Parte 83

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Un anciano líder de la teocracia tomaba su te de la tarde cuando sintió que le llegaba un "Mensaje"

Aquel hechizo fácil de espiar y poco confiable era rara vez usado por los militares, y era aún más entre los altos mandos de la teocracia. Sin embargo, el cardenal acepto el mensaje que le llegaba, puesto bien podría ser una amenaza de un enemigo que conociera su nombre, o el mensaje de algún aliado desesperado.

El cardenal, con dolor, descubrió que la realidad correspondía  su segunda opción...

Con un tono carente de emoción, una voz familiar declaro:

-[Tres gorriones sobrevivieron a la tormenta, han prevalecido las hojas del árbol, pero de las demás aves... hemos perdimos todas las plumas]- El mensaje termino.

Era un mensaje en código... era palabras que tenían un significado...

El viejo líder se dejó caer en su silla exhausto, e hizo llamar a uno de sus ayudantes.

-Llama a una reunión urgente- le dijo el viejo líder a su ayudante, el cual salió corriendo de la sala a dar el mensaje.

El anciano líder reflexiono sobre las palabras que es escucho...

Tres gorriones sobrevivieron a la tormenta: Solo quedaban vivos 3 miembros de la escritura negra.

Han prevalecido las hojas del árbol: no han perdido ni utilizado los ítems mundiales de los dioses.

De las demás aves, hemos perdido todas las plumas: Han muerto los demás miembros de la escritura, sus cuerpos se habían perdido y ya no podrían ser revividos.

Mientras esperaba a que sus compañeros se reunieran, el gran cardenal se quedó sollozando sobre su silla, temeroso de lo que ahora pasaría con la humanidad.

Mientras el dolor le consumía, solo podía preguntarse ¿Qué creatura había acabado con tan preciadas vidas?
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En Nazarick...

Un grito desesperado, un aullido colmado de dolor hizo eco por los largos pasillos del noveno piso.

-¡¡¡MOMONGA-SAMA, SE LO SUPLICO!!! ¡¡¡NO LO HAGA!!!- Gritaba desesperadamente Albedo, mientras erra arrastrada con cadenas por la guardiana del primer piso.

Por como gritaba, uno podría teorizar que Albedo estaba siendo arrastrada a su muerte. Aun que morir, era un precio que ella sin dudar pagaría si eso impedía que le fuera aplicado el castigo al que fue condenada.

-No olviden entregarle el anillo del resistencia al frio cuando la encierren- recordó Momonga a Shalltear, quien llevaba a la su prisionera al interior de una fría celda en el piso custodiado por Cocytus.

La vampiro asintió dando a entender que tomaría seriamente ese recordatorio, pero sin embargo, la misma Shalltear tenía una expresión complicada en su rostro, como si hubiese algo que no le gustara.

Albedo, tras escuchar su sentencia no dejo de gritar y suplicar, se veía completamente destrozada mientras era llevada por Shalltear. Los molestos gritos no dejaron de escucharse hasta que la vampira arrojo a su prisionera por un portal que conectaba a la prisión helada.

Una vez Albedo y Shalltear desapareció a través del portal, nuevos gritos reemplazaron a los de Albedo.

-¡Momonga-sama, sé que el crimen de Albedo fue grave, pero no veo porque tenga que hacer esto!- grito Aura con gran dolor.

-¡Nee-chan tiene razón! ¡TouchMe-sama, Ulbert-sama, por favor!- suplicaba Mare con preocupación.

A plena vista, los movimientos de ambos mostraban cierta desaprobación al castigo que había dado Momonga sin consultarlos. Había sido un castigo lo suficientemente cruel para hacer sentir mal al demonio, y tan sádico, que pareció excesivo a los ojos del guerrero que hasta hace poco se quejaba por la poca reacción de su compañero.

Pero aun así... ninguno de los dos pudo negar lo acertada que había sido esa sentencia que dicto Momonga, por tanto, no pudieron darle gusto a los gemelos Elfos, y tan solo permanecieron calmados mientras negaban con la cabeza a las peticiones de los hermanos.

-No...- Mare se dejó caer, y quedo arrodillado frente a los seres supremos.

Aura se sujetó la cabeza como si le doliera, parecía más ser la más afectada de los dos.

Tan fuertes habían sido las reacciones de estos dos guardianes, que Momonga temía ahora a lo que harían los demás cuando se enteraron de la sentencia que había dictado.

A los seres supremos les dolió ver a los pequeños elfos sufrir de esa manera, pero nada podían hacer por aliviar su dolor... tan solo podían justificarlo para que ellos mismo no se sintieran tan mal

-No fue solo Albedo la que cometió errores- dijo TouchMe con un tono lleno de autoridad. –Se que también es duro para ustedes, y será duro para los demás, pero tendrán que entender que esto también es...- 

Momonga, intuyendo como TouchMe terminaría su frase, interrumpió.

-Esto también es parte de su educación, y entiendo que sea difícil para ustedes, pero confíen en que ese necesario para que crezcan-

Las palabras del overlord no sirvieron de mucho para animar a los dos guardianes, pero si fueron lo suficiente para que estos pudieran culparse a sí mismo por lo que estaba por pasar, de tal  manera que dejaron de suplicar.

Mas entonces un nuevo portal se abrió, y de el salió una persona que no tenia deseos de ver que esta locura continuara. Shalltear salió agitadamente del portal.

Había sido rápida al momento de encerrar a Albedo en una de las celdas heladas del piso de hielo. Fue tan rápida por una buena razón. Quería hacer desistir a Moronga de su decisión.

-¡Momonga-sama! En presencia de los seres supremos, suplico que el castigo de Albedo sea reducido- solicito Shalltear mientras se arrodillaba.

-Imposible- replico Momonga. -La decisión ya fue tomada, Shalltear ¿O acaso pretendes que me retracte de mi palabra?-

La vampiro apretó los dientes por la frustración. –Con todo respeto, Momonga-sama ¿Cree prudente arriesgarse a sí mismo por un castigo?-

Momonga agradeció en ese momento que solo Demiurge hubiera entendido lo que significaban las palabras de Clementine.

Ahora mismo, solo el podría ser capaz de comprender que el castigo de Albedo no los podría lastimas.

Albedo había sido condenada a permanecer encerrada mientras los supremos enfrentaban a los insensatos que causaron todo este desastre. Mientras los demás guardianes observaban con ordenes de no interceder en el combate, Albedo permanecería en su celda sin poder saber nada, sin conocer el destino de los supremos hasta que estos volvieran o murieran.

Ese era el castigo de Albedo.

Un castigo que era un sinónimo de desesperación.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora