Matías
Aquí todos estaban completamente locos, no solo el tal Michael como Christine me había dicho. Si, debía admitir que a él parecían faltarle más tornillos que a los demás, pero aún me faltaba conocer a muchos.
Sus padres, Robert y Tracy, se habían comportado de manera agradable y abierta hacia mí, no dudando en hacerme sentir parte de su familia desde el primer segundo.A diferencia de ellos, mi compañera se mantenía en el sofá, junto a un chico muy parecido a ella, lanzándome una mirada de enojo. Entendía que debía sentirse molesta por haberla dejado sola, pero tenía que ir a la estación y comprobar el informe que había solicitado.
Luego de disculparme con sus padres, comencé a avanzar hasta el lugar donde mi compañera alzaba su ceja hacía mí y el chico a su lado se enderezaba, entrecerrando sus ojos en mi dirección.—Lobita. —Fue lo único que me permitió decir, antes de ponerse de pie y apretar con fuerza mi hombro.
—Dijiste enseguida, Matías. —sus dientes estaban apretados, mientras disimulaba una sonrisa. —Dos horas no son enseguida, debí enfrentarlos sola.
—Lo siento, creí que llegaría a tiempo.
Pero por lo que veía, las cosas no habían salido tan mal, o de lo contrario el ambiente sería otro.
—Ellos se te adelantaron.
—Eso es lo que veo, pero también los veo tranquilos, demasiado quizás.
—¿Así que eres el compañero de mi hermana?
Observe al tipo más de cerca, notando que sería solo dos o tres años mayor que yo.
A diferencia de los demás, él trataba de mostrarse amenazador, pero Christine me había explicado cuan inofensivo era y hasta ahora, todos eran según su descripción.—Tú debes ser Uriel.
—¿También te hablo de mí? ¿Qué es lo que te dijo? —¿Acaso todos preguntarían lo mismo?
—Solo lo preocupada que se sentía con la idea de que enviases a alguien a espiarla.
—Y ya se la razón, al parecer mi hermanita tenía algunos secretos que quería que no conociéramos.
—Basta Uriel, no vamos a empezar de nuevo con eso, nuestros padres están de acuerdo, así que supéralo.
Al parecer él no se sentía muy de acuerdo con la profesión de su hermana y debía admitir que tampoco lo hacía, pero era algo que deberíamos aceptar de a poco.
Los observaba y ambos parecían listos para comenzar una discusión, pero antes de que eso sucediera, una pequeña chica se paro en frente.—¿No estarán pensando en discutir, verdad? Porque si es así no dudaré en llamar a mamá y saben que estará muy feliz de darles un sermón sobre el amor familiar.
—Ya no somos niños Samara. —a pesar de eso, los labios de Uriel formaron una sonrisa.
—¿Quieres que hagamos la prueba Uri? —ella ahora sí se veía divertida, al igual que mi compañera. —Oh cierto, hola, soy Samara, prima de estos dos y compañera de aquel lindo lobito que está allí.
Seguí la dirección que señalaba, hasta el tipo rubio que negaba en nuestra dirección con una sonrisa.
—Matías, un placer.
—Muy bien Matías, ahora voy a robarte a Christine unos momentos y te dejaré conocer mejor a tu cuñado. —entonces observó, con una clara advertencia, a Uriel. — Uno que se comportará y será muy agradable o llamaré a Lorenzo y le contaré todo.

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Jugando limpio
WerewolfLeticia Fenn sabía tres cosas con seguridad: 1-Su futuro había sido decidido desde que nació. 2-No podía luchar contra este, sin lastimar a las personas que más amaba. 3-La cuenta regresiva había comenzado y solo le quedaban horas para enfrentar su...