Parte 149

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La piedra arde y la entrada de la ciudad fue convertida en un pequeño infierno. El interminable ejercito de no-muertos que custodiaron la entrada, fueron convertidos en ceniza.

No hubo olor, ni humo. No hubo sobrevivientes. No hubo ya una muralla después de que aquel fuego arrasara.

No hubo quien, no observara indignado, como una placa de hierro colgaba del cuello de aquel aventurero.

Los sobrevivientes, que veían desde lejos, guardaron silencio. Los soldados y aventureros, maldijeron y observaron un reino al que jamás podrían entrar.

Los hechiceros, clérigos y monjes, se arrodillaron para rezar. 

Aquel era un acto impropio de los humanos, solo al alcance de un demonio o un dios.

La pregunta aterradora era ¿Cuál de los dos era él?

Los muy estúpidos, o muy valientes que intentaron seguir a los héroes, se levantaban temblorosamente ya sin el deseo de pelear.

La arrogancia en las palabras del guerrero oscuro estaba justificada.

Los hombres entendieron que de entrar a la ciudad, no serían más que una molestia. Podrían morir tan solo como daño colateral. Lo peor era, que si el monje con más de hierro era capaz de eso ¿De no sería capaz aquel hechicero?

-¿Eso ha sido suficiente para ustedes?- Pregunto el guerrero oscuro lleno de confianza a los conquistadores.

-Por ahora bastara- dijo tranquilamente Dopper-Ainz, el conquistador de Carne.

El tono tranquilo, la absoluta serenidad en la voz de aquel conquistador, hizo hervir la sangre de los aventureros y soldados que lo escucharon.

Uno de los hombres de Gazeff, quien sobrevivió al fuego en aquella batalla en Carne; quien combatió contra Clementine y logro escapar a tiempo de la ciudad, observo con miedo y odio a aquel hechicero enmascarado "¿Por qué estás tan tranquilo?" se pregunto. "No puede ser más fuerte que esto... ¡No puedes estar tranquilo frente a un poder asi!"

-Esto tiene que ser una maldita broma...- susurro.

-Entonces ¿Quiénes van a acompañarnos?- dijo tranquilo y con una gran sonrisa, Arein, el monje.

Aquel gesto, que para el demonio era amable e inocente, fue visto por los  aventureros y soldados como una burla a su debilidad. Pero no podían decir nada en contra de aquello. A ojos de esos héroes, ellos no debían ser más que un estorbo, tal como lo había señalado el caballero negro al principio.

Y sin decir una palabra, la mayoría de ellos dio media vuelta y camino al campamento.

-Ahora...- dijo Dopper-Ainz mientras sacaba un pergamino.

Las palabras llamaron la atención. La mayoría volteo insntintvamente, y al ver lo que el conquistador tenia en sus manos, el sacerdote grito:

-¡¿Scroll?!-

-No quiero mirones- dijo el conquistador.

El caballero negro (Tal como habida planeado) se mostró agitado, ligeramente preocupado y asustado.

-¡¡¡DESACTIVEN TODAS LAS MAGIAS DE OBSERVACIÓN!!! ¡¡¡AHORA!!!- grito fuertemente y con cierto miedo.

No eran pocos los hechiceros con bolas de cristal que pensaban seguir la batalla con magias avanzadas. Fluander Paradyne en el imperio. La astrologa de las mil ligas en la teocracia. Y otro puñado de pequeños grupos a cuyos oídos llego la información sobre el nacimiento del nigromante, observaban.

Pero ante el grito del caballero negro, muchos desactivaron sus habilidades, y otros cuantos arrogantes las conservaron activas pese a la evidente preocupación de aquel hombre que acompañaba al monje.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora