Parte 121

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Tras recomponerse y ponerse de nuevo en pie, Enri vio el costo de su fracaso. El hechicero y dos talentosos espadachines estaban muertos. Su querido amigo, aun que vivo, se retorcía por el dolor en el suelo. Y ahí, con los ojos inyectados en sangre, el perro levantaba su espada de manera desafiante.

La respiración de Enri era pesada, llena con el dolor y odio que la escena le causaba. La doncella levanto su arma y se colocó en guardia. Tal como su maestro Gazeff le había enseñado, apunto el filo de la enorme espada hacia el pecho del perro que respondió de la misma manera.

La guardia de Enri era sólida, estaba poniendo en práctica una de las primeras cosas que Gazeff le enseño para salvar su vida al enfrentarse a un poderoso oponente. Las rodillas ligeramente flexionadas y los brazos firmes para recibir el ataque del enemigo, una postura que permitía absorber la fuerza del ataque y contratacar con tajo limpio. Era algo que Enri práctico hasta el cansancio y ahora, frente a un enemigo, aun invadida por el odio, la campeona ejecuto la postura de una manera perfecta.

Climb abrió los ojos impresionado por la fiera forma en la que Enri se había colocado.

Los aventureros y la doncella interpretaron esa emoción en los ojos del perro como "miedo" y los primeros se colocaron detrás de la campeona para brindarle apoyo si llegase a necesitarlo, mientras que el clérigo trataba de escabullirse por un costado para llegar hasta Nfirea y sanarlo.

Para los aventureros acostumbrados a luchar contra monstruos, y la doncella que hasta ahora solo había combatido asesinos  de armas cortas y movimientos rápidos, la quietud del perro significaba que no sabía cómo atacar o escapar en ese momento. El comportamiento que se veía a menudo en los asesinos cobardes y los monstruos estúpidos.

Pero era otra la razón del perro para permanecer quieto pese a su deseo de cortarle la cabeza a la mujer que le arrebato a su héroe.

Climb se sentía abismado. El perro creía que el corazón se le saldría del pecho. La sangre le hervía, los oídos le zumbaban y en su mente tan solo se repetía una pregunta.

"¿Cómo fue que Gazeff perdió contra esta novata?"

Al ver su fuerza sobre humana, la manera en la que se movía y la forma en la que se ponía de pie, para Climb fue claro que esa chica tenía algo que a él le faltaba.

Talento.

Pero pese a tener una fuerza sobre humana, y una habilidad con la espada que Climb envidiaba, era claro que la chica no tenía ni idea de cómo aprovechar sus ventajas.

"¿Por qué se coloca en una postura defensiva?" se preguntó furioso Climb.

Frente a un oponente más débil y menos hábil, que tan solo pudo superarla por un golpe sucio, Enri se plantaba como si enfrentara a Gazeff, el portador original de esa armadura y espada. Esa postura fue un insulto para Climb y su resolución.

Fue insulto para el reino, para la gente que preocupada temblaba temiendo a una invasión. Era un insulto para Renner que de manera desesperada buscaba información. Era un escupitajo al rey y su dolor.

Climb mostro los dientes con una sonrisa. El perro abiertamente se burló de la campeona y de todo el dolor y el miedo que había causado.

Climb lo sabía. Sin esa armadura, amuletos y espada, el habría muerto tan solo contra los aventureros. El arquero lo habría acribillado, Aecio le hubiese cortado el cuello por la espalda. La flecha acida le hubiese perforado el corazón, la bola de fuego lo hubiese incinerado o dejado ciego. Sin este equipo que su rey le dio, Enri le hubiese cortado la cabeza tras el primer intercambio de golpes.

Como espadachín... como guerrero... no era nadie, y jamás sería nada. Por más de una década se rompió los huesos entrenando con la espada y aun así no podría jamás superar en habilidad a esa niña que venció a Gazeff siendo solo una novata. Climb maldijo el nombre de los llamados genios.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora