera ido a dormir.

—Me recuerdan a un par de gemelos que conozco, me hacen sentirme en casa. —volvió a lanzar una mirada hacia donde Flavio y Drew seguían discutiendo.

—Mejor vayamos al cuarto, dejemos a los niños discutir. —tomé su mano y comencé a guiarla hacía mi habitación.

Una vez que entramos, cerré la puerta y vi como ella se recostó, tomando una de mis pelotas anti estrés, lanzando al aire una y otra vez.

—¿Cómo comenzaste a jugar? —preguntó, deteniendo sus atrapadas, poniéndose de lado y observándome.

—Mi padre quería que practicará futbol, pero aunque traté de jugar, simplemente no fue lo mío. Luego hice natación durante un año, antes de que quisiera algo nuevo. Fue cuando los convencí de llevarme a básquet, era eso o boxeo y mi madre se rehusó a esa opción.

Aún podía recordar como había reaccionado mi madre cuando la palabra boxeo salió en la conversación. Decir que se negó, era poco, ella casi enloquece ante la opción de que pudieran golpearme demasiado.

—Entonces mi padre no tardo en encontrar un club y anotarme. Los primeros meses fueron algo complicados, pero luego llegué a amar este deporte y ahora no lo cambiaría por nada.

Al no recibir respuesta de su parte por segunda vez, la miré, encontrándola dormida.  
Verla de esta manera, tan relajada y nuevamente en mi cama, me hizo sentir pleno. Me gustaba estar con ella y verla así, la sentía tan cercana, tan mía, que no quería que nada jodiera nuestro avance.

Me incliné y deposité un suave beso en sus labios, antes de quitar mis zapatillas y acostarme a su lado.
Le di una última mirada y apagué la luz, abrazándola contra mi.


Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora