Parte 139

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-Se lo repito, capitana Custodios  ¿Qué hacía en E-Rantel?- pregunto en tono molesto el demonio.

La paladina, sin miedo y aun firme, parecía no querer responder a la pregunta, pues por la simpatía que estaban mostrando a Rena, era claro que una respuesta sincera podría no ser benéfico para el reino, ni para ella.

El silencio puso de mal humor a Ulbert.

-¿Cree que el silencio la salvara? Pues no es así, y tampoco una mentira lo hará. Porque tiene que saber capitana, que nuestro último explorador informo, que usted y su grupo llegaron al calor de la batalla mucho tiempo después de que esta iniciara. Por la que sospecho, que ni siquiera estaban dentro de las murallas cuando esta empezó-

Un silencio revelador rodeo a la capitana Custodios. Era el silencio del acusado encontrado culpable por un crimen que no podía negar. Pero mantenerse callado ante una verdad era el acto inteligente de un alma mesurada.

Un acto impropio de la capitana.

-lleva un buen rato llamándolos exploradores, Gown-dono- mascullo Remedios.

Aquellas suaves palabras, casi inaudibles para los humanos llamaron la atención de los seres supremos, que indignados vieron un brillo de orgullo crecer en los ojos de Remedios.

-Pueden llamarlos exploradores todo lo que quieran- dijo Remedios con una voz alta y clara. -Pero la clase de información que manejan, empiezo a creer que son espías los que enviaron al reino con el que están en guerra-

Acuso...
-Asi es...-

Y el demonio lo acepto.

Los pobladores que escucharon, la acusación infundada de Remedios, e incluso el propio Nfirea que estaba saliendo arrastras de la cabaña del jefe del pueblo, todos ellos escucharon al demonio disfrazado de santo, aceptar la culpa de esa acusación.

-¡¡¡Asi es mocosa insolente!!!- grito Ulbert aun en su disfraz de monje, causando que el rostro del santo en el que se había convertido, se transformase en algo parecido al gesto de un demonio enfurecido. –Tenemos ojos por todo el mundo- le dijo mientras avanzaba hacia ella. -¡Conocemos a cada hombre mujer o niño que se haya declarado como nuestro enemigo!- Remedios comenzó a ver la figura del monje crecer frente de manera extraña. –Porque cuando el mundo se giró a vernos, nosotros le devolvimos la mirada...-

El rostro del monje se colocó tan cerca del de Remedios, que está casi pudo sentir la respiración cálida... abrazadora del demonio de fuego.

-¡Gown!-

-¡Gown!-

Sus amigos gritaron, antes de que la naturaleza demoniaca de su amigo fuera evidente a la vista.

Cuando Remedios se tocó la mejilla, sintiéndola inusualmente cálida, Ulbert entendió la razón del grito de sus amigos y se apartó.

Aparentemente, incluso la ilusión y el temporal cambio de clases, no eliminaban ciertas habilidades innatas de su especie.

Pero ello no hizo calmar la furia del demonio, que aun sentía pena por la madre que poco a poco se quedaba sin fuerzas y caía al suelo desesperada por no poder pasar a Momonga.
-Asi que responda, ahora mismo capitana- Insistio Ulbert. -¿Qué demonios hacían en E-Rantel? ¿Por qué un grupo extranjero apoyo al reino contra el que se enemistarían al venir a vernos?-

La respuesta de Remedios no se hizo esperar, y de hecho... a los 3 les sono demasiado familiar.

-¡Es natural ayudar a los débiles!- grito Remedios.

Aquellas palabras apuñalaron a TouchMe de una manera inusitada. El propio caballero de armadura blanca, se sintió repugnante al ver que una inútil y débil humana había llegado a la misma conclusión infantil a la que el había llegado en el pasado... cuando esto aún era un juego.

-¡Al escuchar que nigromantes atacaban la ciudad, ordene mis hombres avanzar hacia E-Rantel!- Grito orgullosa Remedios.

-¡Nos amenazaste de muerte para que fuéramos a ese infierno! ¡Pavel y Lucia te advirtieron que no era necesario!- acuso Rena, sintiéndose culpable pues ella no se había opuesto aquella vez con suficiente fuerza.

Momonga en ese momento soltó a Rena, quien adolorida y desesperada, se derrumbó sin fuerza y dejo que el llanto y la tristeza la dominaran de nuevo.

-¡¿Esas son las palabras de una paladina?! ¡¿Enserio eres tu la heroína mas haya de la muralla, Rena?! ¡Era un nigromante lo que atacaba, era nuestro deber hacerle frente, incluso por sobre...!-

Un lejano momento de su vida asalto la mente de Satoru Suzuki mientras ignoraba las palabras de la paladina.

Aquel hombre evoco el recuerdo de un niño llegando tarde a casa.... A día de hoy, no podía recordar la razón por la que lo hizo. Quizás se había quedado a jugar con sus amigos, o puede que solo perdiera el tiempo de manera solitaria.... Realmente, no podía recordarlo. Mas lo que si seguía vivo en su memoria, tan claro como el día en que sucedió, era el cuerpo de su madre en suelo, mientras la comida quemándose liberaba un  olor inolvidable.

Con fría calma, Satoru recordaba haber llamado una ambulancia y quedarse en la puerta de su casa esperando a que llegara. Temía quedarse en la cocina, pues no era tan pequeño para no darse cuenta de lo que pasaba. Así fue que el niño tan solo dio un beso a la mejilla de su madre mientras un sentimiento de vacío le llenaba.

Así fue como Satoru Suziki lo recordaba.

Quizás lo que más le dolió en aquel momento, era pensar en que pudo haber hablado con ella una última vez si tan solo hubiera llegado antes a casa.

Aunque seguramente también hubiese tenido que verla partir de ese mundo.

A su madre no la mato una enfermedad incurable. No fue alguna especie de extraño asesinato. Su madre... sencillamente había muerto de  cansancio, algo que según recordaba el niño, no era algo tan extraño.

No era algo que él pudo haber evitado por tan solo estar ahí...

Pero le dolía aun así.

Algo humano pudo sentir Momonga en su cuerpo no-muerto. Una profunda sensación de asco hacia Remedios...

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora