Parte 130 3 de 3

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El pasto verde ardió con el fuego emanado del báculo. La tierra ennegreció y pequeños fragmentos de la misma salieron disparados por la fuerza del hechizo; muchos de ellos terminaron impactando contra los pobladores asustados que veían como su poderoso salvador era devorado por aquel intenso fuego.

Con horror, con terror, Lizzie vio la figura de su maestro ser rodeada por la magia de su nieto.

La combinación de ítems y un báculo de alto rango, junto a la potenciación proveniente de los dijes que colgaban de su cuello, dieron como resultado un hechizo que sobrepasaba por mucho las capacidades de Nfirea.

La bola de fuego, aprovechándose de los efectos de [REPETICION] de uno de los collares término convirtiéndose en un lanzallamas que además no estaba gastando demasiado mana gracias a la excelsa combinación de anillos que eligió Nfirea.

El ataque resultante termino siendo algo impresionante, digno incluso de compararse con la bola de fuego que destruyo a un ejército, y ello confirmo algo que Lizzie ya sabía.

El talento natural de su nieto era aterrador.

Nfirea llevaba 10 anillos, todos basados en la potenciación de habilidades, algo que normalmente era imposible, incluso para los jugadores de Yggdrasil. El báculo y los dijes era incompatibles y en cualquier otra persona hubieran generado una sobre carga, al igual que debió causarlo llevar tantos collares al mismo tiempo.

Pero lo más notorio fue que, aprovechando su talento, Nfirea incluso estaba siendo capaz de usar efectos incompatibles con un hechicero.

Nfirea era increíble...

Pero más impresionante, y más aterrador, fue que tras recibir ese poderoso hechizo, el señor del pueblo Carne, aquel el gran hechicero que derroto a un ejército con un solo hechizo, salió de las llamas caminando tranquilamente, completamente indiferente ante el fuego que salía enfurecido desde la punta del baculo.

Momonga avanzo como si la llamarada fue tan inofensiva como una suave briza, y sin ningún esfuerzo le arrebato el báculo a Nfirea, directamente de sus manos.

El aterrado muchacho, incrédulo por lo que veían sus ojos, perdió la fuerza en sus piernas, y cayo arrodillado al ver que aquel hechicero se encontraba de pie frente a él, sin un solo rasguño. Sin un signo de  fuego en sus ropas.

-Me interesa saber cómo es que una bola de fuego pudo hacer eso...- Momonga miro al chico, y todos los collares y objetos que tenía encima. –Aun que me hago una idea-

Tras aterrar al chico y dedicarle esas palabras, Momogna levanto la mano y de inmediato un hanzo sometió a Nfirea y le arrebato todos los ítems que tenía encima. Casi al mismo tiempo, Momonga se alejó mientras Lizzie suplicaba piedad para su nieto, pero para su desgracia, a Momogna no le interesaba ni la anciana ni el chico por el momento. Sabían que ambos podrían ser interrogados y estudiados en otro momento, pero había algo que no podía esperar.

Los seres supremos habían tenido otra razón para volver al pueblo, razón que pronto llegaría y para la cual debían estar preparados.

Mas entonces, sonó en la mente de Momonga una alarma, cuando el derrotado Nfirea de nuevo grito:

-¡Así que fue así! ¡Vendieron a Enri y a los demás solo para entretenerse! ¡O solo para probar sus habilidades! ¡COMO SEA..!- el Hanzo azoto la cabeza de Nfirea contra el suelo, provocando que la nariz de este sangrara y algunos de sus dientes se rompieran.

-¡CALLETE PORFAVOR, NFIREA!- grito horrorizada Lizzie.

Pero el chico, dolido y furioso, siguió hablando desde su posición, y antes de que el hanzo lo noquera, Momonga se lo impidió.

-Como sea... ustedes... no se porque haya sido... pero dejaron que ese chico nos hiciera esto...-

Ante las palabras del farmacéutico, incluso los agradecidos pobladores miraron a Momonga y sus amigos con duda...

Era obvio. Ellos habían desaparecido justo antes de que Climb llegara al pueblo ¿Qué razón había para eso? Los más lógico era pensar que era una prueba para ver qué tan fuerte se había vuelto Enri. Cosa que en una situación normal no habría sido mala para los seres supremos, pero en vista de que habían muerto tantas personas, declarar que así había sido, hubiera sido visto como un acto vil y repugnante, aun por parte de los agradecidos pobladores de carne.

Pero ese escenario tan catastrófico y previsible...

Fue obviamente cubierto por Momonga.

En un principio, alegarían que una emergencia ocurrió, relacionada con la misión a la que se envió a Yuri y Clementine, cosa que todos los pobladores habían visto, y Momonga podría decir que había vuelto solo para dejar otro scroll de mensaje, pues el que Enri había recibido fue usado en el problema con Nimble.

Mas ahora... tenía una mejor excusa, había una mejor opción.

-Ustedes...- dijo de forma magnánima.-No son nuestra única preocupación- declaro Momonga, y sus palabras causaron gran dolor en los ciudadanos de E-Rantel.

Ulbert y TouchMe que aun veían a su amigo con duda, sintieron las miradas tristes de los pobladores dirigidas a ellos dos, como si les preguntaran "Hicimos algo mal"

Los guardianes, cubiertos por un hechizo de invisibilidad, por otro lado veían a Nfirea con puro odio por haber atacado al ser supremo, mas no podían hacer nada, pues su misión era permanecer en el anonimato.

Y entonces...

Se escucharon campanadas rápidas, casi caóticas por parte del campesino que ahora reemplazaba al vigía.

Esta vez, el aventurero que lloraba a sus amigos salió del lugar donde yacían sus cadáveres. Miro con odio a los seres supremos, y con espada en mano, corrió hacia la entrada del pueblo. Podía verse el odio que sentía por Momonga y sus amigos, pero era claro que aun quería proteger a los pobladores del pueblo, que brindaron máximos respetos a los cuerpos de sus amigos.

-Tráelo- dijo Momogna al Hanzo, quien ato a Nfire con una maestría singular, para después ponerlo sobre su hombro.

Los seres supremos comenzaron a caminar hacia la entrada del pueblo, mientras que los pobladores tan solo siguieron a los salvadores, en parte para saber cuál sería el destino de Nfirea, y en otra para corroborar si habían enfadado de alguna manera  a sus salvadores...

Cualquiera que fuese el caso, en vista de que Enri se encontraba aun en cama, y todos creían que seguía malherida, los pobladores tomaron las armas para enfrentar al nuevo enemigo que se presentaba a las puertas de Carne.

Nfirea intento luchar para liberarse, pero el hanzo, con una fuerza titánica, amenazó con romperle los huesos cada vez que Nfirea se movía.

El joven claramente no estaba pensado, claramente se encontraba en un estado vulnerable en el que seria capaz de cualquier cosa para poder liberarse del dolor que sentía.

Estaba preparado para todo...

Para todo, excepto para lo que vio al llegar a la entrada del pueblo...

Ahí, una carreta con varias personas heridas se detuvo. Una mujer con la clásica apariencia de un alto druida, quien sostenía las riendas de los caballos, miro con pena a la mujer de armadura negra que se arrodillaba ante el aventurero, mientras suplicaba...

-Por favor, al hombre que conquisto el pueblo, por favor, necesitamos una audiencia con el hechicero-

La mujer alzo la mirada, y al ver entre la gente, al hechicero de túnica negra, con dolor y pesar susurro...

-Mi hija... por favor... ayúdenla...- suplico con todas las fuerzas que le quedaban, Rena Baraja.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora