– Osado, ¿qué demonios significa eso?
– Significa que estás fuera, de verdad, ¿creíste que tu admirador iba a dejar pasar esta oportunidad? – el hombre junto a Cedric bebió su cuarto vaso de licor, en cuanto a él, apenas tocó el primero.
– Seguro.
Hubo algunas risas, dos veces empujaron el vaso en su dirección mientras los otros tres seguían bebiendo, estaba molesto, por los dioses, realmente lo estaba, pero no era idiota.
Llevaba seis meses de entrenamiento y era el único que no podía pasar los exámenes. Miró de reojo a su derecha y lo vio, claramente.
– Salud por los que no usaremos el uniforme de tenientes – Brindó.
Después de cinco años de servicio como un piloto de cargueros lo asignaron a la estación Solarum, la gran estación que se alzaba sobre el agua. Durante el viaje su tarjeta de identificación desapareció por presionarla con su mano izquierda y tuvo que ser llevado ante el Capitán Harlock para una identificación, el bastardo pervertido capaz de cogerse todo lo que se movía.
Vaya suerte, tuvo que llamar a la teniente Mar para que ella lo sacara del camino del Capitán y justo cuando creyó que su vida estaría mucho mejor apareció ese hombre.
– Cedric, no estés de malhumorado, deberías estar feliz por nosotros – su compañero se señaló a sí mismo y después al chico a su lado – teniente Jona Treicon – hizo eco y se aplaudió a sí mismo – vamos, bebe conmigo.
– Ya es tarde, tengo que irme.
Sintió que lo jalaban del brazo, tiró con fuerza y se separó de la mesa, miró al hombre que lo estaba observando, apretó sus manos en puños, pagó por la bebida que no tomó y dejó el bar.
Suspiró una vez que respiro el aire puro y no viciado del interior del bar y caminó al puerto para abordar su carguero sin dejar de mirar hacia atrás.
El nombre de sus pesadillas era el teniente Caster, lo conoció al día siguiente de llegar a la estación y el hombre estaba a cargo de su escuadrón de entrenamiento, se sintió más relajado, confiado y feliz, pero esa felicidad duró poco, apenas entró a un simulador y sintió una mano sobre su pierna supo que sus días estaban lejos de ser tranquilos.
El teniente Caster no era conocido por tomar ventaja de sus estudiantes, pero eso era por su amistad con el capitán Harlock, no porque no sucediera, el hombre auto apodado, barba–sexy, era hábil en esconder sus aventuras y a diferencia de su buen amigo, en lugar de cambiar cada día de pareja, él mantenía las suyas por meses, era famoso como un perseguidor
Cedric entró a su carguero y revisó que todo estuviera en orden, su paranoia tenía motivos, el acoso de su teniente comenzó con toqueteos, cuando lo reportó, fue castigado severamente, tomó otro curso, se recuperó y entonces comenzaron las notas falsas, el teniente rellenaba su expediente con datos como: no obedece a la autoridad, es irrespetuoso, toma decisiones arriesgadas, algunas de esas cosas eran ciertas, pero no todas, él comenzó a comportarse mejor pero sus notas seguían siendo malas, molesto y desesperado fue a beber con sus amigos, fue cuando pasó.
El recuerdo todavía le hacía hervir la sangre, tomó su vaso y bebió un poco, el sabor era tan dulce que no pudo seguir bebiendo y en lugar de continuar tiró el contenido sobre una planta para disimular, era su primera vez bebiendo, no podían exigirle que le gustara, sus compañeros le pidieron otra bebida con mucha insistencia, de hecho pagaron por el trago, fue entonces cuando tuvo un mal presentimiento y decidió irse, trataron de detenerlo pero él se marchó.
A medio camino a su carguero, vomitó, apenas pudo llegar a tiempo y condujo con poco cuidado hasta una base abandonada, su cuerpo se sintió caliente y lo estaban siguiendo. Condujo de prisa, escapó de sus perseguidores y entró a una base médica.
Después de dos noches en cama se recuperó y regresó a su escuadrón solo para descubrir que el teniente Caster sorpresivamente decidió aplicar un examen y él por estar ausente, lo reprobó.
Sus quejas iban a oídos sordos, nadie lo escuchaba, no podía aprobar los exámenes y no importaba que tan bien lo hiciera, el teniente Caster siempre pondría una nota reprobatoria, tampoco podía regresar al Cazador 43 y tampoco podía buscar el tigre de su sueño.
Su tigre.
Cuando tenía cinco años su planeta fue destruido por el Kraken, y él se convirtió en un esclavo, le enseñaron el oficio de tatuador y así pasó los siguientes diez años, hasta que él apareció, el príncipe Dion de los Sandues que fue secuestrado por el Kraken entró a su pequeña cabina para recibir un tatuaje de sumisión.
Cedric sintió que sus manos temblaban, tomó las agujas, la sangre y pensó que sería castigado por lo que estaba a punto de hacer, los tatuajes no solo eran decorativos, una vez que mezclara la sangre del Kraken, el príncipe sería su esclavo y nunca podría desobedecerlo, sintió miedo, tomó sus instrumentos y una punzada en la cabeza lo alteró.
Las imágenes llegaron una tras otra, una gran explosión, números, un puerto espacial, una gran ballena, el sol metiéndose en el agua y finalmente, un tigre, el tigre era especial, camino hacía él y recargó su frente contra la suya transmitiéndole un sentimiento cálido.
Después de eso, desapareció la sangre del kraken y tatuó algo que era un simple dibujo, en el siguiente ataque a la nave, escapó y se unió a la flota intergaláctica, desde ese día su visión había avanzado hasta el sol ocultándose, le faltaba una sola cosa, el tigre.
Todo estaba bien, hasta que el teniente Caster apareció.
– ¿Por qué yo?
La primera vez que le hizo esa pregunta al teniente Caster no esperaba una respuesta, él se la dio.
– No hay razón, solo pienso que eres lindo, ¿por qué eres tan terco?, los dos tenemos mucho que ganar, te trataré bien, no tiene que ser doloroso sí cooperas conmigo, no eres una mujer, no te estoy quitando algo valioso – después de esa declaración hubo risas y lo hizo sentirse enfermo.
¿Qué se suponía que significaba eso?, los hombres también tenían estándares y sí se refería a que no había riesgo de quedar embarazado, solo esa certeza no significaba que dormiría con cualquiera, menos con alguien como el teniente Caster que usaba su poder e influencia para forzar a sus parejas.
Se llevó las manos a la cabeza cuando aparcó en la base y bajó, fue a su cabina, su compañero lo esperaba – no estabas así que tome tu ración del día.
– Gracias.
La vegetación en el planeta Solarum era todo un reto y tampoco podían estar llevando comida de otros planetas, así que los biólogos de diferentes planetas se unieron y desarrollaron una fruta llamada Lumia, de tamaño medio, con todos los nutrientes y nada de sabor, la mayoría de los cadetes la odiaban.
Curiosamente a Cedric no le importaba, la mordía de prisa, casi la devoraba dejando a más de uno sorprendido y después de eso, podía estar tres días sin comer, en su opinión era el invento perfecto, solo debía recordar no comerla cuando estaba distraído, sí la sujetaba con fuerza por mucho tiempo, la fruta desaparecía y encontrarla era imposible, todo iba al mismo agujero sin fondo.
Ni siquiera él sabía dónde estaba eso.
Se quitó el uniforme, se puso algo más ligero y se dejó caer sobre la cama pensando en un día cuando encontrara al tigre de sus sueños, o en su defecto, cuando el teniente Caster fijara la vista en otro trasero, lo que sucediera primero.
No era muy noche cuando escuchó un sonido extraño, la puerta de la cabina se abrió, su compañero de cuarto hizo un ruido extraño, Cedric despertó, sus manos temblaban, sintió una mano subiendo por su tobillo, se movió de prisa dándole una patada y saltó fuera de la cama.
– Atrápalo.
![](https://img.wattpad.com/cover/208268032-288-k373426.jpg)
ESTÁS LEYENDO
No soy un virus, soy un acosador (primera parte)
RomanceDespués de invadir el sistema de un viajero de mundos, Dogo logró abrirse paso a un nuevo cuerpo y a una nueva vida. Esa nueva vida perfecta tiene un pequeño problema. - Por seducir al protagonista de esta historia y poner en peligro el mundo, voy a...