Parte 140 2 de 3

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Sobre la sucia tierra y el indigno césped, se erguía poderoso el ser supremo que jamás pudo ser vencido por sus compañeros. Aquel que hubiese sido llamado "Invencible" de no ser por las contadas muertes que sufrió a manos de Musashi Miyamoto y sus compañeros.

Llego a ser el cuarto jugador más poderoso del juego, y el top 1 del gremio.

Era él, aquel guerrero de armadura plateada y capa roja, portador de un escudo indestructible y la espada sagrada quien se presentaba ante un público indigno.

Y con porte divino, exhibió la hoja que podía perforar los cielos y causar una herida eterna en la tierra, antes de envainarla, mostrando que no tenía el deseo de usar. Y mostro con orgullo el escudo que podía resistir la ira de los dioses, antes de apagar su hermoso brillo, pues entre  todos los enemigos presentes, ninguno era digno. Mas sin embargo, de aquella armadura de innombrables y preciados metales, no se pudo ocultar un inusual halo divino, que fue prueba de la insual naturaleza del enemigo.

Aquella visión casi causo que Lucia se inclinara de manera inconsciente, ante aquel que se asemejaba a la idea que tenia de los dioses. Mas al recordar las sagradas escrituras, Lucia se repitió, que ninguno de los 6 ostentaba tan divina apariencia como la de este guerrero.

Atrias, carcomido por la envidia, se perdió en el escudo de calidad absurdamente superior. Pues en comparación, las murallas de metal que Atrias usaba como escudos para defender a su tía, eran nada más que mojadas hojas de papel  en comparación a aquel escudo, que amenazaba con frenar cada mal del mundo.

Y Remedios, enfurecida por las palabras del guerrero, retrocedió, pues ni siquiera su impulsivamente, ni su dañina estupidez fueron suficientes para acallar sus intentos como animal que le gritaban correr de aquel hombre.

Remedios...- dijo aquel caballero, causando que la paladina que era llamada se estremeciera y pusiera en guardia-

Antes de que siquiera pudiera articular unas segunda palabra, se escucho la poderosa y penetrante voz del hechicero.

-Ooal... no digas nada imprudente- Recordó el paranoico Overlord a su compañero.

Y consiente de sus miedo, TouchMe asintió a su amigo, demostrando obedeciera y entendimiento ante las palabras dichas por su propio bien.

Y Rena entonces miro con más extrañeza al hechicero. ¿Por qué aquel guerrero había obedecía las palabras de este que se veía tan por debajo de ese guerrero? Y la misma pregunta nacio en la mente de Lucia. La después claro, fue que quizás... incluso este hombre de larga túnica negra, o ese monje de pacifica apariencia, escondían algo al igual que aquel cordero que se mostraba ahora como lobo.

Y ante de seguir hablando, TouchMe rio un poco para sí mismo al considerar las palabras que diría, pues entonces se dio cuenta... de que su amigo lo salvo de dar un discurso clicheado sobre el poder y el deber de cómo usarlo.

TouchMe se dio cuenta de que la situación era más simple que eso, pero que acarreaba peores consecuencias.

-Remedios, del lugar donde mis amigos  y yo venimos, a usted jamás se le juzgaría por los crímenes que ha cometido- dijo, causando gran discurso en Rena y sus propios compañeros. –Y eso es porque... aquellos que no fueron benditos con una inteligencia promedios; aquellos que muchos llamaban "Retra*ados"  no eran considerados merecedores para recibir un castigo por sus acciones-

Dijo, causando que sus compañeros y las paladinas casi explotaran, aunque estas últimas dos por muy diferentes motivos...

Pero TouchMe continúo. –Es por ello que daremos muerte a su familia y a la reina... los idiotas que decidieron darle poder a una criatura tan patética como usted, son los responsables de este desastre-

Harta del insulto, con suficiente furiosa y estupidez para hacer caso omiso a sus insintos, Remedios saco de entre sus ropas un pequeño cuchillo de propiedades únicas. Aquella arma de respaldo, suficientemente afilada para penetrar las escamas de un dragón, fue empuñada, y en una carga valerosa, que jamás podría ser olvidada, Remedios, Custodios Remedios hizo el ridículo.

Nadie jamás olvidaría como el pequeño trozo de metal que Remedios sostenía, se pulverizaba al tan solo tocar la sagrada armadura del caballero.

-atacar a un enemigo de habilidades desconocidas, impulsada tan solo por el odio y la locura...- el caballero rio mientras se limpiaba el polvo metálico que dejo atas el cuchillo roto. –Veo que... tiene la equivocada concepción sobre su propio poder, y siento pena por ello, pues veo que usted y las personas que la rodean, piensa que usted es fuerte- se esucho un pequeño crujido. –Pero lamentablemente...- 

Molesto... frustrado... indignado por ver como sus ideales de justicia habían sido torcidos y mancillados por esta estúpida capitana del reino santo... TouchMe dio un paso hacia Remedios.

Rena se sujetó del suelo. Se sintió mareada, y pudo percibir a la tierra temblando debajo de ellos.

Atrias volteo al cielo en busca del sol, desesperado, pues había sentido que toda luz de este mundo se había apagado.

Remedios Custodios tembló como una pequeña niña, y cayó sobre la tierra, en la que después se formaría un pequeño charco debajo de ella.

Lucia vio a los tras guerreros confundida. No entendía de donde venía ese miedo, y por la mirada que tenían los aldeanos y ese chico de cabello rubio que se encontraba atado, no era la única que no lo entendía.

TouchMe se burló de la extraña habilidad que ostentaban los guerreros de este mundo.

-Las personas viven encerradas en sus pequeñas peceras, pensando que son más grandes que cualquier otro que haya vivido. Pero... a menudo olvidan que en el basto océano, existen las creaturas más aberrantes y poderosas con las que ellos no se comparan- dijo a Remedios.

Aun temblando, aun avergonzada por la humedad que sentía bajo sus piernas, arrogante le respondió al caballero -¿Y es usted el pez mas gran de ese océano?-

Y riendo respondió –No... claro que no- dijo, pero sin una pizca de humildad en sus palabras. -Yo no soy el pez más grande de este mundo, si no el océano mismo que ha visto nacer a todos los demás...- le declaro a la paladina que no se podía levantar.

Y tras haber derrotado  a aquella mujer sin nada más que un paso y unas palabras, TouchMe aparto la mirada de Remedios y la dirigió hacia Rena, quien aún se sujetaba del suelo.

-Remedios merece sufrir por lo que le hizo a usted y a su familia, pero la muerte, para mí y mis amigos, no es nada más que piedad- dijo recordando las horribles escenas que contemplo de la cámara negra. -Pues para aquellos enemigos de la justicia, para aquellos que se creen y se hacen llaman a sí mismos poderosos, un castigo peor les va a de esperar...-

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora