Parte 31

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La desesperación hace cosas extrañas en el cuerpo de un hombre. La preocupación y un enorme sentimiento de impotencia, motivaron a Nfirea a no sentir lo que le hacía a su propio cuerpo. Con una fuerza desconocida para él, forcejeo en los brazos del aventurero que lo contenía.

Pero aun con esa inyección de adrenalina, Nfirea no pudo liberarse de aquel hombre, de aquel aventurero de rango oricalco que se postraba muy cerca de la cima de la humanidad.

Cada intento por liberarse era inútil, su fuerza no era suficiente.

Pero la fuerza no era lo único que Nfirea tenía a su favor.

-¡TU ME OBLIGASTE A ESTO!- le grito furioso al aventurero que lo contenía, pero este no se mostró preocupado, ya estaba preparado para cualquier cosa que ese chico pudiera hacer y siendo sinceros, lo que un hechicero podía hacer cuando había sido capturado, era muy poco. -¡AURA DE VENENO!-

El aventurero sorprendido soltó a Nfirea al escuchar un término que le era desconocido debido a un fuerte y entrenado instinto de auto-preservación. Ese hechizo que acababa de recitar el chico no era ninguno que el experimentado aventurero conociera, y eso se debía, a que dicho hechizo no existía, pero el aventurero creyó en esa treta debido a la reputación del chico que venia de una familia de famosos farmacéuticos y que además tenía un talento especial que le permitía usar cualquier objeto mágico sin restricción, y eso le hizo creer que dicho hechizo podria ser una técnica oculta de su familia o un hechizo contenido en algún extraño artefacto mágico que solo el podría usar.

Como resultado, soltó a Nfirea y el chico escapo. Aun asi, el chico no podía correr tan rápido como el experimentado aventurero, pero antes de que empezara la persecución, el hombre que habia sido herido por Enri detuvo a su compañero.

-No sé lo que esté pasando por haya, pero ese chico y es amigo de esa guerrera, y si te ve persiguiéndolo, podría mal interpretar las cosas...- le dijo el aventurero.

Básicamente, lo mejor que podían hacer los aventureros de rango oricalco, guerreros que sobrepasaban a la humanidad, era sentarse y esperar pues no podían entrar al pueblo por la amenaza de esos extraños seres y no podían huir ni abandonar su misión porque a sus espaldas se estaba desarrollando una batalla.... O quizás una masacre.

El agitado corazón de Nfirea latía con la fuerza suficiente para que este pudiera escuchar claramente sus propios latidos; seguramente de no ser joven y saludable la preocupación y el estrés hubiesen hecho mella en su cuerpo.

Mientras corría, Nfirea vio todo lo que llevaba con el... solo sus ropas de trabajo habituales  y un anillo que le fue prestado con su abuela con la habilidad "Restaurar mana" que se podía usar una vez al mes.

No le servía, Nfirea casi no conocía magias ofensivas, él era puramente un herbolario, un chico de ciudad que no creyó jamás que necesitaría con tanta urgencia el poder para pelear.  Hasta el momento al menos 16 grupos de aventureros intentaron reclutar al chico debido a sus conocimientos en herbolaria, creación de pociones y por esa extraña habilidad para usar cualquier objeto mágico.

Seguramente de haber aceptado, de haber sido un hombre y haberse lanzado al mundo, hoy tendría el poder para ayudar a su amada...

Al menos eso es lo que pensaba mientras vomitaba tras haber corrido un kilometro, y aun le quedaba otro para alcanzar la batalla...
.....
.....
En aquel campo de fue y ceniza...

Enri había jurado proteger a su benefactor, y acepto lanzarse en su lugar a la batalla. Pero la chica no tenía idea de lo que le esperaba...

La joven campesina ya había visto a gente morir, había sido testigo de una crueldad y vileza que la marcarían por el resto de su vida.

Enri había contemplado  a un grupo de hombres masacrar a su familia y a sus amigos, pero lo que más  la perturbo de aquel día es que esos hombres disfrutaban lo que estaban haciendo, y lo hacían sin una pizca de remordimiento. Eso fue algo horrible, cruel... podrido.

Pero ahora mismo no sabía cuál de las dos cosas era peor, un hombre que disfrutaba al infligir daño, o uno que no parecía sentir nada al causarlo.

Uno podía entender que un sádico o un enfermo dañase a las personas, después de todo, aun con todo el caos y sufrimiento que provocan, ellos tienen un objetivo, tienen una motivación, sienten algo al hacerlo, y eso es algo que cualquier humano por mas asqueado que se sienta por sus actos, puede entender.

Pero la actitud de Momonga y sus compañeros...

Si Enri los hubiese visto reír, los habría entendido, se abría asqueado, pero lo entendería.

Si se sintiesen avergonzados por sus actos, Enri los compadecería.

Pero no había nada. No había gozo, arrepentimiento, melancolía o miedo...

Se sentía como si debajo de esas mascaras solo hubieran tres expresiones llenas de "nada".

Los gritos de los hombres al quemarse no los afectaban. Ante los aullidos de dolor de los soldados por perder a sus compañeros y las risas nerviosas de los que cayeron en la locura, los 3 seres se mantuvieron impasibles, como si todo aquel dolor fuera ajeno a ellos.

Y eso fue lo que en verdad aterro a Enri.

Y quizás fue por ello que el ver una pequeña figura a lo lejos, su mente se centró en eso para protegerla, "Él" fue en lo único que pudo, y quiso pensar para escapar de esta horrible realidad.

Enri corrió hacia su amigo quien se veía horrorizado por la escena que contemplaban sus ojos. Vio a Gazef Stronoff, el guerrero más poderoso del reino en el suelo impotente mientras veía como se consumían sus hombres por un fuego infernal. Observo como el poderoso noble huía despavorido a lomos de su caballo mientras lloraba a los ex-aventureros que ya no volverían con él a casa.

Y observo a Enri manchada por con sangre, corriendo hacia el con una enorme sonrisa en el rostro.

Enri había cortado el brazo de Gazef, había golpeado de manera brutal a los soldados que lo protegieron, y dado que la sangre no podía penetrar el material del que estaba hecha la armadura, la chica centrada en el combate y después en la masacre ni siquiera pudo notar las manchas rojas por toda su ropa.

Nfirea al principio se sintió asustado, y se preguntaba como toda esa sangre había llegado a su ropa, y cuando contemplo la espada que su amiga tenía en mano... lo supo. Habia rastros rojos en el arma de Enri.

La campesina disfrazada de guerrera corría hacia su querido amigo con los brazos abiertos, sin ser consciente de lo enfermizo que se veía esa enorme sonrisa y esos ojos húmedos cuando los combinabas con la sangre de sus enemigos por todo el cuerpo.

Nfirea sabía que era lo correcto. Debía rechazar el calor de esa sonrisa, debería parar a Enri quien venía hacia él y señalarle el campo en llamas como toda la razón que necesitaban para iniciar su huida de los monstruos que contemplaban la masacre como si vieran como pasto seco a las personas en el fuego.

Eso era lo correcto...

Pero abandonando una gran parte de su cordura, Nfirea recibió a su amada con los brazos abiertos, recibió su tierno abrazo y lo correspondió sin importarle la sangre que se impregnara a su ropa.

Y mientras Enri escapaba de la masacre al perderse en el abrazo que le daba su amigo, Nfirea con ojos perdidos miro a aquellos seres que le devolvían la mirada.

-¿Ese chico corrió hasta aquí?- Momonga consideraba que correr de Carne hasta este punto con un cuerpo humano, debía ser fastidioso y agotador...

-Nos está mirando extraño- TouchMe se sentía incomodo al ser observado por la mirada perdida del chico.
-El muchacho se ve perturbado... después de esto vamos a tener que matarlo o borrarle la memoria- dijo Momonga.

-No, no creo que sea buena idea- Ulbert veía como algo curioso aquel chico que había gastado una pequeña fortuna al contratar tantos guerreros para salvar a esa chica, que había corrido hasta este pueblo y estaba dispuesto a abandonar la nación en la que nació solo para salvar la vida de la chica llena de sangre que ahora abrazaba. –Hay que mantenerlo vivo. Tengo una idea –Dijo  mientras consideraba lo divertido que seria manejar una marioneta bailar en sus palmas, atado con hilos de eso que llaman "Amor"

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora