Parte 140 3 de 3

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Y así como apareció aquel santo guerrero, en un destello se desvaneció, y junto con él se fueron el aura opresiva y el aspecto divino, dejando atrás al simple asesino que hasta ahora todos habían visto.

Fue tras adoptar esa forma, que TouchMe se acercó de manera cuidadosa a Rena. Aquella mujer dolida no opuso resistencia cuando Momonga la soltó, y no intento correr o atacar a Remedios una vez se vio libre de aquel poderoso hechicero. Entendió que ahora ella era tan solo un pequeño ratón dentro de las fauces de un dragón, y si estos hombres no querían que le diera fin a la vida de Remedios, entonces era algo que no podría pasar bajo ningún concepto.

Aun así... el odio no desaparecería. El dolor no se esfumaría solo porque la misión fuese imposible. Y era claro que el dolor de un padre no podría ser calmado por un dios o un santo. Por lo que, aunque resignada, Rena no dejo de ver furiosa a la paladina que se encontraba ahora sobre un charco de su propia orina, e indignada de que aquella mocosa fuese llamada la paladín más poderosa, apretó los dientes y miro la daga tirada en el suelo, con deseos de enterrarla en el corazón de aquella niña.

TouchMe se plantó frente a Rena, y con voz queda le dijo:

-Remedios sufrirá su castigo, pero este podrá ser dado el día de hoy, señora-

-...- Rena no respondió. No tenía nada que decir. No podía oponerse a la palabra de ese hombre que la superaba, y no gritaría de la misma forma que Remedios lo habia hecho. Tan solo escucho y cerro la boca, lo único que podia hacer frente a seres tan superiores a ella.

Pero el odio aun latente en su mirada alerto al asesino del decierto, al monje y al hechicero.

Momonga apunto su dedo a la paladina.

-[Sleep]- recito, y sumió en un profundo estado de letargo a la dolida madre.

Sus amigos vieron aquel acto, y no se pronunciaron en contra. Aprobaron la acción, y en cuando Rena se quedó tirada en el suelo, TouchMe hizo llamar a un hanzo que se encontraba cerca.

-Lleva a la señora de nuevo a su cama, y cuídala hasta que de despierte. Una vez lo haga infórmanos y mantenla en la habitación hasta que nosotros lleguemos a verla- El Hanzo asintió a la orden y tomo con cuidado a Rena.

–Y no te atrevas a lastimarla- agregaron casi al mismo tiempo, el demonio y el amo de la muerte, antes de ver al ninja caminar hacia la habitación donde la paladina había estado originalmente.

Incapaz de oponerse a esos hombres, o al ninja que cargaba a su amiga, Lucia, de manera rápida ordeno a su sobrino seguir al siervo de esos hombres y vigilar a Rena, mientras que ella caminaba con pasos rápidos hacia donde se encontraban  esos tres hombres.

-¡¿Pueden hacer algo así?! ¡¿Realmente creen poder amenazar a un monarca y salir impunes?!- grito a los hombres que aún se encontraban lejos.

Remedios fue la primera en mirar extrañada a la druida. Aunque claro, Lucia no pudo sentir el abrumador poder de TouchMe, si debió entender de donde había nacido el miedo de sus compañeros, por lo que era extraño que dudara de aquellos hombres.

-¡Lo pensé mientras avanzábamos a este pueblo! Matar a Remedios...- declaro, causando sorpresa en los seres supremos y la propia Remedios. -¡Pero hubiera sido malo! La gente del reino hubiera podido culparlos a ustedes por esa muerte, o puede que incluso culparan a Re-Estize por el deseo y la perdida de la espada santa-

Momonga vio que no se equivocaban con Lucia, definitivamente era mas diplomática que Rena o Remedios... no. Lucia demostró que esas dos mujeres no eran tan parecidas como lo hacían ver a primera vista.

-Rena también considero lo mismo, por eso intento matar a Remedios frente a ustedes... por eso fue que no la mato durante el camino hacia aquí-

-¿Qué quiere decir, Lucia?- pregunto TouchMe intrigado.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora