Parte 124

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El recuerdo de la sangre de su madre sobre ella, la voz de su padre suplicándole que escapara, su hermana llorando, los soldados persiguiéndola...

Enri vio a su madre morir gritando, a su padre siendo masacrado mientras ganaba tiempo para que ella y su hermana huyeran.

La niña recordaba el suplicio de correr cargando a su hermana. El dolor de haber perdido a quienes mas amaba, y la gran impotencia al ver que todo había sido para nada.

Aun podía recordar el rostro de los soldados que estaban por asesinarla.

Y se recordó a si misma suplicando a sus dioses por ayuda.

Imploro clemencia, pidió piedad al menos para su hermana, sin saber que quienes estaban por matarla, servían a aquellos dioses a los que rezaba.

Esos son idiotas arrogantes que se hicieron llamar a si mismos dioses no respondieron a las suplicas de una niña asustada.

Pero en su lugar, como si se tratase de una burla... no... como si fuese una revelación, ese día fue salvada por un grupo de seres malditos, nacidos de la oscuridad más absoluta, y liderados por un no-muerto.

Ese día Enri fue salvada por el enemigo de la vida, mientras que su familia fue asesinada por los protectores de la humanidad

Aun recordaba las palabras de ese ser. No hubo pena por ella, no hubo lastima.

"Si corriste de los soldados significa que no querías morir" fue lo que le dijo la muerte a la chica cuando le entrego una poción para sanar sus heridas, y armas para que pudiera protegerse ella misma y a su hermana.

Sin saber nada de ella le entrego equipo que otros llamaban "tesoros", le dio una poción que Nfirea describió como "La sangre de los dioses" y le regalo dos cuernos que hasta día de hoy su hermana guardaba con recelo entre sus ropas, segura de que al sonar los, alguien vendría a ayudarlas.

"Y si después de tanta ayuda no tienes la voluntad para defenderte a ti misma, solo muere..."

Esas palabras la trajeron de nuevo a la vida, le hicieron comprender que sus padres ya jamás podrían defenderla como lo habían hecho. Ahora estaba sola...

Las palabras de su nuevo amo la hicieron ser consciente de lo mucho que para ella valía su propia vida y la de su hermana, la última familia que le quedaba.

Ese enemigo de la vida, esa muerte encarnada con un rostro esquelético, hoy para Enri era la figura de la piedad, el único dios verdadero que le trajo alegría y color a su vida.

Los aventureros, llenaron el vacío que dejaron los amigos que habían muerto.

Los pobladores que creyeron en ella, en sus ojos veían la luz que creía extinta.

En su viejo amigo encontró una razón más para estar viva.

En su hermana el calor para no sentirse sola.

Y en Momonga... vio....

No podía morir... aun no podía morir...

Con su mente aun confusa, con su cuerpo adolorido, Enri abrió los ojos e intento levantarse.

"No puedo quedarme dormida... tengo que detenerlo... antes de que llegue al pueblo... yo..."

-Tranquila... tranquila... recuéstate, no te sobre esfuerces, las pociones ya sanaron tus heridas externas, pero Ainz-sama dijo que las lesiones cerebrales tardarían un poco mas en...- 

Nfirea vio cómo su amiga lo miraba, con ojos perdidos y desolados.

-Nfirea...-

Enri volteo hacia sus lados mientras el farmacéutico la acomodaba de nuevo en su cama.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora