Parte 154

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Una sociedad que considera a los individuos engranajes, que con los años se desgastan y deben ser reemplazados. Un mundo en el que el trabajo humano ha perdido su valor.

2 años como jefe de contrataciones le dio a Daichi Harukaze una de sus habilidades más odiadas.
La capacidad para hacer que cualquier ser humano se viera a sí mismo como un objeto sin valor, y aceptara  firmar con gusto un documento que lo ataba de por vida a aun trabajo que pocas diferencias tenía con la esclavitud.

Esa era una parte que pocos en el gremio conocían de TouchMe. Esa fue la clase de hombre en la que se tuvo que convertir para llegar hasta donde había llegado. 

No era fácil estar a cargo de una oficina, pero este hombre, superando aquellas dificultades, quedo al mando de un piso entero. Era el jefe de una división dedicada a encontrar errores y robos por parte de otros departamentos de la empresa, y en ocasiones, también era el elegido para dejar sin trabajo a personas con familia...

"Es necesario" es lo que se repetía cuando la culpa le carcomía. TouchMe se convencía de que sus acciones protegían a otros. Que aquellos empleados trabajadores eran los justos e inocentes que debían ser protegidos. Y que aquellos que ponían en riesgo a todos, con sus robos o sus errores, eran los sacrificios a pagar.

Quizás fue esa presión y culpa lo que lo llevaron a crear al caballero de la justicia. Un héroe de armadura blanca que se dedicaba a ayudar a personas solitarias; pero que a su vez, bajo todo aquel resplandor heroico, no era más que un asqueroso insecto come hombres.

Pero ahora que estaba en este nuevo mundo, TOuchMe podía hacer bien las cosas.

Fue por ello que dio la espalda a su viejo mundo y decidió no buscar una manera de regresar con su amada esposa. Sacrificaría su vida y a su amor para que los humanos de esta tierra no tuvieran que llegar jamás al punto en el que se encontraba su anterior mundo.

TouchMe quería defender a los inocentes de manera desinteresada. Traer la paz a un mundo lleno de muerte, y a la vez evitar que avanzaran hacia el infierno con el que tanto odio recordaba Ulbert.

Deseaba crear el paraíso para los inocentes, y dejarle a su amigo el infierno de los pecadores que tanto ansiaba gobernar.

Hoy Khajiit se enfrentaba a una verdad que poco se decía. Y era que los ángeles no eran aquellas hermosas creaturas que se pintaban en los murales para conmover el corazón de los fieles, si no seres de pesadilla, amorfos e incomprensibles; que eran en definitiva, más aterradores y crueles que cualquier demonio...

La justicia y su brillo encontraban en los pecadores un momento de brutalidad.

Y hoy Khajiit, un hombre de 40 años con un largo e importante historial, se enfrentaba a un sistema para el cual no estaba preparado. Y a un hombre que lo hacía sentir como un desempleado de mediana edad, cuyas únicas dos opciones eran morir trabajando o vivir como indigente en algún parque cercano.

Khajiit tenía valor, un valor que Momonga reconocía. Tenía un conocimiento y habilidades con las cuales Nazarick podría tener un importante impulso en el desarrollo de sus técnicas de creación de objetos. Poseía  incluso información que facilitarían esta guerra de mentiras. Pero Khajiit no podría ver esto ya.

Ahora estaba a merced de TouchMe, quien lo obligaría a unirse a Nazarick bajo los términos que él quisiera, y haría que Khajiit los aceptara.

Un nuevo esclavo se uniria a las filas de Nazarick pero...

Momonga levanto la mano, un gesto con el cual últimamente tomaba el mando de cualquier conversación.

Para Momonga, Khajiit era como Clementine o Pavel. No quería que estos fueran sus esclavos o prisioneros. Lo que Momonga deseaba, era que cada uno de ellos se mantuviera de manera voluntaria como una pieza extraña en su colección.

Khajiit era para Momonga lo mismo que Lizzie. Una personas con información y habilidades valiosas, pero que sin embargo, no quería mantener atada con cadenas, o al menos no físicas.

A diferencia de su mundo original, en este no había una sociedad que impidiera a Khajiit traicionarlos y apuñalarlos por la espalda. E inconscientemente, Momonga actuó para impedir este escenario.

Algo parecido a la suerte habitaba en el corazón de este no-muerto conocido como el enemigo final.

Ese algo fue lo que le consiguió la absoluta lealtad de Enri.

Ese algo fue aquello que hizo a Clementine someterse.

Ese algo, ese misterioso algo es lo que condujo a Nfirea a arrodillarse frente a los supremos mientras les imploraba perdón.

Y ese algo; ese instinto que habitaba dentro de este ser conocido como "Overlord" le gritaba a Momonga, que esa nación, ese mundo que él sus amigos y él buscaban construir a través de este plan de dominación, no debía estar habitado por los esclavos llenos de miedo que buscaba Ulbert, ni los perfectos engranajes de la sociedad que deseaba TouchMe.

Un mundo del que todos los miembros  Ainz Ooal Gown estuvieran orgullosos... eso deseaba el overlord. Y si permitía que TouchMe siguiera con esto, estaría traicionando la memoria de HeroHero.

Y entonces Momonga se reprendió por ser tan débil. Se reprendió por haber caído en un sentimentalismo tan barato. ¿Y que si compartían la misma perdida con este hombre? El dolor no unía a Ulbert y Momonga, y tampoco lo uniría a Khajiit.

El aura obsidiana volvió a esta presente en el señor de la muerte, y TouchMe entendió aquello como el final de su turno.

-Como ya quedo claro, no eres nada ahora mismo para Nazarick, Khajiit- dijo con autoridad el Overlord mientras se levantaba de la indigna silla que le había preparado el nigromante. - Pero el día de ayer no eras siquiera digno de nuestra presencia-

Un aura obsidiana, corrupta y aterradora recorrió la sala. Para los guardianes, las pléyades y sus amigos, aquella fue una jugada intimidante, pero para el no muerto que la veía, aquella aura corrupta, parecía sagrada. Era como el halo de un dios lleno de poder y sabiduría.

Después de que el ángel TouchMe apuñalara el "Yo" de Khajiit. Cuando su ser entero era saboreado por el demonio del fuego que deseaba arrastrarlo al infierno...

Como un mesías, el señor de todos los no-muertos se mostró ante él.

-¿Nos has mostrado todo de ti Khajiit? Lo que hoy has dejado ver, lo que hoy nos has dicho ¿Eso es realmente todo lo que tienes que ofrecer? ¿No hay nada más ahí, nigromante? ¿No tienes nada que ofrecernos más que tu poder y tu conocimiento? ¿No tienes algo más pueda sernos de utilidad?- Le dijo Momonga, esperando que ofreciera los secretos de la teocracia para poder así aceptarlo sin que TouchMe se opusiera. Quería que Khajiit le diera información para poder hacer más fácil su enfrentamiento contra la teocracia.

Pero...

"¿Es esto todo lo lejos que tu ambición puede llegar?" fue la pregunta que Khajiit encontró en aquellas palabras.

El señor oscuro se arrodillo ante aquel magnifico ser, y mal interpreto todo lo que le dijo.

Aquellas leyendas que encontró en las bibliotecas de la teocracia. Aquellas historias prohibidas hoy cobraban sentido. Khajiit creyó entender el miedo que tenía ese dios por este ser... pues era la muerte encarnada que gobernaría al mundo por una eternidad.

Claro que no podía saber, que el miedo de ese supuesto dios venia porque este no-muerto tenía a su servicio a un ser absurdo como Rubedo.
Y el no saberlo provoco...

-Mi mañana... mi sueños... ¡Mi no-vida! ¡Mi existencia entera! ¡Eso deseo entregarle a aquel que gobierna sobre todos los no-muerto! ¡Eso es lo que le ofrezco a cambio de poder vivir bajo su ley y sus mandatos! ¡Eso es lo que le ofrezco a mi gran señor...! Mi Overlord...- declaro mientras se postraba ante Momonga, como signo de total sumisión.

Los guardianes y las pléyades festejaron la magnificencia de aquel que guio a los seres supremos.

Khajiit rezaba a este dios que le aceptara.

Y mientras Ulbert y TouchMe veían impresionados como el nigromante se entregaba, no solo de manera absoluta, sino además conmovido y feliz. Momonga tan solo podía preguntarse "¿Qué está pasando aquí?"

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora