Parte 90 3 de 3

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Es algo natural para un padre proteger a un hijo, incluso si debe pasar por encima de la voluntad del mismo. A Neia le molestaba que sus padres buscaran una excusa para sacarla del ejército, pero a su vez podía entenderlos, por más que eso le doliera. Ambos eran combatientes de primera línea, y solo dios sabe cuántas vidas vieron apagarse durante sus carreras.

Sencillamente, no querían que su hija fuera una de ellas. Y por mantener a salvo a Neia, Pavel y Rena harían lo que fuera, incluso...

-Yo... nosotros...-Pavel parecía querer buscar las palabras más apropiadas para suavizar algo que seguramente sería horrible. –Puedes tener una buena vida fuera del ejército- le dijo Pavel.

La escudera vio a su padre con tristeza, sabía que no mentía. Neia era hija de dos importantes oficiales en el ejército y se encontraban dentro de un país militarizado, además, sus padres eran austeros, por lo que aun conservaban gran parte de las fortunas que habían amasado con los años. La chica tenía una reputación elevada debido a que era hija de un héroe de guerra y una honorable paladina, e incluso, muchos llamaron estúpida a la niña, cuando esta eligió una vida en el campo de batalla cuando simplemente pudo haber optado por la vida como casada o escalar socialmente y asegurar su futuro uniendo su familia a una casa noble. Pero esa no era la clase de hija que Pavel y Rena habían criado, y hoy, una parte de ambos lamentaba no haberla hecho un poco más malcriada.

La chica comprendía su posición y la suerte con la que había nacido al ser hija de tan maravillosas personas que llegaron tan lejos por su propia cuenta. Neia también entendió porque su padre le recordaba algo obvio.

-Antes de irnos... quiero que firmes tu carta de renuncia a la orden- Era claramente para persuadirla. –Si lo haces, esta casa, la fortuna que tu madre y yo hemos reunido, todo será tuyo, e incluso si volvemos de la misión, queremos que te quedes con todo y vivas tu vida lejos del peligro. E incluso... mientras se alguien bueno y que te amé- Pavel dijo esto último con un poco de furia y dolor. –Puedes casarte con quien gustes... hacer una familia aquí-

Ciertamente, Pavel podría morir feliz si sabía que en las habitaciones de esta casa vacía serian ocupadas por sus dulces nietos. Gustoso entregaría su vida si pudiera ver a su hija con una existencia pacifica, rodeada de niños que lo llamaran a él "abuelo", aunque le enfurecía entregarle su hija a algún hombre... esa era la vida que quería para ella.

-Pero si te niegas... nosotros...- la amenaza de Pavel salía con dificultad, parecía casi como si sufriera cuando pensaba en ella.

Rena no era tan perceptiva o sentimental como su esposo, no le hubiese importado amenazar con córtale las piernas a Neia si eso la disuadía de permanecer en el ejército, pero sabía lo mucho que a su esposo le dolería decir aquella amenaza que seguramente no funcionaria. Rena sabia al tipo de hija que había criado, aquella mocosa que se levantó incontables veces aquel día que decidió convertirse en paladina, no retrocedería a su sueño tan solo porque Pavel la amenazara con desheredarla. Rena recordaba a esa mocosa que sin importar cuan fuerte la golpeara, se levantaba para retarla. Esa clase de personas no podían ser sobornadas con dinero.

Así que la madre apelo a la parte más blanda de su hija, ese sentimentalismo que compartía con su padre.

-Neia ¿Nos odias?- le pregunto fríamente Rena a su hija, impidiendo que Pavel declarase su amenaza.

Como lo esperaba, Neia se mostró intimidada por la pregunta y simplemente contesto "No"

-Entiendo... pese a todo, yo tampoco te odio- agrego Rena.

Neia, con la mirada baja, sonrió ligeramente, sabía que eso era algo obvio, pero le conmovió de cierta manera que su dura madre se lo dijera.

-Pero dicho eso, si tuviera que elegir entre tú y mi deber ¿Qué crees que elegiría?-

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora