4.15 El amante del joven amo

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Húmedo y cálido, los labios de Damon se sintieron extraños cuando Liam se apartó y su mirada se volvió confusa, casi enseguida recuperó la compostura – de ahora en adelante, responderás cada vez que te llame, no me importa lo que estés haciendo, si te estás bañando, comiendo o lo que sea, tendrás que estar aquí cada vez que te llame.

– ¿Qué pasa si no puedo?

Esa era una pregunta para la que Damon no tenía respuesta – haré que te arrepientas.

– ¿De qué forma?

– ¿Por qué sigues preguntando?, dije que te arrepentirás y lo harás – gritó con las mejillas enrojecidas.

Liam no tuvo dudas, no importaba qué tipo de experiencia tuviera Damon, cuando se trataba de relaciones no sabía cómo dar un paso, le acarició la mejilla y acomodó su cabello detrás de la oreja – por ahora, necesito que te recuestes.

Los ojos de Damon brillaron y tragó saliva, antes de llamarlo se dio una ducha y se limpió apropiadamente, no porque tuviera esperanzas o estuviera esperando que eso sucediera, en realidad, todavía sentía un tirón en la parte baja de su cintura y al día siguiente pasaría todo el día montado en un caballo, pero la idea de estar de nuevo con él hizo que su corazón latiera apresuradamente.

Se recostó sobre la cama con el rostro enterrado en la almohada, su cadera estaba encima de las piernas de Liam y él le quitó el pantalón y la ropa interior para descubrir su trasero, Damon no se atrevió a mirar hacia arriba, de nuevo la almohada era su mejor aliada y se aferró a ella con fuerza, podía sentir cada vez que los dedos de Liam se deslizaban sobre su piel y también la sensación de un dedo entrando en su cuerpo, era suave y un poco refrescante, pero también, algo diferente.

La noche anterior Liam lo besó y lo acarició hasta que no podía soportarlo, todo su cuerpo se sentía caliente, en esa ocasión la única parte en la que él se concentró fue su trasero y los pequeños movimientos no lo estaban excitando, más bien, era como un pequeño masaje.

La sensación de incomodidad y dolor que sintió fue desapareciendo, si seguía en esa posición se quedaría dormido.

– ¡Oye!, ¿qué estás haciendo?

– Aplicándote un ungüento, debí hacerlo anoche – esa fue su primera vez con un hombre, pensó que lo tenía cubierto, pero cuando llegó el momento sí no fuera por la alerta del sistema habría obviado el lubricante y tampoco pensó que él estaría adolorido – mañana te sentirás mejor.

La mirada de Damon se volvió comprensiva y un poco melancólica, no sabía qué pensar de un hombre que cargaba en el bolsillo lubricante y ungüento para el trasero, tal vez, él hacía eso todo el tiempo y planeaba hacerlo con Lucios. Su mirada bajó y se enterró en la almohada.

Si eso era cierto, fue cuestión de quien hiciera el primer movimiento, si Damon no lo hubiera llamado para aplicar la crema en su herida, esa noche la persona que habría recibido sus atenciones, habría sido Lucios.

Los dedos de Liam se detuvieron – ya casi termino – le acarició la oreja y Damon lo rechazó.

– Ya estoy bien, puedes irte.

– ¿Estás molesto?

– No – contesto con enfado.

Liam sonrió ligeramente – quizá, ¿esperabas otra cosa? – sus dedos se acercaron al cuello de Damon para tocarlo.

– Nunca dije eso.

Damon se levantó y subió sus pantalones, no fue difícil, Liam ni siquiera se los quitó, solo los bajó ligeramente, recordando ese momento debió tomarlo como una señal de que nada pasaría esa noche, apretó los dientes.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora