Parte 123 2 de 2

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A través del gran bosque, Momonga caminaba tranquilamente hacia la fortaleza donde lo esperaban sus amigos. Marchaba junto a los dos elfos oscuros que custodiaban el sexto piso, y un pequeño ejército de NPC's de nivel superior al 80 que aun en Yggdrasil y contra jugadores de nivel 100, podrían representar un problema.

Pero pese a caminar con tantas protecciones y guardianes, Momonga sentía que se estaba confiando demasiado.

En situaciones normales, en lugar de caminar simplemente hubiese optado por teletrasportarse hacia la fortaleza con sus compañeros, pero se dio el lujo de caminar y hacer tiempo para que Aura y Mare no escucharan la manera acalorada en la que esos dos pelaban cuando se emocionaban.

El episodio con Albedo le demostró a Momonga que la lealtad de los NPC's era absoluta, pero que podía ser influenciada por sus emociones.

Después de todo, Albedo lo había desobedecido debido a su preocupación. Y aunque no se podía cuestionar su lealtad, ahora el overlord sabía que las emociones podían nublar el juicio de seres tan perfectos como Albedo o Demiurge.

Rubedo misma no parecía querer desobedecer las órdenes de Momonga cuando fue activada, pero violo las leyes de Nazarick al atacar a otros NPC's, algo que si bien encajaba dentro de su programación, también señalaba que la máxima creación de Tabula podía llegar a ser peligrosa si el amor que sentía por su hermana mayor la cegaba.

En conclusión: Los NPC's eran leales. Pero sus emociones podrían llevarlos a cometer actos estúpidos que los dañasen a sí mismos y a otros en la tumba. Por ello era que Momonga no quería que los pequeños niños influenciables escucharan las pláticas de Ulbert y TouchMe quienes tenían muy poco cuidado al hablar.

Momonga aun podía recordar la voz de Cocytus al enterarse del porque  Takemikatsuchi había abandonado la tumba. Y aunque para fortuna de todos, el insecto de hielo vivía bajo el código del guerrero y trato de olvidar el tema (Según los informes de Albedo), los gemelos elfos era una historia diferente. Ellos apenas eran niños que podrían explotar si escuchaban algo negativo sobre su creadora, o de la razón por la cual abandono Nazarick.

Momonga se dijo a si mismo que tendría que hablar seriamente con sus amigos que últimamente se habían vuelto demasiado descuidados.

-Quizás yo también me he confiado demasiado- dijo Momonga en voz alta sin darse cuenta.

-ahh... ¿Le molesta algo de la formación, Momonga-sama?- pregunto preocupada la pequeña Aura.

-¿Ah? No... no es eso Aura, la formación es perfecta pero...-

Como gobernante absoluto Momonga no tenía por qué dar explicaciones si no lo quería, pero esas miradas en Mare y Aura lo hicieron consiente de que al no responder podría provocar un gran conflicto en los corazones de los pequeños hermanos elfo.

Ser consciente de sus acciones y dar siempre peso a las emociones de los guardianes. Eran las dos cualidades que los NPC's apreciaban de Momonga. Eran los dos motivos por las que aun los pequeños niños, se sentirán más cómodos al lado del Overlord.

Y es que ante esta situación,  TouchMe hubiera dicho algo como "No es nada, no tiene que preocuparse" y dejaría a los niños llenos dudas que quedarían por siempre en aire.

Ulbert inventaría algo como "El perímetro es demasiado pequeño, expándanlo un poco más para ampliar el campo de visión" con tal de no aceptar su error al no contener sus pensamientos. Daría un consejo sin fundamentos que quedaría en la mente de los gemelos elfos, consejo que más tarde podría llevarlos a cometer errores durante futuros conflictos.

Las palabras de los seres supremos eran sabiduría absoluta para los guardianes. TouchMe y Ulbert daban muy poco peso a ello, pero a Momonga, gracias a su paranoia natural era capaz de ver a futuro, y el cómo cada palabra o silencio podría afectar a los guardianes.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora