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Lyra





La tranquilidad que se vivía en la manada, parecía como si fuera un sueño, una realidad inimaginable, luego de lo que habíamos atravesado hace un año.
Lejos quedó el hambre de vivir aventuras, los peligros que se atravesaban en nuestro camino y los malos entendidos. Ahora solo reinaban las risas, el compañerismo y el amor.

Estábamos ahora mismo casi todos reunidos en casa de Michael, a excepción de Jade, Leticia, Christine y Beatriz, quienes aún seguían en la ciudad culminando sus estudios y acompañando a sus compañeros, menos Christine, quien aún no lo había encontrado. También faltaban Samara y sus padres, quienes deberían estar por llegar, después de todo estábamos aquí para ultimar el viaje que haríamos en unos días, para celebrar la boda de ella y Aryeh.
Se habían tardado demasiado, a mi entender, pero Samara creía que las cosas sucedían en un momento perfecto.

Observaba a los demás bromear, riendo de alguna tontería, mientras sostenía la mano de Iván, quien se encontraba a mi lado con nuestra pequeña Lúa en brazos.
Aún no podía creer que habíamos logrado formar una familia estable y constituida, luego de todo lo que habíamos vivido el año anterior. Pero eso lejos de alejarnos, nos llevo a comprometernos más y ahora nada nos podría separar.

—¿Tú que dices Pinki? — levanté mi mirada hacia Michael, quien se veía extasiado con la locura propuesta.

—No te prestaré a mi hija.

—¿Por qué no?

—Porque es apenas una bebe.

Él no estaba llevando a mi bebe por todo el camino a la ciudad , en un auto alejado de mí.
Lo veía listo para decirme algunas de las excusas, las cuales me pondrían a pensar la decisión, la cual de igual manera terminaría en un no, cuando la puerta comenzó a sonar.

—Esa debe ser Sami, yo iré —el rostro de Aryeh se iluminó.

El idiota estaba completamente enamorado de Samara. Lo bueno es que ella estaba igual, o más enamorada que él.
Ellos habían tenido la suerte de descubrir que eran compañeros, el mismo día en que Aryeh se transformó y desde entonces ella se había convertido en su todo.

Cuando Lúa se quejó, tomé su pequeña manito, mientras Iván le sobaba su pancita. Ella se portaba muy bien, tan diferente a mí.
Estábamos sonriendo, hasta que Samara entró y nos observó a todos con preocupación. Eso era extraño en ella.

—Sami, tranquilízate y respira, no quiero que sufras una crisis, hace mucho no tienes una.  —Aryeh llegó detrás de ella y acarició su espalda.

—Es cierto cariño, si no te calmas no vas a poder contarles lo sucedido.

Fruncí el ceño, al igual que los demás y observé a mis padres y a mi hermano, quienes estaban igual de preocupados que yo.
¿ Qué podía ser tan grave para tenerla de ese modo?

Esperamos hasta que tomara un par de respiraciones profundas, logrando calmar un poco los nervios que traía.

—¿Estás mejor bichito? —ella observó a su futuro suegro y asintió con los ojos muy abiertos. — Que bueno, pero ahora dinos, ¿Qué te sucedió?

—Antes de venir llamé a Christine, estábamos hablando y le contaba, ya saben, de los últimos detalles de la boda y de como con Aryeh iríamos unos días antes, para instalarnos en mi casa. Le estaba diciendo que haríamos eso, para no molestar a Jade y a Drew… —ella estaba hablando demasiado rápido, pero aún así podíamos seguirle el ritmo.

—Yo sigo creyendo que no les vendría mal una pequeña visita. —Interrumpió Michael, con una sonrisa malvada en su rostro. —Incluso también podría ir unos días antes.

—Michael déjala terminar de hablar, esto parece serio y estoy empezando a preocuparme.

—Claro Robert, no estoy interrumpiéndola, estoy preocupado también. ¿Entonces que pasó con pequitas?

—Papá, deja de hablar. —Lo regaño está vez Aryeh.

—Pero si ya me quedé callado.

Todos preferimos ignorarlo y volver a centrar nuestra atención en Samara, quien no dejaba de presionar sus manos y morder su labio inferior.

—Estaba diciéndole eso y ella me había dicho que estaba conduciendo, pero como estaba con el manos libre, no pasaba nada. —Miré a Robert, quien ya se notaba que no tardaría en perder la compostura. —Entonces escuché una explosión y ella gritó, muy , muy fuerte. De verdad, no hizo falta usar mi oído de loba, el cual aún está zumbando. No podía soportar el miedo que sentí, por lo que empecé a repetir su nombre una y otra vez, solo quería saber que estaba bien y a salvo, pero cuando me respondió, me dijo que volvería a llamarme y colgó.

—¿Christine tuvo un accidente? —Robert se puso de pie, al igual que Uriel.

—Creo que si, es decir, ¿Por qué habría una explosión? Seguro fue un accidente, pero…

—¿Pero qué Samara? —esta vez fue Uriel quien la interrogó.

—No estoy segura, pero creo que escuché un disparo antes de que la llamada se cortará. —Mientras todos comenzamos a mirarnos, conscientes de que seguramente no se había equivocado, ella volvió a hablar. — La volví a llamar, de hecho le marqué otras diez veces, pero no me responde y estoy preocupada.

—¿ Llamaste a Leticia? —ella asintió hacía él, antes de comenzar a llorar.

—Llamé a Leticia, Jade y a los chicos, pero ellos no sabían nada y aunque quedaron en avisarme cualquier cosa, pidiéndome que no les contará, por qué no querían preocuparlos, no puedo callarme porque también estoy preocupada y muy asustada.

—Tranquila amor.

—No Aryeh, no puedo, ella gritó. Necesito saber que está bien.

Cambié mi atención hacía Tracy, quien no dejaba de llorar y la entendía, desde que nació Lúa, se había convertido en mi mundo e imaginaba que si algo como esto le sucediera, no podría resistirlo.
Por su parte, Robert dio un golpe en la mesa y miró a Uriel, quien no tardó en asentir.

—No voy a esperar respuestas, no esperaré más tiempo, tengo tres malditos días de distancia y me iré ahora.

Uriel y Tracy siguieron a Robert, pero no fueron los únicos, pronto Nathan y Haley, copiaron su acción, seguidos de los demás.

—Iré con Robert, Leticia está allí y no estaré tranquilo hasta que la vea.

—Tampoco me quedaré. Mi chispita y burbujita me necesitan, Stranger no podrá protegerlas cómo yo.

—Al parecer estamos todos adelantando nuestro viaje. —Logan acarició el cabello de Samara, antes de caminar, con Sophie, hacía la salida.

Observe a Iván, quien era el único aún sentado, antes de tocar la pequeña naricita de mi bebe y murmurar.

—Espero que estés lista para una nueva aventura, porque volveremos a la ciudad.

Solo esperaba que está ocasión fuera diferente a la del año anterior, pero eso no podíamos saberlo aún.


















Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora