Parte 169

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¿Cuándo inicio Ainz Ooal Gown? Momonga sabía, desde el fondo de su corazón, que ese día fue en el que su madre murió.

Cuando por primera vez, el niño se sintió completamente solo, fue que... Momonga nació.

¿Para qué había vivido tantos años? ¿Para que trabajaba todos los días? Quizás la respuesta fuera: para olvidar que no tenía la fuerza para detenerse, ni tampoco para cambiar.

Le aterraba la idea de... perder.

Sin amigos. Sin familia. Satoru Suzuki vivió toda su vida por y para él, aun si fuera una existencia vacía.

Y Momonga no supo porque, hasta aquel momento en el que vio a una madre romperse y caer.

Al ver como el alma de Rena se desmoronaba, fue que Momonga lo entendió.

En su último momento. El ultimo pensamiento que tuvo la madre que lo crio fue... él.

Fue por la madre que perdió que Momonga pudo sobrevivir aun cuando esta se fue. Se nutrió de su trabajo, se alimentó de lo que ella pudo dejarle, y por la gran deuda que tenía con su madre, es que cada vez que llegaba a esa habitación vacía... Satoru Suzuki no podía colgarse.

Y hoy, observo a la multitud que lo miraba. Observo a la masa de humanos bajo de él.

"¿Ustedes son iguales verdad? ¿Hay entre ustedes alguien que pueda comprender esto? Aquellos que perdieron todo y aun así corrieron. Los huérfanos que temen por no saber qué hacer ¿Estan ahí? ¿Me escuchan?" Se preguntaba el Overlord a punto de empezar.

-Duele ¿No es verdad?  Saber que ya jamás podrán ver su rostro otra vez-

Aquellas palabras, tan distantes y tan cercanas... golpearon a todos los corazones por igual.

-Antes de darte cuenta... estas repitiendo su cara una y otra vez en tu cabeza, temiendo que puedas olvidar como se veía la última vez que estuvieron junto. Solo para que al final del dia, después de repasar su rostro al más mínimo detalle... comiences a dudar de tu memoria ¿Realmente se veía así? ¿Realmente su voz sonaba de esta manera? Poco a poco... comienzas a sentir más lejos de esa persona amada... comienzas a comprender lo que significa la muerte-

Ya no había nadie que no lo escuchara. No había una sola alma que despreciara sus palabras. Podían sentir, que él, mejor que nadie podía entenderlos.

-Es entonces cuando te das cuenta, de que la vida tiene una infinidad de caminos... madres, padres, hijos. Soldados, mercaderes, panaderos, aventureros e incluso asesino. Héroes, villanos ¡E incluso el nigromante! Cada uno, desemboca en esto. Cada vida lleva a un solo destino-

El silencio de un público escuchando a un profeta.

-Es invariablemente, es absoluta ¡Es la única verdad del mundo, que todos ustedes y yo mismo...! ¡¡¡Moriremos!!! Porque la muerte es la única certeza. La muerte es el único destino real ¡La muerte es la única justicia que tiene este mundo o tendrá! ¡La muerte no se equivoca! ¡La muerte no odia, no ama, no siente! ¡No perdona ni olvida! La muerte no sirve a ricos ni a pobres. La muerte es una recompensa y un castigo ¡La muerte es absoluta! ¡La muerte, la verdadera muerte de la que nadie es capaz de volver, es el único lugar donde encontraran paz! ¡No hay paraísos, no hay infernos! ¡Esos malditos dioses que murieron hace tiempo, nos prometieron una recompensa al final del camino, para evitar que conociéramos esta verdad! ¡Pero escuchen, y sepan, que tras la muerte, solo existe la nada! ¡La nada más absoluta!-

Desesperación. Desesperación por el crudo destino que aguardaba a sus seres queridos era lo que sentía el corazón de quienes habían perdido. Los humanos en el campamento comenzaron a llorar desesperados. La idea de que sus seres amados se encontraban en el paraíso, había sido su único consuelo.

Mas ahora, que un hombre tan cercano a los dioses decía esto ¿Podían realmente seguir creyendo en ello? ¿Podían seguir pensado realmente que los dioses prepararon un lugar de descanso eterno, cuando ni siquiera habían sido capaces de detener esto?

-¿Pero no es eso hermoso?-

Confundido y expectantes levantaron la mirada.

-No hay mas sufrimiento, no mas dolor. La nada... el descanso eterno, sin preocupación por quienes han dejado atrás. ¡Y para nosotros! ¡El consuelo de que ellos volverán! ¡Aun si sus palabras nunca nos alcanzan de nuevo! ¡Ellos volverán! ¡Porque en este maravilloso, lleno de vida, algo como esto se puede lograr! ¡Aun cuando de ellos solo cenizas queden, la vida, gracias ellos, prosperara!-

Vida.

Impulsada por la mano de un druida, y alimentada por las cenizas. Vida comenzó a brotar de la ciudad destruida.

Los supervivientes cayeron y lloraron, al ver, como de las murallas emergían...

-¡Que la ciudad de la muerte se llene de vida! ¡Que los escombros y la destrucción, nunca puedan negar que aquí yacen quienes amaron, y por siempre serán recodados! ¡Aun si sus rostros y sus nombres se pierden, que las hojas y el verde sean testigos de que existieron, y que jamás se fueron!-

"¿No es verdad, BluePlanet?"

Momonga vio orgulloso como los ciudadanos lloraban por ver a la ciudad destruida, convertirse en el palacio de vida que aquel amigo tan añoro.

"Que los cuerpos vuelvan a la tierra" un comentario que escucho muy a menudo "Si alguno de ustedes se vuelve rico, tiene mi permiso para usar mi cuerpo como abono" algo que al menos una vez escucho cada miembro del gremio.

Árboles, más altos que las murallas. Enredaderas, que cubrieron por completos las paredes de la ciudad. Flores donde alguna vez hubieron caminos. Vida, en un lugar que de otra forma solo sería recordado por la muerte.

La madre de Momonga fue cremada, y sus cenizas fuero entregas al niño, que cada día veía triste vasija. Hasta que conoció a BluePlanet y Ashura Ishida.

El padre del primero, vivía ahora en el pasto de una pequeña maseta. Y la hermana del segundo, después de gastar mucho dinero y esfuerzo, vivía en un retoño de Sakura.

Gracias a esos amigos, cada día al salir y volver de casa, donde antes había una pequeña y triste vasija, comenzó a recibirlo una pequeña flor, que un mundo tan gris y contaminado... era el último regalo que su madre le dejo.

Hoy, Momonga cumplió con aquellos que esos dos le dijeron que hiciera algún día. Le mostro a otros la manera de darle una segunda vida a aquellos que  perecieron.

Y como recordatorio de aquel día, como agradecimiento a sus amigos, en el centro de la ciudad, un verde pastizal se extendía, bajo la sombra de un pequeño bosque de cerezos.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora