Extra.

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Lyra






Un mes había pasado desde que todos se enteraron de que pronto Lúa estaría entre nosotros y aunque algunos lo habían tomado bien, otros, como mi comprensivo hermano, no había estado muy dichoso al enterarse.
Claro que eso ya había pasado, su molestia solo duro una semana y luego de ello se ha encargado de hacer todo lo que estaba a su alcance para que esté tranquila y feliz.

Decir que entre él, mis padres e Iván, estaban manteniéndome entre algodones, era quedarme corta. Siempre estaban intentando que no me cansará, que no hiciera mucha fuerza y sobretodo, trataban de evitarme disgustos.
Aunque no había nada por lo que sentirme disgustada. Los tenía a ellos, ya felices con la noticia y a la espera del próximo integrante de la familia y además, tenía un amor cada día más grande por Iván.

¿Qué más podía pedir?

Mientras recorría mis tan familiares calles de la manada, observaba como todo estaba decorado, a la espera de las celebraciones de esta noche. Me fue casi imposible no sonreír al imaginar que Michael estaría más emocionado, incluso que los niños, con los preparativos.
Pero eso lo vería en cuanto llegará a la carpintería. Quería ver a Iván, por lo que en un impulso, tomé un abrigo y empecé mi camino a buscarlo. Claro que esto también significaba encontrarme a mi padrino y conocer sus planes. 

Desde niña, él había hecho crecer en mí el amor por Halloween, por lo que estaba convencida de que estaría haciendo lo mismo con la nueva generación.
Solo esperaba que a ellos no los engañara como a nosotros, y que al terminar la noche, no terminen con la mitad de sus dulces.

—Todos deben recordar muy bien que no es solo el disfraz, lo más importante es la actitud. Vamos todos, repitan conmigo: ¡ACTITUD! — mordí mi labio, tratando de no soltar una carcajada, al escuchar el coro de niños repetir la palabra.

Sabia que esto sucedería, porque si algo debíamos atribuirle a Michael Doll, era el amor por las celebraciones. Ya sea Halloween, Navidad o Pascua, el haría de ello algo enorme.

—Sin actitud no ganaremos nada y hoy debemos conseguir el mayor lote de golosinas. ¿Me escuchan soldados? El mayor lote.

—Mi mamá dice que siempre debo sonreír y lucir tierno, que nadie se resiste a la ternura.

—Escucha a tu mamá, ella sabe de lo que habla. Si en alguien podemos confiar en tema de conseguir comida es en pequeño Bambi. — llevé mis manos a mi rostro y las apreté con fuerza contra mi boca, era raro que Sophie no estuviera dando indicaciones con él, como en años anteriores. — Además sabemos que ella influirá en que seamos bien recompensados al visitar el restaurante, ni Logan, ni mi bichito de luz se resistirán a ustedes.

—Mi mamá dice que lo más importante es divertirnos, que si como mucho puedo terminar mal del estómago.

—¿Scrappy dijo eso?  —la voz de Michael se escuchó en verdad con asombro e indignación. — Ya hablaré con ella luego, pero hoy no la escuches, mañana si.

—¿Y si mami se enoja?

—Scrappy no lo hará, pero en caso de que lo haga, no fue mi idea.

Sin poder resistirme más tiempo, me vi forzada a revelar mi escondite, ya que no pude aguantar la risa al escuchar cómo Michael seguía tratando de librarse de sus malas enseñanzas.
Cuando Laurie era pequeña, terminó intoxicada, por comer dulces en exceso, pero él trató de negar su culpa. Claro que no salió como esperaba, ya que Abril, Abby y Summer, se habían aliado en contra de él.

—Pinki, ¿Por qué te escondías? ¿Acaso eres una espía? —Levantó sus dedos, fingiendo que eran un arma, la cual apuntaba en mi dirección. Esa acción lejos de calmarme, me llevo a una nueva ronda de carcajadas. —¿Desde cuándo eres tan poco sería?

—¿Lo dices tú, que me apuntas con un arma imaginaria? —Respondí, secando las lágrimas de mis ojos.

Él, al escuchar eso, miró su mano y vio que efectivamente, eso era lo que hacía, por lo que se encogió de hombros y me guiñó un ojo.

—Piu, piu. — dijo y fue imitado por varios de los niños.

Solo entonces pasee mi mirada por ellos y los vi a todos con el mismo disfraz.

—¡Diosa! ¿Esto es verdad?

—¡Lo sé! Se ven geniales, está noche arrasaremos. ¿Quién podría resistirse a ellos? Y no lo has visto todo.

Sacó su teléfono y me mostró una foto de Ágata. Una dónde ella claramente estaba disfrazada.

—¿Acaso está vez no me he superado?

Definitivamente lo había hecho. Tenía a los niños disfrazados de alumnos de Hogwarts, específicamente de Gryffindor. Todos se veían tan increíbles, que moría de ganas de sumarme a ellos.
Pero sin dudas lo que más me impresionó, fue el disfraz de Ágata. Él disfrazó a la pequeña bebé de una pequeña mandrágora.

—Definitivamente lo has hecho. ¿Cómo irás tú?

—Seré el serio y respetado Severus Snape. —y con esa respuesta logró que lo observará de pies a cabeza.

—No te imaginó como él.

—¿Por qué no, joven muggle?

—Porque no eres serio, ni oscuro y deberías seguir con el tema y Snape es de Slytherin, no de Gryffindor, como los niños aquí presentes. — señalé a todos los pequeños frente a nosotros.

—Soy serio y soy un maestro de Hogwarts, con eso basta.

Volví a reír, no logrando creer como lograría convertirse en un personaje tan diferente a él, pero si alguien podía lograrlo, ese era Michael.

—¿Y como lograrás sacar a Ágata está noche? ¿Acaso planeas golpear a Drew? —no creía que él estuviera de acuerdo con los planes de mi padrino, pero es que la bebé se veía tan increíble, que sin dudas debía salir.

—Eso ya está resuelto. —dijo de mala gana, bufando. —Tendré que traerlo también.

Oh Diosa, no los imaginaba a ambos paseando a los niños de aquí para allá.

—¿Cómo irá él? ¿De qué planeas disfrazarlo?

—¿De quién más si no de alguien que refleje su verdadero ser?

—¿Del doctor Stranger?. — siempre lo llamaba así, por lo que no me extrañaría.

—No. Él será Dobby. —volví a reírme, sabiendo que eso no terminaría para nada bien.

Mientras reía, sentí el olor de mi compañero acercándose a mí, solo segundos después, sus manos me rodearon desde atrás.

—¿Qué es tan gracioso?

—Quiere disfrazar a Drew de elfo, ellos sin dudas no terminaran la noche en buenos términos. —respondí, apoyando mi cabeza contra su pecho, sintiendo los temblores de su risa.

—No creo que Drew ceda.

—Lo hará, si quiere venir con nosotros. Mi burbujita y yo, seremos los reyes de la noche.

A este punto, los niños no nos prestaban atención. Ellos estaban perdidos en sus propias conversaciones, mirando lo bien que les quedaban sus disfraces.
Al ver esto, Michael silbó, llamando la atención de todos.

—Andando estudiantes, aún hay mucho por tratar.

Mientras la mayoría de ellos comenzaba a salir del lugar, de manera misteriosamente ordenada, Michael solo se había cruzado de brazos y asentía.

—Creí que antes eran soldados. —me burlé.

—No me confundas Pinki, ellos son alumnos. —entonces sonrió, con esa sonrisa que significaba problemas. — Está noche, nos haremos con un botín.

—Solo no los metas en problemas tío.

—Pinki — comenzó y debí imaginar que no diría nada bueno. — Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Y tras eso salió corriendo, detrás de todos sus aprendices.
Una cosa era cierta y es que Michael jamás cambiaría. Pero también había otra realidad y es que él no era el único que no tenía buenas intenciones para esta noche. Solo con mirar a Iván junto a mí, miles de ideas venían a mi cabeza y sabía que estaba lejos de decir : “travesura realizada”.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora