Parte 135

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Por un momento, por un breve instante en el rostro de Katrias se formó una sonrisa triunfante. Un gesto arrogante nacido de la confianza de haber ganado una batalla que aún no empezaba.

Mas al darse cuenta de su propia expresión, Katrias la borro al instante y se recordó a si mismo su posición.

El joven estratega al servicio del marqués Raeven no era arrogante, era de hecho un fiel sirviente que conocía bien su lugar en el mundo. Pero aun con eso, la felicidad pudo con él, y ese gesto fue por el arquero del reino santo.

Pero aun si había sido detectado, Katrias aun tenía una ventaja sobre el arquero.

Pavel había dicho que Leona era la aprendiz de su esposa, y como la chica al ser rescatada portaba una armadura negra, era fácil determinar que aquella paladina que hurto una carreta debía ser la esposa del hombre.

Al mismo tiempo, por los informes que llegaron sobre esa mujer especialmente preocupada por una joven que rondaba los 15 o 16 años, era casi ridículo no darse cuenta de cuál era la relación de los 3, y porque Pavel estaba dando información de manera tan despreocupada...

Adicionalmente, si bien nadie podía corroborar que realmente fuera un color del reino santo, muchos de los ventureros y soldados lograron identificar a Remedios.

Esto no era raro. La gente bien podría pasar por alto la existencia de un color que vigilaba las murallas. Podían no tener conocimiento de los grandes nobles de otros países, pero los soldados y aventureros jamás perderían la oportunidad de hablar de una hábil espadachín, que además, junto a  su hermana y la reina santa, eran la fantasía de cientos de hombres.

Por eso era que a diferencia de los otros dos, Katrias si confiaba en la historia de Pavel. Entendio que este hombre buscaba no perder tiempo con un largo interrogatorio. Entendio su prisa y desesperación.

Pues si su esposa era la paladina de armadura negra que rompiendo el código de su orden, hurto. Eso significaba que la chica al borde de la muerte era su hija...

Así que para poner en marcha las cosas como él lo quería, y como su amo lo necesitaba.

Aunque sabía también, que esto le saldría caro...

Pero si este era el costo por la victoria. Katrias estaba dispuesto a pagarlo.

-La paladina de armadura negra se robó una carreta de recursos hace unas horas- dijo Katrias sin emoción alguna en su voz. –Lo hizo después de que los sacerdotes que obligo a atender a la chica rubia le dijeran que no podía romper la maldición. Después de eso robo la carreta, subió a todos sus compañeros en ella y se marchó hacia el pueblo carne. De hecho, puede que se encuentra ahí ahora en este instante-

-¡Katrias, silencio!- le grito el marqués a su estratega.

Aunque en su mente Raeven confiaba en él, debía mantener las apariencias, y eso era algo que Katrias sabía bien. Por lo que si hablaba ahora y se arriesgaba, Raeven entendería que la situación era más grave de lo que parecía.

Katrias también lo sabía... esas serían sus últimas palabras en la conversación...

El joven rezo por su propia salud, y con una precisión aterradora, lanzo las palabras que necesitarían para obtener la ayuda de una fuerza superior.

-Su esposa supo bien a donde ir por ayuda... Quizás...-

El brillante plan del estratega fue frenado en seco por uno de los caballeros, que furioso por ver a Katrias desobedecer una orden directa por parte de su señor.

Katrias se encontraba siempre protegido por los aventureros que el marqués tenía como guardaespaldas. No estaba acostumbrado a verse rodeado por caballeros, quienes claro, eran nobles.

Overlord: Trinidad Caps 1-170Donde viven las historias. Descúbrelo ahora