Parte 91

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Un templo oscuro, solo así podría ser llamado la gruta subterránea que se encontraba bajo el cementerio de la ciudad mercante de E-Rantel. Al interior de este lúgubre templo, decenas de símbolos adornaban las paredes y algunas estatuas claramente hechas con partes humanas, decoraban el amplio espacio subterráneo. Y ahí, parados sobre un gran circulo ritual que se encontraba una multitud de hechiceros nigromantes cubiertos por capuchas negras, quienes discutían con miedo acerca del futuro que se cernía sobre ellos.

Un hombre vestido con una túnica roja, que indicaba un rango superior dentro de muchas sectas, se encontraba en medio de aquella multitud. El hombre tenía un aspecto enfermizo y daba la impresión de estar más muerto que vivo. Parecía nada más que un pobre anciano al borde de la muerte, pero como su túnica roja indicaba, era el abad de este extraño templo que se escondía en las entrañas del cementerio donde comúnmente nacían algunos no-muertos, y por tanto una persona sumamente importante.

Uno podía saber que tan impresionante e importante era ese hombre al ver a la gran cantidad de nigromantes que se reunían a su alrededor, pues estos hechiceros que gustaban de jugar con el velo que separa a los vivos de los muertos, eran perseguidos por cualquier nación que se dignase de ser "decente". 

Se sabía perfectamente que los nigromantes eran capaces de dar vida a creaturas no-muertas, seres incansables y de gran poder que despreciaban la vida.

Los no muertos eran enemigos temibles que habían iniciado una lucha eterna por su simple existencia. Una lucha que se extendía por el mundo y transcendía a las fronteras, la política o incluso el odio entre especies. Por lo que era de admirar o de temer de pende quien lo viera, que un solo hombre lograse reunir a más de 46 hechiceros malditos capaces de controlar a los enemigos de la vida, aún más impresionante era que los había mantenido a su alrededor y habia logrado que cada uno de ellos desarrollara gran lealtad hacia él. Este hombre solo podía ser descrito como impresionante.

El poderoso nigromante era un impórtate miembro en un culto que adoraba  a la muerte, este hombre, que podría rivalizar con el propio Paradyne el gran mago arcano del imperio, era conocido por sus aliados como  Zuranon.

Pero... pese a tal poder y reputación, Zuranon hoy no podia dejar de temblar mientras sus aprendices le suplicaban escapar.

-Tenemos que escapar de aquí antes de que esas personas nos ataquen- dijo uno de los hechiceros, el más joven de todos ellos.

-Maestro, considérelo, ya mandaron una división entera desde la capital, no tenemos tiempo para seguir discutiendo- dijo el mas viejo entre ellos.

El miedo por parte de estos hechiceros acostumbrados a la persecución podría haber parecido solo un arrebato a primera vista, pero quienes eran conscientes de la situación actual vieron este miedo como algo que estaba bien justificado, pues no solo una división entera (mas de 10.000 soldados) marchaban a su posición, si no que también, la única aliada externa de la organización, una poderosa guerrera llamada Clementine había desparecido hacía ya demasiado tiempo. Se suponía que esa excéntrica mujer llevaría a cabo el secuestro de una persona clave para este culto de hechiceros, y sin embargo jamás volvió. Algunos pensaban que Clementine murió en ese pequeño pueblo llamado Carne, otros más decian que escapo sin siquiera haber intentado cumplir su palabra con la orden y tan solo vendió la información al mejor postor,  algunos más osados  incluso teorizaban que ella seguía viva y ahora trabajaba con las personas que derrotaron al capitán guerrero Gazeff Stronoff.

Sin embargo, Zuranon no creía ninguna de estas cosas. Si bien no confiaba en Clementine, si confiaba en la locura de esta y su deseo por causar devastación.

Según sabia, las personas en ese pueblo llamado Carne eran adoradoras de la vida, ya que habían rescatado a los pobladores de un grupo de atacantes cuya verdadera identidad fue oculta por el Reino ¿Cómo esa clase de personas podrían aliarse con una asesina como Clementine? Por otro lado si podía creer que esa mujer hubiese muerto, pues se habría enfrentado a la misma persona que venció a Gazeff en ese pueblo, pero debido a su "talento" le resultaba difícil creer que eso la detuviera, y tampoco creía que Clementine hubiese podido ser capturada, pues con la velocidad de esa mujer, le hubiera resultado fácil suicidare antes ser encadenada... no, Zuranon incluso podía imaginarse a Clementine prefiriendo morir definitivamente antes que ser encadenada.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora