Parte 133

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Rena no lloraba. Incluso en su infancia, no era algo que ella hiciera. Habia sido siempre muy callada y sobre todo reservada.

Y esa actitud tan solo empeoro al momento de ser adoptada por la orden paladina.

"Sin miedo en la batalla, sin pecado en nuestras vidas, y sin piedad frente a los enemigos" era el credo con el que vivían los paladines, aquellos guerreros que habían jurado erradicar al mal.

"No temer, no rendirse y jamás retroceder" eran solo alguno de los credos con en el que un paladín debía vivir durante toda su vida.  Esos eran los creados con los que Rena había cargado desde que era una niña.

Tan profundas y arraigadas quedaron esas enseñanzas dentro de ella que...

Mientras se desmayaba en la entrada del pueblo carne, la paladín se cuestionaba, si durante toda su vida hasta este momento. Si durante cada paso que daba ¿No había estado siendo utilizada?
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Madera vieja, polvo y telarañas. Eso fue lo que encontró la paladín al abrir los ojos.

No era la primera vez que Rena despertaba para ver un techo desconocido, pero si era la primera vez que se encontraba atada a la cama donde lo hacía.

Gruesas cuerdas habían sido usadas para contener a Rena e impedir que se moviera. Una medida apropiada para contener a la legendaria paladina de las fuerzas expedicionarias.

-Me harías  muy feliz si pudieras quedarte ahí quieta hasta que los demás se recuperen- dijo Lucia, quien se encontraba sentada a pocos metros en una tosca silla.

Rena la observo detenidamente. Sus ropas estaban sucias, sus ojos se encontraban rodeados con ojeras. El druida se veía agotada y a la defensiva.

-Necesito ir a ver a mi hija...- dijo de manera fría  la paladín. –Quítame estas malditas cuerdas encima. Por favor, Lucia-

Un silencio inundo el cuarto. Y por un momento, las miradas de Rena y Lucia se encontraron.

-Me temo que no puedo hacer eso, Capitana Rena Baraja-

El tono en el que hablaba Lucia cambio, y la manera en la que uso su título para hablarle, le dijo la razón.

-Le exijo que me suelte en este instante, color verde, usted no tiene la autoridad para...-

-La reina santa me asigno como médico de esta misión, y como tal tengo el absoluto derecho a tomar acciones que aseguren la supervivencia de los miembros de este grupo. Así que como vera, capitán, tengo la autoridad para mantenerla en cama-

-Ya me encuentro bien, así que no tiene que...-

-No solo es tu vida la que estoy salvando al mantenerte atada- dijo Lucia con cierto dolor en su voz.

-Lucia... Yo solo quiero...-

-Quieres ir a matar a Remedios... sé que eso es lo que quieres, así que no te atreva a usar a Neia como excusa para que te libere-

La paladín se quedó callada y quieta.
-Rena...- dijo la druida, esta vez en tono dulce y maternal. – Mi sobrino está vivo... y eso es solo gracias a que tú lo has salvado. Rena... ese niño es la última familia que me queda, y que tu lo mantuvieras a salvo... eso es algo que jamás podré olvidar-

-Si haces esto por una deuda, entonces solo libérame, y déjame hacerlo- dijo la paladín, completamente decidida.

Pero, la tierna voz de la druida, suplico nuevamente.

-Por favor, Rena, quédate ahí un poco más... en cuando terminen de curar a esa idiota, la echare de inmediato para que puedas encargarte de los preparativos necesarios para Neia. Pero hasta entonces... por favor, quédate ahí-

-¿Asi que es de esa manera?- un poco del odio desbordo en su voz. -¿Asi que estas cuerdas son para proteger la vida de esa...?-

Lucia interrumpió. –No, y lo sabes bien Rena. Yo también quisiera ver la muerta... pero si somos nosotras quienes lo hacemos, la reina y su hermana Kelart no ejecutaran. Por eso, Rena, por el amor de los dioses, quédate ah..-

-Asi que...dijo interrumpiendo. -En resumen, ¿Quieres que me quede aquí acostada mientras el cadáver de mi hija se pudre a pocos metros? ¿Quieres que me quede aquí tranquilamente, cuando la desgraciada que causo la muerte de hija huye a un palacio donde jamás poder tocarla? Enserio... ¡¿Quieres que me quede aquí atada, mientras ella huye a un lugar donde los tribunales jamás se atreverán a castigarla?! ¡¿Quieres que la deje ir a un lugar donde podrá vivir feliz junto a la maldita reina Santa y su herma?! ¡¿Enserio Lucia?! ¡¡¡¿Enserio me estas pidiendo que la deje ir con vida?!!!-

La druida no respondió, y tan solo pudo llorar por ver el estado de Rena.

Rena asesinaría a la capitana de los paladines si la dejaran acercarse a ella.

Pues desde su perspectiva... a Neia no la mato el nigromante que puso sobre ella la maldición. No fue tampoco la aventurera que la obligo a blandir una espada para la que no estaba preparada.

En la mente de la paladina, estaba bien que matara a Remdios y después fuera ejecutada, pues así habría terminado con las malditas, que causaron la muerte de su hija....
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En una tienda improvisada hecha con palos y telas, cansado y adolorido se recuperaba de sus heridas, aquella persona de ojos aterradores que veía con intriga un nuevo techo que jamás había visto antes en su vida.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora